Oliver debe estar jugándome una broma; sin embargo, me ha dejado anonadada. Ha dicho nunca; pero ¿cómo es eso posible? Si es que lo es.
¿Acaso es virgen?
Eso es ridículo. Le miro y con todo lo que sabe hacer es imposible pensar que nunca ha estado con una mujer.
¡Cielos!
Este hombre está lleno de sorpresas que te dejan boquiabierta. En el caso de que sea cierto, ¿Cómo lidio con eso?
―Estás pensando en ello, ¿verdad? ―habla justo cuando intento abrir la puerta, las llaves resbalan de mi mano cayendo al piso haciendo ruido, y antes de que pueda moverme y tomarlas él las recoge por mí. ―Hazte a un lado ―masculla poniéndose frente a la puerta―, ¿no crees que soy yo quien debería estar nervioso? ―añade abriéndola.
―¡Es que dices esas cosas! ―exclamo mirándole con recelo.
―Estoy siendo sincero al respecto ―responde y es el primero en entrar, entonces recuerdo que no limpio desde hace más de una semana y eso me avergüenza un
―¿Vas a quedarte allí mirándome ―dice espantándome? Me espabilo sintiéndome avergonzada, ni que fuera la primera vez que estamos en una situación tan cercana. Él ha visto más de mí de lo que vio alguna vez Adrian, sin embargo, mi reacción es porque no ha sido, al contrario. Me recompongo un poco mientras observo como toma asiento en la cama, pero no ayuda que me fije en sus piernas largas abiertas y los pies descalzos. Si pensaba que no iba en serio con esto, cada vez quedan menos dudas. Alguna vez pensé que me volvía loca, ahora me alborota como si hubiera vuelto a la adolescencia. ¿Vamos a coger? ¡Qué cuernos! ―V-Voy a lavarme los dientes ―farfullo y corro al baño sin demora. Pensé que estaría hecho un desastre, pero él ha dejado todo como lo dejé, incluso su ropa está doblada sobre una repisa. Encima están sus calcetines, pero no sus calzoncillos, y eso hace arder mis mejillas y retorcer las piernas. Tomo aire varias veces y
Oliver Estaba dentro de ella sintiendo como palpitaba mi miembro en su interior. Una sensación distinta a cuando me masturbaba; sin embargo, tenía que hacer mucho esfuerzo para llegar a ese estado de clímax. No lo veía mal porque me había acostumbrado a que nunca nadie más me tocara. No obstante, no es extraño que lo veas de ese modo cuando lo hacen sin tu permiso, pero fue horrible descubrirlo de esa manera, porque me llevó a habituarme a una misma fórmula. Con el tiempo fui yo quien tomaba todo de forma arbitraria. Pero ahora no lo estaba haciendo, y aunque en el fondo temía que esto saliera mal pese a mi determinación, no lo estoy detestando, y tal vez porque Allegra me mostró que no era tan malo perder un poco el control, sobre todo cuando sientes comodidad. En verdad me siento atrapado, pero en buena forma. ―¿No vas a preguntar nada? ―murmuro. ―N-No te pusiste el condón ―dice mirando al costado. Sus mejillas están
«¿Una alarma?». ¡Rayos! Me incorporo azorada buscando de donde viene el ruido y luego me encojo porque me duele todo, sobre todo entre los muslos y es suficiente para que vengan en tropel todos los álgidos recuerdos de la noche sobre que lo causó. Ya había despertado así, pero no lo resentía tanto como ahora. Oliver y yo. ¡Mierda! «Lo hicimos». No puedo evitar reír con esa realización porque en parte fue bastante raro, pero no estuvo para nada mal. Eso me hace buscarlo. Miro a mi alrededor y no le veo por ningún lado. Venciendo el rezago en mi cuerpo de la noche bajo de la cama para apagar la alarma. Es la que coloco para levantarme temprano. Él teléfono está en mi bolso, pero el sonido que produce es suficiente para que lo escuche. Me percato que estoy desnuda al completo, así que me cubro con la sábana y termino con el ruido. Afuera en la sala escucho que cierran la puerta y con mi teléfono en una mano y la otra sosteniendo la sábana salgo de la habitación. Me detengo en seco
Mi mente de verdad que había volado pensando en el lugar; pero soy sorprendida a medida que tomamos una dirección distinta hacia el puerto del cabo Pike. Llegamos a un restaurante de nombre Fantastic Seafood, y diré que la comida si sigue siendo de su mismo gusto. Mientras nos adentramos hasta nuestro lugar, el ambiente se siente fresco y encantador. La mesa que reservara tiene vistas al mar. Es preciosa. ―¿Qué sucede? ―pregunta mientras tomamos asiento, y seguro debido a mi expresión de satisfacción. ―Jamás imaginé que me traerías a un lugar así. ―¿A dónde pensabas que te iba a llevar? ―gruñe un poco la pregunta. ―Bueno, recordando aquel lugar ―comento y él vira la mirada. ―Son lugares fetiches, esa noche solo quería asentar mi punto. ―Diría más bien tus gustos ―corrijo y recibo una mueca por su parte. Podría pensar que es alguna especie de discusión, sin embargo, es lo más acercado a una charla mundana entre dos personas que
