Ciro y Brahim yacían en la parte trasera de uno de sus camiones de carga. Se regodeaban en la cuantiosa cantidad de dinero que sus empleados les habían traído de los Estados Unidos, producto de las ventas de estupefacientes y otro poco del contrabando de armas ilícitas. No era la suma más grande que hubieran hecho en su vida, seguramente les superaba, y por mucho, lo que hacían a diario en Rusia o México, no obstante, lo que los tenía desbordantes de la felicidad era haber desafiado a las autoridades supremas de Norteamérica y resultar inmunes. A solo meses de que el FBI les respirara en la nunca, ellos emprendieron un maratón que los salvó de las jaulas. Este botín se contaba por el orgullo.-Y me habías dicho que era una locura. -Le recriminó Ciro a su hermano en lo que se bajaban del camión.-Y lo sostengo. -Dijo seguro Brahim sacudiéndose sus manos.-Que poca fe me tienes hermano. -Añadió Ciro con una sonrisa que abarcaba de extremo a extremo en su reluciente rostro.Para Brahim, E
A primeras horas del día, Michael se dirigía al este de la cuidad, hacia la empresa “Bienes raíces, Carter” Iba angustiado como no podía ser de otra forma teniendo en mente que no sabía absolutamente nada de Bethany desde hacía ya varios días. Una mujer que había adoptado como pasa tiempo sentarse en alguna banca de la plaza principal, de pronto dejó de ir. Y siendo consciente del linaje al que pertenecían su esposo y su cuñado, sus preocupaciones estaban más que justificadas. Bethany era una amenaza para los hermanos, por lo que su vida estaba condicionada. Aunque era una auténtica desconocida, Michael no podía dejar de preocuparse por ella. Vivía engañada.Llegó a la empresa y se encomendó a sus dioses para que todo saliera bien, no solo para Bethany sino para él también. Desde el primer momento en el que pis&
Bethany estaba sentada sobre la cama con la espalda recargada en el cabezal de madera y sus piernas estiradas. Todo lo que se oía en la habitación era su aquietada respiración y el viento que de vez en cuando hacía bailotear las cortinas del balcón. No hacía mucho más durante el resto del día. Solo salía de la habitación cuando tenía la entera seguridad de que Ciro no estaría, y que además tardaría en llegar. Encararlo se hacía cada vez más difícil. Escuchó que llamaban a la puerta y se levantó suponiendo que se trataba de Silvia quien amablemente le llevaba la cena. Era así como habían funcionado los últimos días. Abrió la puerta y se encontró con Ciro. Quiso cerrar de inmediato, pero el italiano se interpuso. -Te invito a cenar. -Dijo Ciro. -Contigo no iría ni a la vuelta de la esquina. -Se rehusó con hostilidad. -Lo sé, por eso organicé una pequeña velada aquí. Solo tienes que bajar al comedor. -Ciro tú... -Insisto. -Vociferó anticipándose a sus pretextos. Bethany exhaló con h
Ciro hablaba en serio cuando le dijo a Brahim que cuidaría de Bethany siempre que él no pudiera estar con ella. Por eso a primeras horas de la mañana, el menor de los Tonali se encontraba en casa de su hermano. -¿Qué se supone que haga? -Preguntó con notorio descontento Brahim viendo a Ciro que terminaba de afeitarse. -Vigilar que no se meta en problemas, es todo. -Dijo con simplicidad. -Estamos hablando de una mujer hecha y derecha, no de una niña. -Debatió Brahim a quien la idea de cuidar de su cuñada le parecía cuando menos estúpida. -Es una mujer muy curiosa y tiene razones para serlo. -Dijo Ciro removiendo la espuma de afeitar de su rostro. -No te preocupes no tendrás que hacer mucho. Seguramente se quedará en la habitación la mayor parte del tiempo. -¿Y qué harás tú todo este tiempo? -Ciro lo miró con seriedad. -Voslov está en la cuidad y quiere hablar conmigo. -Increíble. Te amenazara con descubrir a Bethany a cambio de más terreno Italiano. Y tú, que eres muy ton
