La carta.
El sobre sellado que Anne le había entregado al joven chófer viajaba en la guantera del camión junto a una caja de cigarrillos y otra de cerillas, siendo vigilada por Álvaro quien eventualmente abría la guantera solo para asegurarse de que la carta viajaba con él, aunque no tenía forma de perderla, aún no la sacaba de allí. Iba atravesando la galante ciudad milanesa pasado ya la mitad del día, y todavía tenía mucho recorrido por andar. Pero Álvaro no se quejaba de su trabajo, era recompensado con diez mil euros solo por conducir un camión de carga dos o tres veces al mes. Tampoco era tonto, sabía qué transportaba en cada viaje, por qué era el trabajo de chófer mejor recompensado de los otros en los que había trabajado, pero para él el riesgo valía la pena (lo creía ingenuamente porque nunca habí
Ciro, sintiéndose en mejor condición, estaba de pie frente a las botellas de licor, tan variadas, que guardaba en su bodega, sin conseguir elegirse por una. Tomó una pequeña botella con forma casi cuadrada y la ojeó, era un vodka Absolut. Pensó por un momento y luego la regresó a su puesto, en su opinión era una bebida que tomarían para pasar un buen rato, y esta no era dicha ocasión.-¿Me llamaba, señor? -hizo acto de presencia una de las empleadas domésticas. Ciro apenas apartó los ojos de las estanterías.-Sí. Tráeme a Brahim, tenemos asuntos que tratar. -ordenó inexpresivo.Rodeó la mesa redonda del centro y se posó frente a otra estantería. Vio vinos y cocteles, licores que tampoco tenían mérito en la reunión de hermanos, eran bebidas muy suaves, para adormecer sus sentidos y Ciro ne
El doctor Lamberti era un cirujano general, uno de los mejores de Italia, sabía poco, casi nada de embarazos, sin embargo, cuando Brahim le informó que sería el responsable de atender el embarazo de Anne, éste se puso manos a la obra y se educó cuanto pudo acerca del tema, consultando libros, tésis y pidiendo el consejo de varios colegas especializados en el área. Asimismo tuvo que improvisar una sala de consulta en una de las habitaciones de su propia casa.-Todo parece en orden, señor, el feto no presenta anomalías y la madre tampoco. -informó Lamberti, temeroso a caer en detalles específicos que pudieran delatar su precaria formación. Brahim estaba cómodamente sentado en un sillón de cuero puesto exclusivamente para su necesidad. Se levantó y se acercó a la camilla donde Anne reposaba, a centímetros del aparato de ultrasonidos.-¿Puede determ
Durante el paso sobre las escarlatas aguas del atlántico, Álvaro vivió los cinco mejores días de su vida; bebiendo ilimitadas cantidades del más exquisito licor, fumando uno tras otro, el mejor tabaco; y probando a las mujeres que quisiera. Todo eso lo alternaba con juegos de cartas, dardos y billar. El embarque en Reino Unido hacia Le Havre, en Francia fue la parte más divertida para Álvaro, no había querido que el ferry llegara nunca. Los dueños de estos barcos de carga solían acumular exageradas deudas con los hermanos Tonali por lo que los embarques de su mercancía era una forma de retribución.La carta, en todo momento estuvo guardada en el bolsillo interno de su chaqueta, no había confiado en dejarla en otro sitio, ni a ninguna otra persona, incluso cuando regresó a tierra firme, manejando un nuevo camión, la tuvo allí. Solo la policía sueca le hab&iacu
Aunque hubiera querido no decirle nada a James acerca de la carta, Jonas no encontró otra alternativa, por eso viajó hasta la casa del periodista y le explicó la situación en la que SWAT se hallaba, ese punto ciego del que no avanzaba, y la solución que había aprobado como efectiva.-El detective privado que contrataste, probablemente hubiese encontrado la casa de estos dos delicuentes. -dijo Jonas. -Si me das la información que recolectó tal vez encontremos alguna dirección.-Ese maldito detective resultó ser un estafador.-¡Qué!-Lo que oyes. Me pedía más, muchísimo más de lo acordado a cambio de lo que había descubierto. Hace semanas que le perdí la pista, no volví a saber nada de él. -Jonas escuchó atento, pensativo. No era una opción descartada.-Pásame sus datos y todo lo que sepas, o
Una segunda ecografía reveló un sano desarrollo del feto, en armonía con la madre quien había seguido al pie de la letra las indicaciones del doctor Lamberti. El embarazo ya empezaba a ser un reflejo exterior, su plano abdomen iba creciendo formando una pequeña, aunque notoria barriga. Salieron del consultorio (dicho mejor, la casa de Lamberti). Anne llevaba una inconcebible sensación. Un segundo vistazo a su hijo la dejó extrañamente conmovida. No sabría decir si fue así la primera vez, con su primogénita o si era una nueva sensación, como fuere no estaba bien, la situación en la que estaba encrucijada no le permitía pensar en ositos dormilones ni en paletas de colores. Por mucho que le doliera, el destino de ese niño seguía en duda.-Oye Anne… -dijo repentinamente Brahim qued
Partieron de la mansión a bordo del ya conocido Mustang con destino a Florencia. La ciudad era invadida por las luces artificiales de carteles publicitarios, farolas y comercios robándole el protagonismo a la luna que brillaba en su máximo esplendor. Anne la veía a través del cristal de la ventanilla, siguiéndola como si buscara protegerla del hombre que iba manejando a su lado. Ciro no había pronunciado una sola palabra desde que salieron de la mansión. Ni siquiera cuando la vio de regreso luciendo el vestido que él mismo había escogido para ella. Solo se había asegurado de que llevara puesto el anillo de boda en el dedo correcto.-¿A dónde vamos? –preguntó Anne asfixiándose en el silencio. Fue ignorada. Ciro hizo caso omiso a su pregunta, como si no hubiera dicho nada. El recorrido se hab&iac
Con doscientos mil euros en el bolsillo, Michael había vivido los últimos meses como una celebridad: viajando, yendo y viniendo a fiesta, bebiendo alcohol por montones y consumiendo otras sustancias, a todo esto le sumaba la agradable compañía femenina de algunas mujeres que a cambio de dinero hacían lo que fuera. Pero no era tonto, sabía que a la sombra de su regodeo acechaban las consecuencias. Había vendido información valiosa a la mafia italiana habiendo una agente del FBI en peligro. Por eso no se sorprendió cuando vio una patrulla del BND (Servicio Federal de Inteligencia en Alemán) aparcando a las afueras del hotel cinco estrellas en el que se alojaba por más siete días. Profirió una maldición y se apresuró a guardar en un pequeño bolso de gimnasio un par de fajos de billetes
Cerca de las nueve de la noche Michael, esposado y custodiado como si se tratara de un alto líder de algún carter sudamericano, regresaba a su país oriundo, Estados Unidos. La brisa otoñal que soplaba arrastrando con ella el olor a hot dog, hamburguesas y tacos, el acento inglés resonando en cada esquina y sus delirantes personas que caminaban en las calles hablándole a la nada, le daban la bienvenida a una tierra a la que nunca pensó regresar. En un convoy de S.W.A.T fue trasladado desde el helipuerto hasta la sede central de operaciones. Una vez allí, oficiales de rango inferior lo procesaron, le ofrecieron un abrigo más cómodo y le dieron de comer. Michael no se mostró renuente a ningún trato, y cuando tuvo que ser copertivo, lo fue. Sin embargo, no ignoró la omisión de la lectura de sus