La noche había llegado, era sábado aún, el bar lucia mucho más abarrotado de lo que había estado entre semana, lo suponía normal, aquellos demasiado ocupados millonarios aprovecharían el fin de semana para ir a admirar a las hermosas bailarinas, aquello era denigrante, aunque a las muchachas no parecía molestarles en lo más mínimo, al contrario, parecían demasiado divertidas ante las miradas de aquellos hombres impredecibles y peligrosos.
– Siempre te quedas mirando a las otras, ¿Acaso te da envidia no ser tu la que baila en ese tubo? – dijo una de las meseras.
Alice miró a su compañera, sabía bien que no le agradaba, era la que más burla le había hecho tras obtener el permiso para usar un uniforme menos indecente, sin embargo, poco le interesaba la opinión que la mujer tuviese de ella, podría decirle mojigata, Santa y demás apodos poco originales, ella no caería en sus provocaciones, no tenía tiempo para lidiar con ese tipo de personas, ya tenía las manos llenas con Hades Dogaru y su acoso hacia ella.
– Si, tal vez un día – respondió Alice con una sonrisa maliciosa que de inmediato molesto a su compañera.
Por supuesto que ella jamás bailaría en ese tubo medio desnuda, ella era una mujer decente, pero molestar a su compañera había resultado más grato de lo que imagino.
– No eres más que patética mosca muerta, no entiendo que es lo que Hades ve en ti – dijo la mujer con un deje de envidia en su voz.
– Así que de eso se trataba, gustas de ese mal viviente que no deja de acosarme y decidiste molestarme a cambio, me temo que la patética no soy yo, al menos querida, no tengo que ir casi desnuda como tu comprenderás para que tu mafioso se fije en mi – dijo Alice con suspicacia haciendo rabiar a la mesera de baja estatura y cabello cobrizo.
– Un día ese “mal viviente” te dará el sexo de tu vida y terminaras como todas las de este bar, arrastrándote a sus pies rogando por más, sin embargo, no te lo volverá a hacer, yo soy la única aquí con la que ha cogido mas de una vez, solo esta tras de ti porque eres la m*****a novedad, no te sientas especial, todas aquí ya hemos pasado por su cama – respondió la celosa mujer para después marcharse.
Alice sonrió ante aquella declaración, de ninguna manera querría acostarse jamás con un tipo como ese, un adicto al sexo que parecía querer darle a todo lo que se moviera en definitiva no era su tipo, saliendo hacia las mesas, sintió alivio de no verlo aún por allí, aun era temprano, seguramente llegaría más tarde, Hades parecía no tener nada más que hacer de todas maneras.
Lejos de aquel bar de millonarios, la poderosa mirada de Hades miraba con furia aquel informe, su desgraciado hermano de nuevo se había entrometido en sus negocios, esta vez, jodiendo una de sus cargas de estupefacientes que se repartiría en los bares de lujo en la ciudad, Zeus era un constante dolor en el trasero del que nunca se lograba deshacer, el y su padre, disfrutaban haciendo su vida miserable, siempre viéndolo como poco menos que escoria, estaba harto de ellos, desde que su madre murió no habían hecho otra cosa que joderlo, todo el maldito tiempo.
– M*****a sea, Rodríguez, está vez mi hermanito me jodio en grande, afortunadamente siempre tengo un plan de reserva, reparte lo que tenemos en las bodegas del Tentación, ya quiero ver la cara de Zeus cuando se de cuenta de que no logro su patética enmienda, el perrito favorito de mi padre volverá a fracasar en su intento de joderme – dijo el apuesto Hades con una sonrisa maliciosa.
– Sera como digas, sin embargo, no podemos seguir así por mucho más tiempo, será mejor que arreglen sus diferencias como hermanitos y se besen las mejillas, Zeus podrá ser un imbécil, pero maneja todas las malditas farmacéuticas de aquí a China, esta cazando nuestros laboratorios clandestinos, así que tienes que hacer algo jefe, o de lo contrario todos estaremos muy jodidos, podríamos mandar a algunos sicarios a hacer el trabajo, sería lo más conveniente – dijo el hombre de mediana edad que miraba a Hades con nerviosismo.
Hades miró con verdadero enojo a aquel subordinado, de ninguna manera mandaría a alguien más a hacer su maldito trabajo, si alguien iba a asesinar a Zeus, ese sería el, solo un Dogaru se encargaba de otro Dogaru, esa era su regla de oro, y no permitiría que nadie más tuviese el placer de acabar a su hermano mayor, sólo el tenía el derecho.
