Oliver
Estaba dentro de ella sintiendo como palpitaba mi miembro en su interior. Una sensación distinta a cuando me masturbaba; sin embargo, tenía que hacer mucho esfuerzo para llegar a ese estado de clímax. No lo veía mal porque me había acostumbrado a que nunca nadie más me tocara.
No obstante, no es extraño que lo veas de ese modo cuando lo hacen sin tu permiso, pero fue horrible descubrirlo de esa manera, porque me llevó a habituarme a una misma fórmula. Con el tiempo fui yo quien tomaba todo de forma arbitraria.
Pero ahora no lo estaba haciendo, y aunque en el fondo temía que esto saliera mal pese a mi determinación, no lo estoy detestando, y tal vez porque Allegra me mostró que no era tan malo perder un poco el control, sobre todo cuando sientes comodidad. En verdad me siento atrapado, pero en buena forma.
―¿No vas a preguntar nada? ―murmuro.
―N-No te pusiste el condón ―dice mirando al costado.
Sus mejillas están
«¿Una alarma?». ¡Rayos! Me incorporo azorada buscando de donde viene el ruido y luego me encojo porque me duele todo, sobre todo entre los muslos y es suficiente para que vengan en tropel todos los álgidos recuerdos de la noche sobre que lo causó. Ya había despertado así, pero no lo resentía tanto como ahora. Oliver y yo. ¡Mierda! «Lo hicimos». No puedo evitar reír con esa realización porque en parte fue bastante raro, pero no estuvo para nada mal. Eso me hace buscarlo. Miro a mi alrededor y no le veo por ningún lado. Venciendo el rezago en mi cuerpo de la noche bajo de la cama para apagar la alarma. Es la que coloco para levantarme temprano. Él teléfono está en mi bolso, pero el sonido que produce es suficiente para que lo escuche. Me percato que estoy desnuda al completo, así que me cubro con la sábana y termino con el ruido. Afuera en la sala escucho que cierran la puerta y con mi teléfono en una mano y la otra sosteniendo la sábana salgo de la habitación. Me detengo en seco
Mi mente de verdad que había volado pensando en el lugar; pero soy sorprendida a medida que tomamos una dirección distinta hacia el puerto del cabo Pike. Llegamos a un restaurante de nombre Fantastic Seafood, y diré que la comida si sigue siendo de su mismo gusto. Mientras nos adentramos hasta nuestro lugar, el ambiente se siente fresco y encantador. La mesa que reservara tiene vistas al mar. Es preciosa. ―¿Qué sucede? ―pregunta mientras tomamos asiento, y seguro debido a mi expresión de satisfacción. ―Jamás imaginé que me traerías a un lugar así. ―¿A dónde pensabas que te iba a llevar? ―gruñe un poco la pregunta. ―Bueno, recordando aquel lugar ―comento y él vira la mirada. ―Son lugares fetiches, esa noche solo quería asentar mi punto. ―Diría más bien tus gustos ―corrijo y recibo una mueca por su parte. Podría pensar que es alguna especie de discusión, sin embargo, es lo más acercado a una charla mundana entre dos personas que
Toda mi vida siempre he sido correcto, pese a todo aquello con lo que me intimidaron cuando me quedé solo, exigiéndome siempre la corrección. Odié muchas cosas, que sabía que estaban mal a pesar de no entenderlas, sobre todo, ese contacto cercano disfrazado de muestras de amor, que lejos de hacerme sentir amado me hicieron repudiarlo. Eso hizo que llevara por dentro un amasijo de secretos sucios que permitían liberarme de una única manera. A medida que crecí aprendí a batallar con esa realidad en la que no me dejo llevar; no obstante, he recordado lo que Rossie me decía: “Llegará el momento junto con la chica que trastornará tu cabeza para bien”. Nunca admití que le creyera; pero sé por qué lo decía. Algo que siempre recalcaba es que ella no lo vería; y, sin embargo, haría todo lo posible para que llegara el momento en que yo lo presenciara. Y ya me queda claro que escogió a Allegra por esa razón, y quizás supo que desde que cometí aquel error con aq
