A primeras horas de la mañana, Jonas llegaba a la jefatura de policías luego de una ardua noche tratando con vagos y adolescentes pandilleros. En las últimas horas no había dado cabida a otros asuntos en su mente, más que la operación rescate para traer a Anne de regreso, así que siguió directo a la segunda planta, ansioso de conocer los detalles. No obstante, antes de subir por las escaleras encontró a James tumbado sobre una incómoda butaca de madera, estaba dormido.
-James. -empezó a despertarlo dándole suaves empujones. No demoró mucho en reaccionar.
-¿Qué sucede? -se despertó sobresaltado, el policía tuvo que contenerlo para que no se levantara.
-¿Desde cuándo estás aquí? -preguntó Jonas. La respuesta demoró un bostezo y una estirada de brazos
-Llegue a las cuatro de la madrugada. Maddox me h
El Roll Royce de Brahim frenó sobre la arenilla que se levantó dejando una espesa bruma de polvo en el aire. Bajó del vehículo y se colocó sus anteojos de negros. Luego, ingresó a la fábrica que se mantenía constantemente activa, ese día parecía haber más trabajo que los días promedios. Brahim siguió hasta el pequeño cuartito que funcionaba como despecho, al final de un amplio salón que parecía más pequeña de lo que realmente era por estar ocupada por las máquinas y otros artefactos de elaboración de las sustancias. Una vez adentro, se sentó en la única silla que allí había y fue atendida por una mujer de rasgos orientales que le sirvió un coñac en las rocas.-Dígale a Marcela que necesito hablar con ella cuanto antes. -ordenó Brahim con una tranquilidad perturbadora, era la calma antes de la tormenta. La sirvienta asintió y se retiró en seguida. No ocurrió mucho tiempo de su salida a la llegada de Marcela; una mujer de aspecto desaliñado, aunque con facciones atractivas, era
Las gotas de agua iban cayendo, cada vez, más tibias hasta haberse enfriado por completo. Anne no quiso sentir esa gélida sensación que pretendía borrar de su piel las caricias suaves del agua caliente que habían llenado de vapor el cuarto de baño hasta hacerlo parecer una sauna. Abrió la puerta corrediza y se cubrió con una toalla. Pasó del cuarto de baño a la habitación, sin notar nada fuera de su luegar, no podía hacerlo, Brahim lo había dejado todo tal y como estaba. Pasó la toalla a lo largo de su silueta secando hasta el último rastro húmedo. Se aproximó al armario y extrajo un chándal de terciopelo, cómodo y cálido, y una sudadera negra. Con respecto al calzado, se decantó por unas zapatillas para hacer deporte. Iría a correr, aunque no se alejaría demasiado y para eso tenía dos guardaespaldas designados por Ci
En poco tiempo el doctor Lamberti improvisó una sala de obstetricia en una de las habitaciones para huéspedes, luego de haber sanado las heridas de Brahim con alcohol y cubrirlas con vendas adhesivas, tenía por todas partes incluyendo su rostro que, lejos de perder atractivo, le ofrecía un aspecto de alfa.Le aplicaba gel sobre el abdomen bajo la atenta mirada de Brahim que quería verificar con sus propios ojos el supuesto hijo que se engendraba en su interior.-¿Ciro está muerto? -preguntó Anne cortando el abrumador silencio que hasta entonces envolvía el momento. No despegó sus ojos de la pantalla de ultrasonidos.-No, solo lo golpeé muy fuerte. -respondió Brahim tranquilamente. Tenía pendiente mandar a Lamberti a inspeccionar a su hermano, los guardaespaldas lo habían recogido del suelo de la oficina y lo llevaron a la habitación principal; la de Anne, a&u
