Jaqueline apenas podía creer todo lo que Alice le había contado, básicamente la pobre mujer había perdido la memoria, nada extraño debido al estrés post traumático que perder a Dante y recibir un disparo le habían provocado, Zeus, aprovechándose de ello, se la había llevado del hospital cuando la tomo con la guardia baja, había extorsionado al joven médico que aviso en donde se encontraban para faltar a su juramento y mantener a Alice en ese estado amnésico, él se había negado y pretendía rescatar a la hermosa joven, Zeus le había disparado, Hades le disparo a Zeus, y ahora que salía a la luz que el mayor de los hermanos Dogaru en realidad no era una mala persona, aunque, ella siempre supo que el mayor de los hermanos, a pesar de ser un imbécil en variadas ocasiones, nunca fue realmente una mala persona, acariciando la espalda de Alice, intentaba consolarla, aquella hermosa mujer se había convertido en el centro del mundo de ambos hermanos, y no podía mas que sentir un gran pesar por
- ¡Hey Wright! - saludaba Adriano desde la otra acera.Su largo cabello castaño ahora le llegaba ya debajo de sus tornados muslos, su belleza, no se había visto menos opacada por el embarazo, por el contrario, quizás, lucia aun mas radiante que nunca, eran ya dos largos meses los que habían transcurrido desde aquel fatídico día en que Hades había disparado una segunda ocasión a Zeus, nadie supo mas nada de este, era como si se hubiese desvanecido en la nada, como si no hubiese quedado rastro alguno de él, Hades, aunque no se lo decía, lo echaba de menos, ninguno de ellos había vuelto a ser el mismo, todo había cambiado, y aunque eran muy felices, siempre quedaba esa espina enterrada en los corazones de ambos al no saber el destino final de aquel hombre de hermosos y demasiado tristes ojos de color zafiro.- Adriano, que gusto verte - saludaba la hermosa castaña.- No abra mucho tiempo para celebrar las fiestas, ya sabes, es el cumpleaños de ese necio y el Dante también esta próximo, p
– Oigan, será mejor que guarden silencio los dos, mamá y papá aún están durmiendo, los he visto bajar, ya que estamos los tres aquí, denme mis regalos también – dijo la bella Zinerva que ahora era una hermosa jovencita de 11 años, Alice, la había acogido como una hija mas y no hacia diferencia entre ninguno de sus tres hijos, nunca más volvió a saber se su madre, Hildegard había simplemente desaparecido, como si se hubiese desvanecido en la nada y tampoco jamás hizo el esfuerzo de buscarla, aunque aquello dolía, estaba feliz de vivir en aquella hermosa familia que seria la suya para siempre…aun cuando ya sabia que Hades no era su verdadero padre, si no, su tío.Sin embargo, olvidándose de ello, se unió a sus hermanos menores, totalmente entregados a su traviesa faena, siguieron abriendo los obsequios que llevaban grabados sus nombres uno tras otro, haciendo maldecir por lo bajo a su madre, y logrando sacar una sonrisa complacida a su padre en los aposentos que se hallaban más arriba.