– Zeus es mi maldito asunto, nadie más que yo se encargará de él, así que deja esa estúpida idea ahora mismo, o pondré una bala en medio de tus cejas – respondió Hades ante aquel atrevimiento.
– Lo lamento Hades, no volverá a pasar – se disculpo el empleado para luego salir casi huyendo de la encolerizada presencia del líder mafioso.
Caminando hacia el balcón de su lujoso departamento, Hades admiraba la belleza y esplendor que tenía Italia para ofrecer, mucho de donde escoger y nada que le interesara en realidad, su vida, aun con todo lo que tenía, era aburrida a ratos, bebiendo directamente de su botella de whisky lujoso, recordó justo el momento en que decidió que sería divertido crear su propia mafia, era aún un muchacho de 20 años cuando todo comenzó, Fligio di Satana, había nacido como un juego y un acto de rebeldía contra su padre que eligió como su heredero a Zeus en lugar de él, aun cuando sabía bien, era superior a su hermano mayor en todo aspecto, había huido de casa hacia mucho tiempo, llevándose únicamente la fotografía de su madre consigo, su mafia había crecido hasta convertirse en la más grande de toda Italia, y el, se había dado el lujo de rechazar a su padre cuando le suplico volver, ahora era un hombre de 28 años, multimillonario y poderoso, no tenía nada más que desear, lo tenía todo…sin embargo, aquello ojos agua marinos lo asaltaron de repente, Alice Wright y su belleza pura, su inocencia, su valentía al enfrentarlo, bebiendo más de aquella botella de lujo, sintió un tirón en su entrepierna, nunca una mujer había logrado ponerlo tan duro, deseo, un deseo ardiente que lo quemaba era lo que Alice lo hacía sentir, había tenido un centenar de mujeres desnudas y bajo el en su cama…pero no a ella, a ninguna como ella, tomando su chaqueta de cuero, y mirando que ya era la hora del cierre en el Bar, se apresuró a salir, quería ver a aquella mujer que tanto le gustaba.
Alice limpiaba las mesas, cada maldito cliente por fin se había largado y era su turno de cerrar y limpiarlo todo, ninguna de sus “amables” compañeras, se había quedado a ayudarle, el chófer de Becca la esperaba afuera para llevarla a casa cuando terminara, había sido una noche pesada, varios clientes intentaron propasarse con ella, se sentía demasiado molesta por ello.
Mirando aquel tubo de metal donde las bailarinas ofrecían sus exóticos bailes, se sintió tentada de probarlo, aquella sensación que venía observando desde días atrás, una falsa libertad, así se veía eso, no había nadie allí para verla, estaba completamente sola, dejando el trapo humedecido con el que estaba limpiando, subió hasta el escenario, acariciando aquel tubo frío, sintió un escalofrío recorrerla, recordando las burlas de sus compañeras, frunció su ceño en molestia, nadie la creía capaz de hacer algo atrevido, y tenían razón, no lo haría…al menos no con público.
La música aún sonaba, no la había apagado para acompañarse mientras terminaba de limpiar, sintiendo su corazón latir a mil por hora, sentía una desconocida emoción sobrecogerla, intentando imitar los pasos de baile que ya había visto muchas veces, Alice se abrazo de aquel tubo, moviendo sus caderas de manera erótica y sensual, se sentía sexy, como nunca antes se había sentido, seguramente sus padres y todo aquel que la conocía, morirían de un infarto dos veces al verla hacer tal cosa, aquel pensamiento la hizo sonreír, soltándose más, la hermosa castaña bailaba, sin saber, que cada erótico movimiento que hacía creyendo estar sola, era observado por Hades Dogaru.
Hades observaba a su Alice bailando en el tubo, tan sensual, tan provocativa…acercándose hasta ella sin que lo notará, subió al escenario y la tomó por las caderas pegándola a su cuerpo, bailando con ella, dejando caer su cálido aliento en su delgado cuello de cisne.
Alice sintió que todos los colores del mundo subían desde sus pies hasta sus mejillas, en su emoción, no había notado la presencia que ya conocía demasiado bien, no hasta el momento en que se había pegado a ella, sus piernas temblaron y estando a punto de caer, Hades la sostuvo entre sus fuertes brazos tatuados, mirándose fijamente, ojos de zafiro y agua marina se perdieron en el otro, Hades, recorriendo con las yemas de sus dedos el cuerpo de Alice hasta detenerse en el inicio de sus pechos, la miró fijamente de nuevo.