Durante el resto del día, Anne se mostró muy atenta a las necesidades de Ciro: le llevaba comida, jugos y agua, y de vez en cuando se quedaba en la habitación solo para proporcionarle compañía, aunque no hablaran mucho. Ciro, naturalmente, lo agradecía, la sentía cerca como hacía mucho tiempo no la sentía, pero había en él un perturbador presentimiento que lo inquietaba. Seguía sin entender por qué Brahim no le había tocado un solo cabello. Quizás era una duda absurda de resolver, pero hasta no entender qué había hecho que su hermano cambiara de parecer no estaría tranquilo. Mientras tanto, se mantendría alerta, sucumbido en lo que le parecía ser la calma antes de la tormenta.El doctor Lamberti le había recetado descanso y unas aspirinas porque, a pesar de que el golpe en la cabeza no había sido muy severo, no significaba q
Esa noche, marido y mujer descansaron sobre un mismo lecho, respetando los límites de sus cuerpos muy a pesar de Ciro quien moría por querer dormirla entre sus brazos, solo eso, sin pretenciones pasionales. Solo quería tenerla sobre su pecho y sentir de cerca los latidos de su corazón, y creer ingenuamente que todavía le pertenecía, aunque fuera una ilusión. Su alma lo necesitaba tanto como el pájaro necesita sus alas para no caer. Pero se contenía. Miraba su esbelta espalda que quedaba un poco descubierta por la camisa de tirantes de su pijama y en un atrevido acto decidió delinear su piel con la yema de su dedo. Eran suaves roces que corrían de un lado al otro, descendiendo para luego subir de nuevo y repetir el proceso.No pretendía depertarla. Aunque no tenía ningún caso, ya estaba despierta. Hacía mucho tiempo, desde el día que descubrió quién era
A primeras horas del día, cuando las madres alistaban a sus hijos para llevarlos al colegio o los hombres marchaban a sus oficinas. En la mansión Tonali yacía estacionado un camión de carga pesada con kilos y kilos de estupefacientes encubiertos en fórmula para bebés. El joven chófer con el que Brahim hablaba el otro día, obedeció a sus órdenes y se presentó temprano, previo a marchar a Norteamérica, para que su jefe comprobara la calidad de su producto. Brahim sacó una pequeña navaja y llenó la punta de polvo blanco que luego probó. Sonrió complacido de su sabor tan puro, ninguno de sus competidores venderían algo similar. Dio el visto bueno y el joven chófer se dispuso a volver a su camión.-Álvaro. -escuchó el chófer. Se viró hacia la mansión de donde salía la esposa de su señor. A
La carta.El sobre sellado que Anne le había entregado al joven chófer viajaba en la guantera del camión junto a una caja de cigarrillos y otra de cerillas, siendo vigilada por Álvaro quien eventualmente abría la guantera solo para asegurarse de que la carta viajaba con él, aunque no tenía forma de perderla, aún no la sacaba de allí. Iba atravesando la galante ciudad milanesa pasado ya la mitad del día, y todavía tenía mucho recorrido por andar. Pero Álvaro no se quejaba de su trabajo, era recompensado con diez mil euros solo por conducir un camión de carga dos o tres veces al mes. Tampoco era tonto, sabía qué transportaba en cada viaje, por qué era el trabajo de chófer mejor recompensado de los otros en los que había trabajado, pero para él el riesgo valía la pena (lo creía ingenuamente porque nunca habí
Ciro, sintiéndose en mejor condición, estaba de pie frente a las botellas de licor, tan variadas, que guardaba en su bodega, sin conseguir elegirse por una. Tomó una pequeña botella con forma casi cuadrada y la ojeó, era un vodka Absolut. Pensó por un momento y luego la regresó a su puesto, en su opinión era una bebida que tomarían para pasar un buen rato, y esta no era dicha ocasión.-¿Me llamaba, señor? -hizo acto de presencia una de las empleadas domésticas. Ciro apenas apartó los ojos de las estanterías.-Sí. Tráeme a Brahim, tenemos asuntos que tratar. -ordenó inexpresivo.Rodeó la mesa redonda del centro y se posó frente a otra estantería. Vio vinos y cocteles, licores que tampoco tenían mérito en la reunión de hermanos, eran bebidas muy suaves, para adormecer sus sentidos y Ciro ne