Nunca había estado tan feliz como lo estoy ahora, no sé si es por la osadía de enfrentar a mi nuevo jefe, o es porque he conseguido uno de mis propósitos para no seguir dependiendo de nadie, ni siquiera de mi padre. Sin embargo, la felicidad me dura poco cuando me recuerdo que tengo que asistir por obligación a la cita con el psicólogo. Largo un suspiro cada que veo que se acerca la hora. Pero nada que hacer, debo ir o terminarán argumentando que soy alguien inestable y todo mi esfuerzo se irá al carajo. Odio esas sesiones, y más que me pregunten si estoy bien cuando podrían adivinarlo. Creo que solo lo hacen como un cuestionamiento para que dude de mí misma y vuelva a retroceder. «No voy a hacerlo», decido, y tampoco dejaré que esto influya en mi vida. Retomo lo que me queda de trabajo y empiezo a guardar la información. La señora Sullivan fue muy amable en instruirme con lo que tenía más dificultad, y buscar al jefe esta vez, no fue tan complicado. Cuando me toca e
Debería salir corriendo, sin embargo, eso no ayudaría en nada porque mañana tendría que enfrentarlo de todos modos. Él pone el auto en marcha luego que me acomodo en el asiento de al lado. Apenas me mira de reojo con desconfianza y después se concentra en la vía. ―¿A dónde vamos? ―¿Ya cenó? ―pregunta como si no ocurriera nada. Muy astuto. Es él quien tiene la sartén por el mango ahora. ¡Diantres! Cómo vine a ser tan descuidada. ―Si me siguió, es obvio que sabe que no. ―¿No se le hace una situación familiar? ―comenta con un tono ganador en la voz. ―¿No me diga que estaba buscando una excusa para ahora si poder echarme? ―Digamos que tenía curiosidad, porque es probable que tenga a alguien inestable emocionalmente en mi empresa. ¿¡Qué!? ―Sí lo dice… ―No hablo de su reacción en la zona de cafetería ―me corta las palabras―, creo que una clínica de psiquiatría dice mucho de su salud mental.
¿Quieres entregarme tu voluntad? Mientras como, usando el tenedor porque me ha quedado grande el uso de los palillos, esa irreverente pregunta no deja de darme vueltas en la cabeza. Mi uso de los palillos es deprimente y la comida se me escapa. En cambio, su experticia en su uso es impecable. Mientras mi pensamiento vaga con preguntas insidiosas no puedo dejar de admirar sus manos de un color blanco pálido. Sus dedos son largos y finos, no como la mano de una chica, pero si de un chico delicado sin dejar de ser varoniles. «¿Querría hacer eso?», me formulo la pregunta a mí misma mientras no ceso de divagar con tonterías observando el grácil movimiento de sus manos. ―Adelante, haz tu pregunta. Su voz se alza sobre mis pensamientos, sobresaltándome, quizás me ha pillado expiándolo de más. Miro hacia otro lado para disimular y cuando me siento menos tensa, vuelvo a enfocarme en él. Ahora sé que sus ojos son de un color aceituna bastante a
Oliver ━━※━━ Algo que nunca había hecho antes, era tener conversaciones que implicara desnudar lo que tenía en mente para hacer con la chica en cuestión. No importa quien fuera, solo que estuviera dispuesta. El club al que asistía me proporcionaba eso. Seguridad y complicidad. No tenía por qué sentarme con la mujer para preguntarle si iba a dejarse hacer lo que quisiera de mí. Antes de ello, ya lo sabía, y solo era cuestión de dar rienda suelta. Sin embargo, eso acabó y se me hizo necesario volver a ser meticuloso. Entonces aparece Allegra y las cosas empiezan a tomar otro matiz. Pensé que lo odiaría, no me gusta salirme de la rutina; sin embargo, lo encuentro interesante. Ella me mira sin arredrarse, y no parece alguien que está loca, luce muy cuerda sobre todo para defender sus puntos, y lejos de cambiar de opinión me genera curiosidad su condición. De algún modo se siente como verse en un espejo que te muestra lo que quizá
