Trabajar cerca de él no es una excusa para abordarme de este modo, tal vez es la que estoy poniendo, pero, no quiero tener que hablar con ella. Tampoco quiero hablar de Oliver.
¿Qué podría decirle?
—Anda, sube, no tenemos todo el tiempo, además quiero que esto quede entre tú y yo.
La mujer es insistente y prácticamente me obliga a sentarme a su lado en el puesto de atrás. El auto no es una limosina, pero si lo suficiente amplio y lujoso para aislarnos un poco de la cabina de conducción. Luego que estoy allí sonríe satisfecha y manda a poner el auto en marcha. No sé cuáles sean las razones por las que Oliver no está contento con ella, pero podría imaginarlo.
—No sé qué crea que pueda decirle que sea de interés para usted, tengo poco tiempo de haber comenzado en el puesto, tampoco conozco al señor Wallflower —expongo reacia.
Quiero bajarme, me siento incómoda y pensar que parte de la discusión con él es porque pretendí sentirme mal por ell
Había pensado que de verdad preguntaría sobre las intenciones de esa mujer, pero se mantuvo en que no le importaba. Después de dejarme en casa seguí pensando en ello y terminé frustrada porque, aunque pareciera que lo estoy conociendo un poco, sigo sin entenderlo del todo. No es difícil pensar que estaba recriminándome. Es claro para mí que conoce mi condición, pero me enoja que crea que puede usarlo contra mí. En el fondo imaginé que me comprendía y eso era bueno para mí porque es esa falta de comprensión la que ha faltado en mi familia. Es odioso cuando te juzgan y creen que eres lo peor y ya no tienes remedio. Mi padre no me determina, pero tampoco me deja en paz porque cree que eso es lo que debe hacer por mí para que no cometa otra vez el mismo error. Debería saber que no es algo que quiera repetir porque, aunque nunca me lo pregunte aprendí mi propia lección. Paso la mañana ensimismada en mi trabajo. Oliver está cumpliendo una apretada agenda de reunion
Oliver Después de haber realizado la acción es que me percato de mi inusual arranque. Cuando la separó de mí ella luce confusa. Incluso yo lo estoy. No soy de hacer ese tipo de cosas demasiado empalagosas y en definitiva no es nada propio de alguien que lo último que ha sido en su vida es afectuoso. Tal vez fue un ímpetu que no tuve la primera vez, pero fue porque antes de eso no tenía idea de nada. Es tonto pensarlo, pero hasta ahora no sabía cómo se siente dar un abrazo. Mis interacciones con mujeres hasta este momento no tenían nada de sentimental, sin embargo, Allegra me genera sensaciones que contradicen mis propias reglas y debe ser porque es la primera vez que me identifico con alguien. Es extraño, pero es como si por fin hubiera encontrado a alguien con quien pudiera entenderme y lo irrisorio es que en el fondo no sé cómo sentirme con ello. No sé si Rosseane la puso ante mí con ese propósito; sin embargo, logró que me f
Oliver debe estar jugándome una broma; sin embargo, me ha dejado anonadada. Ha dicho nunca; pero ¿cómo es eso posible? Si es que lo es. ¿Acaso es virgen? Eso es ridículo. Le miro y con todo lo que sabe hacer es imposible pensar que nunca ha estado con una mujer. ¡Cielos! Este hombre está lleno de sorpresas que te dejan boquiabierta. En el caso de que sea cierto, ¿Cómo lidio con eso? ―Estás pensando en ello, ¿verdad? ―habla justo cuando intento abrir la puerta, las llaves resbalan de mi mano cayendo al piso haciendo ruido, y antes de que pueda moverme y tomarlas él las recoge por mí. ―Hazte a un lado ―masculla poniéndose frente a la puerta―, ¿no crees que soy yo quien debería estar nervioso? ―añade abriéndola. ―¡Es que dices esas cosas! ―exclamo mirándole con recelo. ―Estoy siendo sincero al respecto ―responde y es el primero en entrar, entonces recuerdo que no limpio desde hace más de una semana y eso me avergüenza un
―¿Vas a quedarte allí mirándome ―dice espantándome? Me espabilo sintiéndome avergonzada, ni que fuera la primera vez que estamos en una situación tan cercana. Él ha visto más de mí de lo que vio alguna vez Adrian, sin embargo, mi reacción es porque no ha sido, al contrario. Me recompongo un poco mientras observo como toma asiento en la cama, pero no ayuda que me fije en sus piernas largas abiertas y los pies descalzos. Si pensaba que no iba en serio con esto, cada vez quedan menos dudas. Alguna vez pensé que me volvía loca, ahora me alborota como si hubiera vuelto a la adolescencia. ¿Vamos a coger? ¡Qué cuernos! ―V-Voy a lavarme los dientes ―farfullo y corro al baño sin demora. Pensé que estaría hecho un desastre, pero él ha dejado todo como lo dejé, incluso su ropa está doblada sobre una repisa. Encima están sus calcetines, pero no sus calzoncillos, y eso hace arder mis mejillas y retorcer las piernas. Tomo aire varias veces y