Harta, exactamente así era como sentía, no había sido su semana, ni su mes, ni su año, todo le había salido terriblemente mal y se sentía al borde de una crisis nerviosa, esta vez, la desalojaban de su departamento, las deudas se habían acumulado y el banco, por supuesto, no podía seguir esperando, sus muebles ahora mismo, estaban en la banqueta fuera del edificio, las miradas comenzaban a amontonarse sobre ella y los cuchicheos no se hicieron esperar, algunos vecinos, realmente lamentaban lo que estaba pasando, otros, en cambio, encontraban bastante graciosa su situación, no disimulando sus risas ante la hermosa mujer en sus 25 que los miraba con rencor a cambio, Alice Wright era una simple y totalmente ordinaria profesora de arte, y además, una violinista, sus ojos azules, casi agua marinos, amenazaban con derramar lágrimas de frustración ante la nueva desgracia que caía sobre ella, su cabello castaño se encontraba sujetado en una cola mal hecha, sus muy proporcionadas curvas y sus
El canto de las aves anunciaba el comienzo de una nueva mañana, el sol se colaba a través de las cortinas en la ventana de la habitación que Rebecca le había asignado, la televisión anunciaba que eran las 7 am, era el momento de levantarse para enviar a su hijo al colegio, Dante solo tenia 5 años, apenas comenzaba el jardín de niños, y definitivamente no perdería un solo día de sus clases por mas cansada o estresada que estuviese ella, Alice se había casado muy joven con Henry Pines, su gran amor del secundario, y, sin perder mucho el tiempo, habían comenzado su pequeña familia, con gran entusiasmo al comienzo, sin embargo, el ensueño de chica de preparatoria se había esfumado demasiado pronto, Henry no era un gran marido ni tampoco el mejor padre, nunca duraba en ningún empleo y siempre tenia las excusas mas tontas para justificar aquello, ella, a grandes tropezones, había terminado sus estudios universitarios cuando Dante era solo un bebe, y se había apresurado a conseguir un empleo
La música resonaba en todo el sitio, bailarinas exóticas danzaban de manera meramente erótica para complacer a los clientes que habían abarrotado el lugar, Alice había atendido ya varias mesas, y, a base de muchas suplicas, había logrado que su uniforme no fuese demasiado provocativo, aún seguía siento corto y mostraba de más, pero, al menos, ya no se sentía casi desnuda, por supuesto, había recibido burlas de sus compañeras por ello, pero aquello no podría importarle menos, se sentía mucho mas nerviosa de saber que en cualquier momento, aquel hombre de tatuajes y apariencia ruda, llegase a reclamarle su pequeña mentira, aquello era una estupidez, no tendría porque verse obligada a dar su apellido si no lo deseaba, pero, en palabras de Becca, aquel hombre era potencialmente peligroso, un supuesto líder de mafia.Tomándose un pequeño descanso en medio de aquella ajetreada noche, Alice, recargada en una de las paredes, admiraba a las hermosas mujeres que bailaban casi desnudas, se sentí
Un nuevo día estaba comenzando, Alice escuchaba música en el jardín de Rebecca, su mirada permanecía completamente fija en el lienzo que tenia adelante, intentaba plasmar a la coqueta ardilla que disfrutaba en completa calma de las nueces dejadas para ella, sin embargo, se sentía completamente dispersa, no había logrado pintar nada realmente fascinante desde que Henry había huido con su hermana, desde aquel momento había permanecido en un horrendo bloqueo artístico que solo lograba frustrarla más, recargándose en la silla por un momento, la hermosa castaña observaba el azul celeste del cielo, un nuevo fracaso, no era novedad, mirando a las aves volar por el cielo, repentinamente llegaban a su mente los recuerdos de Hades Dogaru, aquel infame tipo arrogante que parecía demasiado libertino para su gusto.Mirando de nuevo el lienzo en blanco, Alice tomo su pincel y comenzó a trazar sin perder detalle, la música de fondo lograba estimular su casi muerto talento, trazando líneas una y otra
La noche había llegado, era sábado aún, el bar lucia mucho más abarrotado de lo que había estado entre semana, lo suponía normal, aquellos demasiado ocupados millonarios aprovecharían el fin de semana para ir a admirar a las hermosas bailarinas, aquello era denigrante, aunque a las muchachas no parecía molestarles en lo más mínimo, al contrario, parecían demasiado divertidas ante las miradas de aquellos hombres impredecibles y peligrosos.– Siempre te quedas mirando a las otras, ¿Acaso te da envidia no ser tu la que baila en ese tubo? – dijo una de las meseras.Alice miró a su compañera, sabía bien que no le agradaba, era la que más burla le había hecho tras obtener el permiso para usar un uniforme menos indecente, sin embargo, poco le interesaba la opinión que la mujer tuviese de ella, podría decirle mojigata, Santa y demás apodos poco originales, ella no caería en sus provocaciones, no tenía tiempo para lidiar con ese tipo de personas, ya tenía las manos llenas con Hades Dogaru y su