―¿Estás bien? La voz grave y ronca de Oliver me causa un estremecimiento. ¿Qué había sucedido? No lo sé, pero se sintió tan extraño y diferente. Algo que no había experimentado antes. No, nunca me habría sometido a una locura como esta. Sentí angustia, dolor, pero también una excitación que me hacía erizar la piel. Ahora no dejo de pensar en ello y me encuentro sensible con el más mínimo contacto. No puedo hablar, tampoco ver. No puedo evitar temblar cuando le siento sobre la mesa. Él retira lo que metió en mi boca y luego descubre mis ojos. No pude ver nada, pero más que miedo por lo que pudiera hacer, tenía una gran expectación. Aprieto mis ojos antes de abrirlos y adaptarme a la luz, es bueno que sean bajas, me cuesta menos acomodar mi vista. Oliver está apoyado en sus rodillas mirándome. Levanta sus cejas con gesto interrogante, espera que responda, pero yo solo miro mi pecho y la sensación de una costra de cera dura sobre ellos, también e
Cuando nos volvamos a ver. No había entendido la frase, solo me había escandalizado por lo que me pidió. Aparte de una petición atrevida, también me resultaba absurda; pero supongo que hablaba de que me daría tiempo para meditar lo que había pasado. Debí haber recordado que su agenda estaría ocupada con reuniones hasta el jueves, además de un viaje programado de viernes a sábado y que estaría regresando a la oficina el lunes. No iré. No lo dijo a la ligera porque no quería asistir, se supone que ya estaban estipulado los compromisos de su agenda. Usted tiene mi agenda. Tiene razón, no obstante, después dijo que iría si yo hacía… aquello… ¡Diantres! Cada que recuerdo eso no puedo evitar que se me erice la piel. ―¿Parece que te estás acoplando muy bien? La señora Sullivan entra en la oficina exaltándome un poco por lo que estaba pensando, aunque lo he hecho a lo largo de la sema
¿Lo dijo en serio? Sigo pensando en eso, y ha sido bueno porque la expectativa de como hará luego de enviarle la dirección me mantuvo en vilo toda la noche. Lo único que respondió es que agendara su número y nada más. Mi madre también escribió temprano para decirme que enviaría un conductor a buscarme, obvio quiere asegurarse de que me presentaré; pero lo he declinado, antes me habría comportado como una cobarde dolida, pero después de lo de ayer siento que no tengo por qué seguir haciendo el papel de idiota. Ya rompieron mi corazón y bailaron sobre él pisoteándolo, debido a eso he pasado por miles de traumas hasta querer suicidarme y desaparecer; sin embargo, ellos tienen razón, no tengo por qué anclarme en ese pasado, tengo que resurgir y dejar de darles el gusto de mostrarme enferma, abatida e inservible. ¡Se acabó! Termino de arreglar mi maletín, la ceremonia es hasta las cuatro de la tarde en el club Lake Halls. Mi madre quería que fuera
Tengo que admitir que las conversaciones con Oliver a veces me resultan divertidas, además que dice cosas que me dejan pensando. Te daré lo que quieres, cuando crea que te lo has ganado. ¿Cómo sabe que quiero eso? La última persona con la que tuve relaciones fue Adrian, y ahora no lo veo como un buen recuerdo, no cuando eligió a mi hermana por sobre mí. Él debe sentirse superior porque se dio el gusto de despreciarme. Desde ese momento solo machacaba mi cabeza pensando en cómo él y ella estarían muy felices, mientras yo me iba por un hoyo de desesperación. Le quería de verdad, tanto que deseaba vivir a su lado y tener todos estos momentos felices. Ahora solo me lamento porque no fui lo suficiente fuerte para evitar que Kitty me lo quitara; no obstante, desde que recuerdo ha sido así y mamá y papá siempre estuvieron de su lado. Era obvio que la apoyarían. La puerta se abre y es Oliver que vuelve más temprano de lo que esperaba. Me encu