Oliver Estaba dentro de ella sintiendo como palpitaba mi miembro en su interior. Una sensación distinta a cuando me masturbaba; sin embargo, tenía que hacer mucho esfuerzo para llegar a ese estado de clímax. No lo veía mal porque me había acostumbrado a que nunca nadie más me tocara. No obstante, no es extraño que lo veas de ese modo cuando lo hacen sin tu permiso, pero fue horrible descubrirlo de esa manera, porque me llevó a habituarme a una misma fórmula. Con el tiempo fui yo quien tomaba todo de forma arbitraria. Pero ahora no lo estaba haciendo, y aunque en el fondo temía que esto saliera mal pese a mi determinación, no lo estoy detestando, y tal vez porque Allegra me mostró que no era tan malo perder un poco el control, sobre todo cuando sientes comodidad. En verdad me siento atrapado, pero en buena forma. ―¿No vas a preguntar nada? ―murmuro. ―N-No te pusiste el condón ―dice mirando al costado. Sus mejillas están
«¿Una alarma?». ¡Rayos! Me incorporo azorada buscando de donde viene el ruido y luego me encojo porque me duele todo, sobre todo entre los muslos y es suficiente para que vengan en tropel todos los álgidos recuerdos de la noche sobre que lo causó. Ya había despertado así, pero no lo resentía tanto como ahora. Oliver y yo. ¡Mierda! «Lo hicimos». No puedo evitar reír con esa realización porque en parte fue bastante raro, pero no estuvo para nada mal. Eso me hace buscarlo. Miro a mi alrededor y no le veo por ningún lado. Venciendo el rezago en mi cuerpo de la noche bajo de la cama para apagar la alarma. Es la que coloco para levantarme temprano. Él teléfono está en mi bolso, pero el sonido que produce es suficiente para que lo escuche. Me percato que estoy desnuda al completo, así que me cubro con la sábana y termino con el ruido. Afuera en la sala escucho que cierran la puerta y con mi teléfono en una mano y la otra sosteniendo la sábana salgo de la habitación. Me detengo en seco
Mi mente de verdad que había volado pensando en el lugar; pero soy sorprendida a medida que tomamos una dirección distinta hacia el puerto del cabo Pike. Llegamos a un restaurante de nombre Fantastic Seafood, y diré que la comida si sigue siendo de su mismo gusto. Mientras nos adentramos hasta nuestro lugar, el ambiente se siente fresco y encantador. La mesa que reservara tiene vistas al mar. Es preciosa. ―¿Qué sucede? ―pregunta mientras tomamos asiento, y seguro debido a mi expresión de satisfacción. ―Jamás imaginé que me traerías a un lugar así. ―¿A dónde pensabas que te iba a llevar? ―gruñe un poco la pregunta. ―Bueno, recordando aquel lugar ―comento y él vira la mirada. ―Son lugares fetiches, esa noche solo quería asentar mi punto. ―Diría más bien tus gustos ―corrijo y recibo una mueca por su parte. Podría pensar que es alguna especie de discusión, sin embargo, es lo más acercado a una charla mundana entre dos personas que
Toda mi vida siempre he sido correcto, pese a todo aquello con lo que me intimidaron cuando me quedé solo, exigiéndome siempre la corrección. Odié muchas cosas, que sabía que estaban mal a pesar de no entenderlas, sobre todo, ese contacto cercano disfrazado de muestras de amor, que lejos de hacerme sentir amado me hicieron repudiarlo. Eso hizo que llevara por dentro un amasijo de secretos sucios que permitían liberarme de una única manera. A medida que crecí aprendí a batallar con esa realidad en la que no me dejo llevar; no obstante, he recordado lo que Rossie me decía: “Llegará el momento junto con la chica que trastornará tu cabeza para bien”. Nunca admití que le creyera; pero sé por qué lo decía. Algo que siempre recalcaba es que ella no lo vería; y, sin embargo, haría todo lo posible para que llegara el momento en que yo lo presenciara. Y ya me queda claro que escogió a Allegra por esa razón, y quizás supo que desde que cometí aquel error con aq