Eran las tres de la mañana cuando Bethany fue sobrevenida por los antojos de medianoche. Salió de su dormitorio descalza para no advertir a Ciro, aunque era un poco difícil. El italiano no esperó un nuevo intento de fuga de su esposa cuando decidió reforzar la seguridad colocando cámaras en cada rincón de la casa, sensores de movimientos que enviaban señales a su celular y hasta veinte guardias que sondearan los exteriores de la casa las veinticuatro horas del día. También afirmó la entrada contratando un segundo guardia que ayudara en el control de quién sale o entra de la propiedad. A Bethany le parecía absurdo, ya solo le faltaba construir una habitación del pánico. Abrió el refrigerador y ojeó cada alimento que encontró allí, aunque era la sección de postres la que m&a
Ciro estaba en su oficina, sentado frente a su ordenador. Había considerado la idea de borrar los archivos recopilados por el detective, pero qué caso tenía hacerlo ahora, cuando Anne ya sabía la verdad. Fue muy ingenuo al relevar el contenido de aquellos archivos, y más ingenuo aun al pensar que Anne no los encontraría. Debió llevarlos a otro ordenador o pasar todo a una memoria USB que nunca soltaría. Ahora, las concecuencias le estaban pasando factura por su descuido.-Ya estoy aquí. ¿Qué sucede? -era Brahim entrando sin previo aviso. Ciro seguía sin poder verlo con buena cara, siempre con el entrecejo fruncido y ojos inexpresivos. Lo vio acomodarse en la silla al otro lado del escritorio.-Planeo ir a Rusia. Tendrás que hacerte cargo de las empresas. -le dijo sin rodeos.-¿Para eso me has hecho venir? Ya lo hemos hecho antes: tú te vas de vacaciones, yo me hago cargo y cuando vuelvas enmiendas mis errores.-No, hermano, está vez será diferent
A primeras horas de la mañana, Jonas llegaba a la jefatura de policías luego de una ardua noche tratando con vagos y adolescentes pandilleros. En las últimas horas no había dado cabida a otros asuntos en su mente, más que la operación rescate para traer a Anne de regreso, así que siguió directo a la segunda planta, ansioso de conocer los detalles. No obstante, antes de subir por las escaleras encontró a James tumbado sobre una incómoda butaca de madera, estaba dormido.-James. -empezó a despertarlo dándole suaves empujones. No demoró mucho en reaccionar.-¿Qué sucede? -se despertó sobresaltado, el policía tuvo que contenerlo para que no se levantara.-¿Desde cuándo estás aquí? -preguntó Jonas. La respuesta demoró un bostezo y una estirada de brazos-Llegue a las cuatro de la madrugada. Maddox me h
El Roll Royce de Brahim frenó sobre la arenilla que se levantó dejando una espesa bruma de polvo en el aire. Bajó del vehículo y se colocó sus anteojos de negros. Luego, ingresó a la fábrica que se mantenía constantemente activa, ese día parecía haber más trabajo que los días promedios. Brahim siguió hasta el pequeño cuartito que funcionaba como despecho, al final de un amplio salón que parecía más pequeña de lo que realmente era por estar ocupada por las máquinas y otros artefactos de elaboración de las sustancias. Una vez adentro, se sentó en la única silla que allí había y fue atendida por una mujer de rasgos orientales que le sirvió un coñac en las rocas.-Dígale a Marcela que necesito hablar con ella cuanto antes. -ordenó Brahim con una tranquilidad perturbadora, era la calma antes de la tormenta. La sirvienta asintió y se retiró en seguida. No ocurrió mucho tiempo de su salida a la llegada de Marcela; una mujer de aspecto desaliñado, aunque con facciones atractivas, era