Estoy de no creerme lo que estaba haciendo, pero sin duda Oliver me hace perder la cabeza cada que se pone en este plan que termina absorbiéndome y metiéndome en esta burbuja de frenético placer; sin embargo, no miento con mis palabras. No quiero involucrarme demasiado, siento que si lo hago volverá a pasar y es un temor que no me puedo quitar aun con todas las terapias y tratamientos por los que he pasado. No es que vaya a intentar volver a atentar contra mi vida, es solo que no quiero volver a caer allí; sin embargo, entre más me lo digo para advertirme más quiero hacerlo, y nada de esto ayuda porque tiene razón. Me gusta, y es quizás eso a lo que no me puedo negar. Nuestras miradas conectan como un imán con nuestras bocas entreabiertas. Ambos respiramos tragándonos la agitación del otro, mientras cabalgo sobre él como si nada importara más que este momento en que nos fusionamos a la perfección. Todo desaparece, y creo que ni él ni yo nos hacemos conscient
Me siento idiota porque he estado flipando el resto de la semana con ese simple “Gracias” de Oliver, y ni yo sé por qué. Como se lo pidiera, no volvió a enviar a su ayudante de limpieza; sin embargo, la mujer me dejó el piso como una taza de plata, y comida preparada para que no tuviera que cocinar hasta la siguiente semana. En otras circunstancias estaría muy agradecida, pero de momento, tengo que ser precavida. Mi padre me ha impuesto demasiadas reglas y a veces me pregunto si en realidad quiere que mejore y sea feliz. Eso solo provoca que con más razón quiera liberarme de él. La última sesión con Watson fue alentadora, flexibilizó la toma de mi medicamento y me ayudó con una consulta un tanto vergonzosa. Sentí algo de pena, pero, con el tiempo se ha convertido en más que un psicólogo que me hace preguntas y me prescribe ansiolíticos y antidepresivos. Es como un amigo, además, que después de la última sesión con mi padre, se muestra más amable. Ya no le odio como a
A medida que avanzamos en el trayecto hasta el lugar del que no tengo ni idea, el semblante de Oliver fue tornándose más adusto. No diría que, enojado al extremo, sino serio y algo tenso. Tomo un poco de aire para hablar y romper el silencio en el que nos hemos quedado luego del esparcimiento. ―¿Puedo saber el porqué de tu insistencia? ―¿Con respecto a qué? ―Devuelve la pregunta. ―En que te acompañara. ―No has pensado que es lo mismo que necesitabas en aquella ocasión. ―No creí que la necesitara, fue más una idea de Watson. ―¿Quién es Watson? ―pregunta con repentino interés, y supongo que nunca le he hablado de él. Tampoco lo creí necesario. ―Mi psicólogo, fue quien lo propuso y ya que se dieron las cosas solo lo aproveché. ―¿Habrías invitado a otro si no te hubieras aprovechado? ―No lo creo, no había a quien. ―Con esa respuesta te haces notar como si fueras alguien que no se relacionara con nadi
OliverSupongo que tiene razones para sorprenderse. El pequeño Oliver que ella rescató y ayudó a sanar de sus heridas luego que lo maltrataron, siempre le dijo que nunca confiaría su cuerpo ni su voluntad a otra mujer que no fuera ella.Estaba tan dañado cuando lo sacó de aquella casa donde esperaban que fuera cuidado como a un hijo. Que le darían el amor y el cariño que había perdido cuando murieron sus padres y quedó huérfano. Sin embargo, no ocurrió nada de eso y solo consiguieron que el pequeño ángel a medida que creciera se convirtiera en un demonio.Ella lo rescató en pleno proceso, y aunque sigue sin saber todas aquellas cosas que se obligó a vivir con todos esos malos recuerdos, si es consciente que es alguien que se imposibilitó a sí mismo para crear algún tipo de afinidad o sentimiento. Sabe lo que traman
Debo reconocer que estoy nerviosa, y un poco más que cuando estaba presenciando esa conversación un poco tensa y familiar con la abuela de Oliver. Admito que me abrumó escuchar algunas de las cosas que se dijeron. Me hace corroborar lo que he estado pensando sobre que Oliver no lo ha pasado nada bien como yo, aunque no puedo decir que mis traumas se comparan con los suyos porque no provienen de mi niñez, a diferencia suya tengo una familia viva y ya era grande, en cambio él no tenía ninguna y era un niño. Su mano apretando la mía con fuerza me recuerdan que ahora es un hombre, su fragilidad ya no se ve por fuera, pero debe llevarla por dentro. Le miro de reojo y luce sereno y decidido, una expresión característica de él. Mi pecho se acelera a medida que nos acercamos, y los sonidos de risas comedidas, voces y copas se hacen cada vez más evidentes. ―¿Nerviosa? ―Creo que lo estaba desde antes ―respondo sin darle importancia. Debe entender que es