"Un par de orbes negros que la miraban en una solemne oscuridad y unas manos que apretaban su delgado cuello."Ésto había sido una pesadilla muy recurrente que perturbaba a Bethany en sus primeros días de haber despertado del coma. Siempre creyó que era producto de su fantasioso subconsciente, relegando su importancia. Por supuesto que lo iba a creer así, no tenía sentido darle otra explicación.Una azafata llegó para extraerla de sus pensamientos. Le ofreció una Margarita que Bethany aceptó sin pensarlo dos veces.-Ya es el tercero. -Hizo la observación el italiano.Estaban a cientos de metros del suelo, abordo del avión privado de Ciro; iba rumbo a su luna de miel. Bethany no dijo ni hizo nada, solo se bebió su copa de licor perdiéndose en el manto blanco de nube que sobrevolaban.-¿Quieres hablarme de lo que te está pasando? -Insisti&
-Mio caro ¿Te encuentras bien? -Le preguntó su esposo sacándola de su efímero momento de coherencia.Bethany giró sobre su eje para encontrarse con Ciro quien por primera vez desde que despertó del coma le resultaba un rostro familiar. Empezaba a recordarlo.-Sí estoy bien. -Ciro la tomó de las manos, tímido. Se sintió a gusto al no ser rechazado. -Es un hotel muy bonito.-Aquí te conocí, así que sí. Es el hotel más precioso que hay en el mundo. -Dijo sin mirar a otro lado que sus orbes castaños.-Vayamos a la habitación. -Pidió Bethany soltándose de su esposo.Siguieron al botones encargado de su equipaje hasta el ascensor y luego a la habitación cuya puerta tenía grabado el número 25.-¿Es la misma habitación que reservaste aquel día? -Inquirió Bethany ingresando a la pieza, sintiéndose abrumada de nuevo por el presentimiento de haber estado en ese lugar.Ciro esperó a despedir al botones luego de recompensarlo para respond
A la mañana siguiente, Ciro la llevó a conocer Roma, paseándose por cada sitio que visitaron hacía diez años, cuando se conocieron. También escudriñaron otros por primera vez. Al italiano le parecía alucinante los efectos del amor. Cómo podía estar fascinado por la capital de su propio país como si se tratase de la octava maravilla a penas descubierta. Sabía que esa fascinación la sentía por Bethany. A su lado todo, hasta lo más mínimo, era fascinante, pero nada la superaba a ella. Si su padre no se había enamorado de nadie fue porque en su vida no se encontró con alguien como Bethany.Acudieron a una terraza para deleitarse con un delicioso almuerzo al mejor estilo de Italia y con una prodigiosa vista de la ciudad.-Simon. -Dijo Bethany repentinamente durante la comida. Ciro repudiada hablar de los muertos.-¿Qué ocurre con
Unos incesantes susurros espantaron el buen sueño de Bethany quien despertaba sola en la cama, aún en la habitación del hotel. Las vocecillas seguían ahí, con una que otra risa que se colaba. La mujer tuvo la inquietud de salir a descubrir el origen de los susurros así que se levantó del lecho y caminó afuera del dormitorio. Las luces alumbraban tenuemente.Su sorpresa fue grande cuando advirtió la presencia de Brahim en el balcón hablando a gusto con Ciro. Cerca de ellos los susurros se transformaban en voces claras. Se cubrió detrás de las espesas cortinas a oír.-Tengo suerte de tenerla en mi vida y que me ame tanto. -Dijo el hermano mayor.-La suertuda es ella, porque el destino que le espera es el mismo, si no parecido al de Anne.-Quítate esas ideas de la cabeza. Bethany no es como ella y ahora que nos casamos no la dejaré ir por nada en el mundo.-Hermano, puedo prometerte que le arrancaré la vida el mismo día que se atreva a dejarte.Entonces Bethany dejó salir un exclamación