– No hagas esto en frente de otros, baila así solo para mí, tu me perteneces Alice Wright, y no permitiré que alguien más te vea de esta manera – dijo Hades con voz ronca y sensual para luego besar los labios de Alice con deseo y pasión, completamente demandante y dominante, la hermosa castaña, quien se había quedado paralizada ante aquella poderosa, sexy e imponente mirada, se dejó llevar en aquel momento.
Aquel primer baile, un reclamo de propiedad, un hombre que deseaba a una mujer, una mujer que sentía sus caderas ardiendo al tiempo en que su corazón amenazaba con escapar de su pecho, un primer beso, demandante, sexual, Alice se sentía perdida…y no sabía si deseaba ser encontrada.
El sol bañaba el jardín de la residencia Wilson, propiedad de Becca y el refugio de Alice, las aves revoloteaban de un lado a otro alborotadas por las pequeñas semillas que la castaña arrojaba sobre el pasto fresco para alimentarlas, su mirada estaba fija hacia la nada, perdida en los muchos pensamientos que la atiborraban desde temprano, era domingo, día libre para ella, esa noche no tendría que ir al bar y, francamente, se sentía reconfortada por no tener que hacerlo, sus blancas mejillas volvían a colorearse de rojo al recordar aquel demasiado bochornoso momento entre ella y Hades Dogaru, aun podía sentir aquel enorme y poderoso cuerpo pegado al de ella y recordaba lo diminuta que era en comparación a él, aquellas palabras que le había dicho, resonaban en su mente como ecos que rebotaban una y otra vez, Hades, deliberadamente le había prohibido bailar en público y, en sus palabras, sólo podría hacerlo frente a él, y eso no había sido lo más alarmante…se habían besado, ¡Ella se besó
La botella de whisky se había terminado, y ahora, caminaba a tomar otra de su colección de licores de lujo, aquellas imágenes aún no se desvanecían de su mente, ver a esa mujer que deseaba en compañía de su hijo, había sido de cierta manera shockeante, aunque pudo imaginar mil escenarios antes de saberlo, nunca imagino que la razón por la cual la inocente maestra de arte tenía un segundo trabajo en un bar, era por un hijo del que tenia que cuidar sola, y lo peor, es que no era solo eso, apresurando a su informante, este acababa de entregarle una carpeta con toda la información que había logrado reunir sobre ella, sobre Alice Wright.Acomodándose en su lujoso sofá de piel, Hades sostenía entre sus manos aquel informe, abriéndolo sin perder más tiempo, comenzó a leer deprisa lo que tenían para decirle, sin mirar nada mas que aquellas letras en papel, fotografías, informes de bancos, y un sinfín de información que hablaban sobre la precaria situación de Alice.Dando un gran trago de ese
La mañana había llegado después de una extraña noche, Alice se sentía muy reconfortada entre los poderosos brazos de Hades donde se había quedado dormida, despertando por inercia como cada mañana hacia, recordó los eventos que habían tenido lugar la noche anterior cuando el apuesto ojos de zafiro se había colado por su ventana, incorporándose un poco, se percato de que ambos se habían quedado dormidos sobre el suelo, agradecía infinitamente que Rebecca no entrara a la habitación sin avisarle primero, no tendría idea de como explicarle a ella y a su marido lo que hacia Hades Dogaru allí, sinceramente ni siquiera ella entendía el porqué, pero, por supuesto, se podría dar a todas las malas interpretaciones del mundo aun cuando no hicieron nada indecente, además, Becca no le iba a creer eso, mirando el hermoso rostro varonil de Hades, Alice se sentía bajo un hechizo al mirarle dormir tan apaciblemente, como si fuese un niño, repasando con sus yemas aquellos hermosos rasgos, Hades abría lo
El sol en lo alto alcanzaba los enormes ventanales en su lujoso departamento, la mañana recién comenzaba y el, Hades apenas si había dormido la noche anterior, tener a Alice Wright entre sus brazos sin nada más que sentirla durmiendo, había sido una nueva experiencia, no se habían desnudando, no habían tenido una noche de sexo, sin embargo, se sentía extrañamente complacido.Colocando aquella bonita pintura en su habitación, Hades observaba su propio rostro detallado por las talentosas manos de Alice, no era una simple pintura, era en realidad, una obra de arte que expresaba mucho de la confusión que su persona provocaba en la hermosa mujer, trazos fuertes, definidos, como si de alguna manera ella supiese como era el en realidad, su mirada lucia salvaje, apasionada, y no pudo evitar preguntarse si así la miraba a ella, y por eso, la profesora de arte, había plasmado aquello con la precisión única de un artista.Dejándose caer sobre la cama, sentía aun la adrenalina en su cuerpo impidi