Toda mi vida siempre he sido correcto, pese a todo aquello con lo que me intimidaron cuando me quedé solo, exigiéndome siempre la corrección. Odié muchas cosas, que sabía que estaban mal a pesar de no entenderlas, sobre todo, ese contacto cercano disfrazado de muestras de amor, que lejos de hacerme sentir amado me hicieron repudiarlo. Eso hizo que llevara por dentro un amasijo de secretos sucios que permitían liberarme de una única manera. A medida que crecí aprendí a batallar con esa realidad en la que no me dejo llevar; no obstante, he recordado lo que Rossie me decía: “Llegará el momento junto con la chica que trastornará tu cabeza para bien”. Nunca admití que le creyera; pero sé por qué lo decía. Algo que siempre recalcaba es que ella no lo vería; y, sin embargo, haría todo lo posible para que llegara el momento en que yo lo presenciara. Y ya me queda claro que escogió a Allegra por esa razón, y quizás supo que desde que cometí aquel error con aq
Estoy de no creerme lo que estaba haciendo, pero sin duda Oliver me hace perder la cabeza cada que se pone en este plan que termina absorbiéndome y metiéndome en esta burbuja de frenético placer; sin embargo, no miento con mis palabras. No quiero involucrarme demasiado, siento que si lo hago volverá a pasar y es un temor que no me puedo quitar aun con todas las terapias y tratamientos por los que he pasado. No es que vaya a intentar volver a atentar contra mi vida, es solo que no quiero volver a caer allí; sin embargo, entre más me lo digo para advertirme más quiero hacerlo, y nada de esto ayuda porque tiene razón. Me gusta, y es quizás eso a lo que no me puedo negar. Nuestras miradas conectan como un imán con nuestras bocas entreabiertas. Ambos respiramos tragándonos la agitación del otro, mientras cabalgo sobre él como si nada importara más que este momento en que nos fusionamos a la perfección. Todo desaparece, y creo que ni él ni yo nos hacemos conscient
Me siento idiota porque he estado flipando el resto de la semana con ese simple “Gracias” de Oliver, y ni yo sé por qué. Como se lo pidiera, no volvió a enviar a su ayudante de limpieza; sin embargo, la mujer me dejó el piso como una taza de plata, y comida preparada para que no tuviera que cocinar hasta la siguiente semana. En otras circunstancias estaría muy agradecida, pero de momento, tengo que ser precavida. Mi padre me ha impuesto demasiadas reglas y a veces me pregunto si en realidad quiere que mejore y sea feliz. Eso solo provoca que con más razón quiera liberarme de él. La última sesión con Watson fue alentadora, flexibilizó la toma de mi medicamento y me ayudó con una consulta un tanto vergonzosa. Sentí algo de pena, pero, con el tiempo se ha convertido en más que un psicólogo que me hace preguntas y me prescribe ansiolíticos y antidepresivos. Es como un amigo, además, que después de la última sesión con mi padre, se muestra más amable. Ya no le odio como a
A medida que avanzamos en el trayecto hasta el lugar del que no tengo ni idea, el semblante de Oliver fue tornándose más adusto. No diría que, enojado al extremo, sino serio y algo tenso. Tomo un poco de aire para hablar y romper el silencio en el que nos hemos quedado luego del esparcimiento. ―¿Puedo saber el porqué de tu insistencia? ―¿Con respecto a qué? ―Devuelve la pregunta. ―En que te acompañara. ―No has pensado que es lo mismo que necesitabas en aquella ocasión. ―No creí que la necesitara, fue más una idea de Watson. ―¿Quién es Watson? ―pregunta con repentino interés, y supongo que nunca le he hablado de él. Tampoco lo creí necesario. ―Mi psicólogo, fue quien lo propuso y ya que se dieron las cosas solo lo aproveché. ―¿Habrías invitado a otro si no te hubieras aprovechado? ―No lo creo, no había a quien. ―Con esa respuesta te haces notar como si fueras alguien que no se relacionara con nadi