Los idiotas también se enamoran
Los idiotas también se enamoran
Por: Mary Ishakov ❤️
Prólogo

Si la belleza y la estupidez fueran personas se llamarían: Alan Patterson y Max Wolf, dos idiotas sin remedio mejores amigos desde la primaria hasta en la universidad, su amistad era más fuerte que el vodka que bebían en las fiestas a las que se asistían; y más resistente que sus piernas cuando corrían por haber robado algo en una tienda y más especial que el condón barato que usaban. Los dos tan iguales pero tan distintos como el agua y el aceite. Alan era más calmado iluminado de un encanto natural haciendo suspirar a hombres y mujeres, por ser amable pero frió una combinación demasiado extraña pero a el le quedaba a la perfección. Todo lo contrario con Max que era un "Golden Boy", su personalidad era muy risueña y extremadamente extrovertida, era el descaro en vivo y a todo color.

Alan caminó con estilo mientras su flequillo rubio cubria su ojo izquierdo no era emo pero le daba un aire misterioso y sexy, algunas chicas chillaron al verlo a lo que solo puso los ojos en blancos y siguió con su andar tranquilo, era lunes y no queria hacer nada estúpido suficiente tenia con sus seis ausencias en la clase de arte , matemática e inglés. ¿Cómo podia reprobar inglés si el es americano?. Dejó algunos libros en su casillero y vio a su compañera de clase Leah. Desde varios meses el gélido e inexpresivo Alan se había fijado en la pelinegra, hizo lo imposible por llamar su atención e invitarla a tomar un trago pero ella lamentablemente, tenia un maravilloso problema ¡Un novio!. Si, el chico más popular no podia salir con la chica que le gustaba porque suspiraba por alguien más.

Santiago Ibañez el chico más inteligente de toda la universidad era su enemigo directo, solo que el no lo sabia.

El tipo era un genio a pesar de tener veinte años tenia más de cinco premios en declatones académicos y experimentos que hacia, y no solo habia tenido suerte en sus valoraciones sino que tambien era novio de la chica por la que soltaba la baba pero que no demostraba solo hacia cara de fastidio cuando la miraba. ¡Pésimo casanova!. Leah se dio la vuelta y no chilló o hizo el intento por hablarle todo lo contrario siempre que podia lo ignorara maravillosamente. Golpeó el casillero y lo cerró en eso vio la burla en los labios de su mejor amigo, Max se acomodó su camisa y supo que había tenido su "Desayuno matutino".

— ¿Cómo te fue hoy en el desayuno?, ¿Qué comiste hoy?. — Preguntó con sarcasmo Alan mientras caminaba a su lado.

— Una maravillosa *Milf*. — Le guiñó el ojo. — Creo que pase la clase de informática sin ningún problema, gracias Alá por darme un buen amigo entre las piernas para contentar a las mujeres solas.

— Si el decano de la facultad se da cuenta que te acostate con su esposa, serás hombre muerto pero al parecer eso no te importa. — Sonrió con diversión, Alan acabó con la sonrisa en los labios de Leah mientras tomaba la mano de su novio. — Yo deberia ser el que tenga que sostener su mano mientras caminamos junto al mismo salón, ni siquiera estudian la misma carrera.

— ¿Por qué no le hablas como lo haces con las otras chicas?. — Preguntó Max mientras detenía a su amigo y lo miraba a los ojos. — No hay chica que no se resista a tus encantos frió como el congelador de mi casa, solo háblale y ya. — Max chasqueó los dedos. — Hoy en la noche Ricky hará una fiesta y se que Santiago irá, invitala o emborracha a su novio y la secuestras a lo timón y pumba.

Alan alzó la ceja por las palabras de su amigo.

— ¿Timón y Pumba?. — Lo extrañado hasta que comprendió las palabras de su amigo. — ¡Ah!, Es Romeo y Julieta. — Max le restó importancia. — La verdad no se como pasaste el examen para estudiar en esta universidad y no. — Golpeó su frente. — Es estúpido, quizás la invité a bailar pero no haré esa estupidez.

— Tú te lo pierdes. — Max se dio la vuelta y abrazó a unas chicas que lo habían llamado.

(.....)

La profesora Cisnero casi le da un infarto cuando vio a Alan entrar a su clase, era la tercera vez que se presentaba a su clase, la mujer espero hasta que se sentará y siguio dando su nada aburrida clase, Alan demostró a Leah quien anotaba hasta la última palabra que salía de la boca de la cincuentona señora. En ese momento pensó que si su amigo era capaz de acostarse con ella por pasar la clase, una arcada se vino a su garganta de solo imaginarselo y todos lo observaron, puso los ojos en blancos y abrió su libreta. No se creía un experto en dibujar pero disfrutaba hacerlo, tomaba su lápiz y dibujos las facciones de Leah mientras anotaba lo que sea que estaba hablando la maestra, en eso se dio cuenta de que alguien estaba a su lado.

— Señor Patterson veo que no le interesa mi clase ya que esta perdido dibujando a la señorita Charm, ¿Desea confensarle su amor o algo?. — Habló profesora aburrida pero con diversión en los ojos al ver el nervio en sus ojos. — ¿Y bien algo que quiera decir?.

— ¡Jamás andaría con una chica tan aburrida como ella!. — Respondió con asco. — No me calienta en lo absoluto.

— El sentimiento es mutuo Patterson. — Contestó Leah mientras sacaba su dedo de en medio y todos en el salón reían.

¡Maténgame ya!. Pensó Alan abrumado.

La clase terminó después de hablar algo que no entendió porque estaba buscando la manera perfecta para ir a buscar a los hombres de negros y robarle su aparato para borrarles la memoria a todos, Leah lo miró con molestia y salió del salón, Alan suspiro cuando vio a su amigo esperandolo en la puerta habia algunas chicas a su lado a quienes le sonrio con coqueteria.

— Creo que me vendría de maravilla una cerveza.

.........

Ricky era el hijo único de unos banqueros el chico estaba bañado en dinero, ya pesar de que no era tan popular siempre daba las mejores fiestas, Alan y Max saludaron a algunas de las personas que estaban bailando arriba de las mesas de la lujosa casa. Tomaron unas cervezas y sonrieron mientras que Max guardaba algo que le llamará la atención en su chaqueta, cada quién buscó algo que les gustará cuando Alan demostró a un chico que estaba devorando a una chica, quiso no prestarle atención y seguir su camino cuando escuchó un nombre que seria la clave de su salvacion.

— Santiago besas maravilloso. — Habló la chica emocionada. — ¡Eres un genio en todo!.

Alan salió de ahí y fue a buscar a su amigo quien ya estaba besando a una chica lo apartó y lo llevó donde seguía Santiago con la chica en una esquina, su mejor amigo saco su teléfono y le tomó una fotografía, Max se lo mandó a su amigo por mensaje y sonrió.

— Esto querido amigo será tú llave para estar con la chica de tus sueños.

Alan sonrió sin saber que esa foto seria el inicio de una rara historia de amor.

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