De regreso en Florencia, a su vida cotidiana, Bethany y Ciro se dirigieron al obstetra, ella con la ferviente ilusión de haber quedado embarazada durante la paradisíaca luna de miel y Ciro sintiéndose tan miserable que no podía sostenerle la mirada.Esperaban callados en la oficina del especialista a que éste regresara con los resultados de los exámenes. El italiano la había instado a que se practicara la prueba en casa con un test de farmacia, sin muestras de sangre ni demás procedimientos complicados, no obstante, Bethany no quería arriesgarse a falsos positivos. La puerta se abrió y la insipiente mujer se irguió en su asiento, ansiosa. Su esposo, que de antemano sabía cuál había sido el resultado, le tomó una mano para darle apoyo.-Lo lamento Bethany; no hay bebé. -Dijo el doctor cuando ya estuvo sentado en su silla al otro lado de su escritorio. Los hombros de la mujer se hundieron y sus fisuras adoptaron los signos claros de la tristeza.-No entiendo qué pasa. Hemos seguido tod
Las bolas de billar chocaban entre sí produciendo una acústica agradable para Brahim. Cumpliría poco más de una hora jugando en la mesa de tapiz verde, solo. Se había encerrado en esa estancia anhelando no seguir escuchando a los recién casados tendiendo sexo. Imaginarse a Bethany desnuda lo enfermaba y oírla alcanzar el éxtasis no era mucho mejor. Lo de él era como cuando eran pequeños, siempre envidiando y deseando lo que era de su hermano. En la infancia fueron sus juguetes, en la adolescencia eran sus amigos y ahora, adultos ya, su mujer. Podía explicarse como un minúsculo, pero latente complejo que lo hacía sentirse inferior con respecto a su hermano. Suficiente tenía con la edad.Un ruido lo hizo mirar hacia la entrada y vio a su fruta prohibida ingresando. Sus cabellos rojizos destilaban gotas de agua evidenciando que salía de la tina.-¿Y Ciro? -Preguntó de inmediato.-Duchándose.Brahim se inclinó sobre la mesa a golpear con su taco la bola blanca esperando que en cualquier m
Los hermanos Tonali yacían en una de sus fábricas de estupefacientes verificando la calidad del producto recién fabricado que estaba a punto de ser comercializado alrededor de toda Europa y algunas zonas de Asia. Ciro se inclinó lo suficiente para olfatear una pequeña muestra encontrándolo de primera calidad. No probaba su mercancía, siempre se creyó un hombre débil y temía volverse adicto muy fácilmente. En cambio, Brahim no tuvo problemas con meterse un poco de la droga en su boca. Sus papilas gustativas se sintieron sumergidas en un festín.-De lo mejor que se haya fabricado nunca. –Halagó el menor. Ciro ojeaba a sus empleados que alistaban el producto para enviarlo en diferentes modalidades de tráfico atraves de fronteras, aduanas y otros puntos policiales, pensado en lo magnánimo que era su negocio, sin embargo, aún existían ciertos detalles que lo fastidiaban como estar limitados para la venta. Un problema que resurgió hacía poco más de seis meses atrás, cuando baila
Michael estaba sentado en su sedán nafta estacionado a las proximidades de la plaza principal de Florencia, bebiendo un capuchino, era el tercero. Observaba con meticulosidad hacia una de las bancas en donde Bethany yacía sentada. No hacía nada, más que mirar al horizonte inexistente, perdida en sus pensamientos.El desdén se reflejaba en sus apagados orbes y en sus alargadas facciones. Era el cuarto día que llegaba a esa plaza a hacer nada. Pasaba el día en esa banca refugiada bajo la sombra de un viejo árbol hasta que el ocaso anunciara su ida. Michael le había estado siguiendo la pista todo el tiempo. Sin acercarse demasiado a la mansión Tonali. Sabía que en el momento que uno de los hermanos lo detectara husmeando por su propiedad, sería su final. Desaparecería tal y como lo hizo Anne, sin dejar rastro ni sospecha.Se bajó del auto y acomodó su americana. Cruzó la calle y llegó a un lado de Bethany sin que ella lo viera venir.-Vaya que sorpresa. -Fingió Michael que ya se había co