Las gotas de agua iban cayendo, cada vez, más tibias hasta haberse enfriado por completo. Anne no quiso sentir esa gélida sensación que pretendía borrar de su piel las caricias suaves del agua caliente que habían llenado de vapor el cuarto de baño hasta hacerlo parecer una sauna. Abrió la puerta corrediza y se cubrió con una toalla. Pasó del cuarto de baño a la habitación, sin notar nada fuera de su luegar, no podía hacerlo, Brahim lo había dejado todo tal y como estaba. Pasó la toalla a lo largo de su silueta secando hasta el último rastro húmedo. Se aproximó al armario y extrajo un chándal de terciopelo, cómodo y cálido, y una sudadera negra. Con respecto al calzado, se decantó por unas zapatillas para hacer deporte. Iría a correr, aunque no se alejaría demasiado y para eso tenía dos guardaespaldas designados por Ci
Cuando hubieron sucedido poco más de cuatro meses, Bethany Carter despertó del coma en una insípida y fría cama de hospital en la glamorosa ciudad de Florencia, en Italia. Sin el menor recuerdo de quién era, amnesia retrógrada fue su diagnóstico. El doctor Vitto, un hombre que a pesar de su avanzada edad, no sucumbía a los deterioros de la vejez, paseaba una suave luz por sus ojos, terminando con la revisión rutinaria. -Muy bien señorita Carter. Todo parece estar en orden, pero eso es algo que solo usted podría confirmarme. Dígame ¿algún mal la apercibido recientemente? -Preguntó el doctor.-No, en lo absoluto. -Respondió Bethany, sentada en la cama, vistiendo una bata de hospital. Era una mujer de tez pálida y cabello rojizo con un corte que le caía un poco más abajo de los hombros. -Perfecto. -Exclamó Vitto con simpatía, de pie en una esquina. -El señor Tonali se encuentra a esperas de poder verla ¿Desea que le permita el ingreso? -Inquirió. Bethany retorció la sábana, nerviosa. E
A mitad de la madrugada, Bethany se removía y pataleaba en la cama, por respeto, Ciro le dejó la habitación principal para ella sola, mientras que él se cambió a una de huéspedes. La mujer era atacada por lo que parecían ser pesadillas. Un par de orbes negros que la miraban en una solemne oscuridad y unas manos que apretaban su delgado cuello. Ella forcejeaba por querer sobrevivir, aunque despacio iba perdiendo la consciencia. Finalmente, despertó sobresaltada cuando en sus pesadillas cayó al suelo. Se sentó con la respiración agitada, mirando a sus alrededores. Encendió la lámpara sobre la mesita auxiliar reconociendo la habitación en que se hallaba. Su memoria seguía siendo ineficaz, y era perturbador. Pisó el suelo, descalza y se aproximó a la puerta, la abrió y asomó la cabeza; todo parecía estar en orden: había silencio y oscuridad, normal considerando las altas horas de la noche. Regresó al interior de la habitación y cerró la puerta con seguro, también la del balcón. Volvió a
La cama de Bethany era una marea de vestidos de todos los colores y formas, no conseguía uno que se amoldara a la ocasión. El vestido de tafetán color ciruela, de tirantes y corte superior a la rodilla le parecía ordinario. Hizo un pequeño berrinche y se dispuso a quitarse el décimo vestido, cuando bajó el escote volvió a notar la cicatriz en su abdomen. La inquietud que tenía por darle una explicación era tan arraigada que su memoria le combinó vagos recuerdos de un bebé: lo sostenía en sus brazos y en otras oportunidades lo dormía en una cuna. Bethany se preguntaba si en realidad eran recuerdos o si su mente le estaba jugando sucio y solo le daba lo que quería. Se apuntó aclararlo con el doctor Vitto en la siguiente consulta de revisión. Vestida solo en bragas, se metió al guardarropa y se dio su tiempo para seleccionar un vestido de los enésimos que habían, uno más encantador que el anterior. Le parecía alucinante cómo no podía escoger uno siendo todos elegantes. -¿Bethany? -Esc