Cuando hubieron sucedido poco más de cuatro meses, Bethany Carter despertó del coma en una insípida y fría cama de hospital en la glamorosa ciudad de Florencia, en Italia. Sin el menor recuerdo de quién era, amnesia retrógrada fue su diagnóstico. El doctor Vitto, un hombre que a pesar de su avanzada edad, no sucumbía a los deterioros de la vejez, paseaba una suave luz por sus ojos, terminando con la revisión rutinaria. -Muy bien señorita Carter. Todo parece estar en orden, pero eso es algo que solo usted podría confirmarme. Dígame ¿algún mal la apercibido recientemente? -Preguntó el doctor.-No, en lo absoluto. -Respondió Bethany, sentada en la cama, vistiendo una bata de hospital. Era una mujer de tez pálida y cabello rojizo con un corte que le caía un poco más abajo de los hombros. -Perfecto. -Exclamó Vitto con simpatía, de pie en una esquina. -El señor Tonali se encuentra a esperas de poder verla ¿Desea que le permita el ingreso? -Inquirió. Bethany retorció la sábana, nerviosa. E
A mitad de la madrugada, Bethany se removía y pataleaba en la cama, por respeto, Ciro le dejó la habitación principal para ella sola, mientras que él se cambió a una de huéspedes. La mujer era atacada por lo que parecían ser pesadillas. Un par de orbes negros que la miraban en una solemne oscuridad y unas manos que apretaban su delgado cuello. Ella forcejeaba por querer sobrevivir, aunque despacio iba perdiendo la consciencia. Finalmente, despertó sobresaltada cuando en sus pesadillas cayó al suelo. Se sentó con la respiración agitada, mirando a sus alrededores. Encendió la lámpara sobre la mesita auxiliar reconociendo la habitación en que se hallaba. Su memoria seguía siendo ineficaz, y era perturbador. Pisó el suelo, descalza y se aproximó a la puerta, la abrió y asomó la cabeza; todo parecía estar en orden: había silencio y oscuridad, normal considerando las altas horas de la noche. Regresó al interior de la habitación y cerró la puerta con seguro, también la del balcón. Volvió a
La cama de Bethany era una marea de vestidos de todos los colores y formas, no conseguía uno que se amoldara a la ocasión. El vestido de tafetán color ciruela, de tirantes y corte superior a la rodilla le parecía ordinario. Hizo un pequeño berrinche y se dispuso a quitarse el décimo vestido, cuando bajó el escote volvió a notar la cicatriz en su abdomen. La inquietud que tenía por darle una explicación era tan arraigada que su memoria le combinó vagos recuerdos de un bebé: lo sostenía en sus brazos y en otras oportunidades lo dormía en una cuna. Bethany se preguntaba si en realidad eran recuerdos o si su mente le estaba jugando sucio y solo le daba lo que quería. Se apuntó aclararlo con el doctor Vitto en la siguiente consulta de revisión. Vestida solo en bragas, se metió al guardarropa y se dio su tiempo para seleccionar un vestido de los enésimos que habían, uno más encantador que el anterior. Le parecía alucinante cómo no podía escoger uno siendo todos elegantes. -¿Bethany? -Esc
Temprano en la mañana, Ciro acompañó a Bethany a la consulta con el doctor Vitto. Esperaban en su despacho sentados a la mesa escritorio, entretanto el doctor buscaba los resultados de rayos X y demás exámenes. Bethany había sido renuente a hablar con el doctor Vitto acerca de los sueños y visiones que la habían azotado recientemente. Se cohibió a hacerlo frente a Ciro que en ningún instante se separó de ellos. -¿Algún problema? -Cuestionó Bethany fijándose en que la atención de Ciro estaba enfocada en su celular que no paraba de sonar.-Nada de vida o muerte. Es mi trabajo. -A penas despegó su atención del aparato.-Si tienes que irte lo entendería. -Todavía no. Hay algo que quisiera enseñarte al salir de aquí. -Dijo Ciro. El doctor Vitto hizo su entrada, ojeando los papeles en sus manos. Era difícil descifrar su rostro austero. -Todo pareciera estar en orden. -Habló el doctor terminando con una sonrisa. -Sí, así me he sentido. -Confirmó la mujer. Ciro estiró una de sus manos y