La luz del sol se colaba por aquellas elegantes cortinas en sus enormes aposentos, había amanecido, era lunes, y todo empresario sabía que no había tiempo para tomar un descanso, levantándose de su lujosa cama, Zeus miraba el reloj, eran apenas las 7 am, hora adecuada para comenzar su día, bajando al gimnasio privado en su mansión, el apuesto filántropo comenzaba su pesada rutina de ejercicios para tonificar su cuerpo, mirándose en el espero del lugar, lucia muy diferente de sus trajes costosos de siempre, aquella ropa deportiva dejaba ver mucho de su musculatura, sus brazos eran fuertes, su torso era poderoso, algo que Alice Wright jamás había visto de él, la hermosa castaña no había vuelto a llamarlo desde aquel acalorado momento en que se excusó para marcharse, así era ella, tímida, siempre tímida, una mujer hermosa y recatada, inocente como ninguna, la deseaba para si mismo desde hacia mucho tiempo ya, sin embargo, Alice no era el tipo de mujer que dejaría a su esposo, sin importa
La tarde caía finalmente, las nubes en el cielo se habían coloreado de tonalidades rojizas haciendo que el paisaje luciera hermoso, era el momento de volver al bar de millonarios, quizás, allí estaría Hades, Alice sentía su corazón latir con fuerza conforme el auto se acercaba mas y mas al lugar, aun sentía las seductoras caricias de Hades Dogaru sobre ella tocando su parte mas intima con delicadeza, con deseo…aquellas sensaciones habían sido algo totalmente nuevo, aun cuando no era una principiante y ya tenía un hijo, nunca antes había sentido nada como eso, Henry y ella únicamente hacían lo que hacían sin mayor emoción, sin pasión, como si no hubiese química entre ellos, en su matrimonio, había llegado a un punto en que aquel deber marital se había vuelto tedioso, insoportable, incluso, rogaba a veces porque aquella faena solo durase unos cuantos minutos para poder dormir sin tener que despertar con reclamos al día siguiente, Henry nunca se empeñaba en hacerla disfrutar a ella, únic
Todos en el bar guardaron silencio, todos conocían bien a aquel hombre que recién regresaba de Alemania, el terrible líder de la mafia rival que dirigía Hades Dogaru, Fabrizio era un hombre terrible y un completo malnacido, uno que tenia mucha sangre en sus manos y con el que nadie se atrevía a meterse, nadie excepto Hades.Levantándose del suelo con dolor, Alice miro directamente a los ojos de aquel nefasto sujeto que la miraba con burla.– No iré contigo, no me importan tus amenazas, no tengo idea de quien seas, pero llamare a la policía ahora mismo – dijo la hermosa castaña sacando su móvil.El celular de la chica salió por los aires cuando Fabrizio la tomo con furia por los cabellos, Alice no bajo su mirada ni demostró temor alguno, no se permitió llorar a pesar de sentirse completamente aterrada, no le daría el placer a aquel asqueroso hombre, sus pensamientos únicamente estaban con Dante, su corazón se sentía dolorido al pensar en su hijo, pero si iba a morir, prefería hacerlo c
El viento fresco la golpeaba directamente en la cara con suavidad, Rebecca le había dado permiso para escaparse del bar por esa noche después de tan desafortunado incidente con aquel cliente asqueroso, Hades la había defendido de aquel sujeto que amenazo su integridad, dejándola con demasiado en mente, aquel apuesto hombre de tatuajes, estuvo dispuesto a exponer su propia vida por ella…así como dar fin a la de quien la amenazo.El delicioso viento de la noche era francamente algo que estaba necesitando en esos momentos, Hades la miraba fijamente, esperando una respuesta a lo que acababa de proponerle…la había invitado a conocer su departamento, mostrarle donde exactamente había colocado su pintura, y…aunque no lo dijera, había algo mas allí.– Avisare a Becca que me iré contigo, espérame aquí, vuelvo en un momento – dijo ella caminando hacia las oficinas del bar.No renunciaría a su empleo como Hades deseaba que hiciera, un hombre con demasiada boca y tan pequeño valor como el que la