El palacio contaba con un helipuerto que habían construido desde hace tiempo para recibir la visita de nobles e invitados especiales provenientes de los reinos vecinos. Y, durante el transcurso de la mañana, un helicóptero proveniente del reino del Este aterrizó en él. De inmediato, los guardias reales de la reina formaron una hilera, para darles la bienvenida como nobles extranjeros. - ¡Guau! ¡Qué gran comitiva! – exclamó Abiel, viendo por la ventana. - ¡Contrólate, hermanito! – le dijo Aaron – Recuerda que ahora venimos en calidad de nobles. ¡No olvides la etiqueta! Ambos duques bajaron, acompañados de sus escoltas personales. Y, por los aires, bajaron en paracaídas otros cinco soldados que conformaban parte de su pequeño ejército. Los soldados de la reina del Sur no evitaron asombrarse por el gran espectáculo que ofrecieron los visitantes del reino del Este. Luego de eso, fueron conducidos hasta el trono, donde les esperaba la reina Panambi. Los duques se asombraron por la sing
Tras el peculiar reencuentro de hermanos, todos fueron a la oficina de la reina y analizaron el mapa de la Nación del Sur, donde marcaron las localidades intervenidas por los príncipes. En eso, Brett señaló hacia la zona del galpón y dijo: - Fue aquí donde nuestro hermano mayor y la ex reina desaparecieron. No hemos podido inspeccionarlo mejor porque fuimos detenidos por nuestra controladora esposa – al decir esto, miró a la reina Panambi que lo fulminó con la mirada y no evitó sonreír por su reacción. - No veo que haya calles alternas a la ruta principal – dijo Aaron – si bien es una zona bastante espaciosa como para que los vehículos puedan transitarlos… - Sospechamos que usaron rutas subterráneas para llevarlos hacia los pueblos antimonárquicos – dijo Zlatan, mientras les mostraba un libro que incluía la lista de pueblos, ciudades y ducados del país – hace poco tiempo pillamos que la mayoría de los criminales se valen del subterráneo para llevar a cabo sus actividades delictivas
Debido a unos acuerdos que querían llegar antes de iniciar con la misión, la reina Panambi se reunió con los duques Aaron y Abiel en su oficina, a solas, y mandó a los príncipes a que se retirasen. Los cuatro se dirigieron al patio y, como siempre, se sentaron en círculo bajo la copa del naranjo. Uziel no paraba de rezongar por lo sucedido durante su charla. - ¡No sabía que eran tan pesados! ¡Ahora entiendo el porqué Brett no los aguanta! ¡Nuestro hermano Rhiaim por lo menos me dejaba salir donde quisiera! - Pues yo estoy más molesto con nuestra esposa – dijo Eber, cruzándose de brazos - ¡Otra vez nos hizo a un lado! ¿Es porque somos príncipes? - Ella quiere que nos enfoquemos en esta misión – dijo Brett – o, al menos, esa fue la excusa que dio para que no protestemos – el joven príncipe dio un largo suspiro y continuó – Y luego la gente envidia nuestra posición solo porque somos ricos. ¡Si supieran que no nos dejan hacer casi nada! - Yo creo que deberías ser rey – se le escapó d
Zlatan fue a la biblioteca para devolver el libro que sacó el día anterior, cuando los guardias le persiguieron. Pero, al contrario que la otra vez, éstos lo dejaron pasar y hasta inclinaron sus cabezas en señal de saludo, respetando su etiqueta. “Me pregunto qué castigo habrán recibido”, pensó Zlatan. “¿O será por efecto de mi hermano mayor?” Cuando fue recibido por la bibliotecaria, el príncipe de los lentes le entregó el libro y le dijo: - Disculpa por haberlo sacado sin avisarle. - No tiene que disculparse, majestad – le dijo la bibliotecaria – entiendo su situación. Aunque… admito que me causó gracia cuando usted se aferró al libro, como un niño encaprichado por un juguete. - Ese no soy yo. No sé qué me pasó. - Usted ama los libros, ¿no es así, majestad? ¡Ojalá tenga más visitantes así! Por eso, le esperaré siempre en este lugar. Si esos guardias vuelven a molestarlo o impedirle el paso, yo misma se lo informaré a la reina Panambi para que los castiguen. ¡Usted es un prínci
- ¿Cómo está el duque? - Está extrañamente tranquilo, señor. Al igual que la ex reina - ¡Uf! ¡Al fin esos sedantes hicieron efecto! Aunque… Roger todavía recordaba cuando le trajeron al duque y a la ex reina en su guarida. Si bien ellos acordaron cooperar siempre y cuando no tocaran a sus seres queridos, al menos Rhiaim demostró que tenía una alta resistencia a los fármacos y sedantes que le suministró para mantenerlo dormido. Y en cuanto a Aurora, la vio inspeccionando el lugar con mucho detenimiento, como si estuviese buscando cualquier oportunidad para escapar. - Señor, les hemos sacado sus dispositivos comunicadores, sus armas, armaduras y otros objetos que portaban encima – le dijo su subordinado – Y como estamos cerca de un pueblo antimonárquico, no se arriesgarían a escapar siendo sus caras muy conocidas por esos lares. No importa qué tan fuerte sean, siguen siendo humanos. - Sí. Son humanos que, posiblemente, posean en sus cuerpos el secreto de la eterna juventud – dijo R
Dos chicas estaban recorriendo las estrechas calles de un pueblito aislado. Normalmente, solían estar vacías, pero, esta vez, había mucha gente dirigiéndose a un solo lugar. Por sus vestimentas, los pobladores dedujeron que eran simples mercaderas venidas de lejos para comprar suministros. Una iba con una larga capa negra y la otra lucía un sencillo vestido azul de mangas cortas. Y como no portaban ningún arma, rastreador, dispositivo o micrófonos de espionaje, las dejaron pasar sin inconvenientes. Tras dar varios pasos, doblaron una esquina y se encontraron con un pequeño puesto, donde la gente se amontonaba delante de una mesa de madera repleta de frascos con líquido rojo. Y, detrás de la mesa, habían dos hombres atendiendo a los clientes y diciendo cosas como: - ¡Les aseguramos que está 100% verificado que esta pócima les curará de todas las enfermedades! - ¡Contamos con testimonios que lo avalan! ¡Es legal y fidedigno! Ambas chicas se acercaron y dijeron: - ¿Nos puedes dar a
Cuando terminaron la reunión, regresaron al campo de entrenamiento. Zlatan y Uziel, al verlos, corrieron hacia Brett y lo abrazaron por la cintura, quedándose de rodillas a sus costados. Ambos menores lo miraron con ojos suplicantes y dijeron, al unísono: - ¡Sálvanos! Aaron y Abiel se acercaron, mostrándose de muy buen humor. Aaron miró a Eber y le dijo: - Nos dijeron que eres el más fuerte de los cuatro. ¿Qué te parece nos batimos a un duelo cuerpo a cuerpo? Seguro que extrañas esos momentos. - ¡Claro, hermano! – dijo Eber, ensanchando una gran sonrisa mientras una pequeña vena de enfado surgía a un costado de su frente - ¡Tengo tantas ganas de golpear a cierta persona, pero me contuve porque mi esposa me estaba viendo y no quiero darle motivos para que me castigue de vuelta! Mientras Aaron y Eber hacían lo suyo, Abiel miró a Brett y le preguntó: - ¿Cómo planeas hacer la infiltración? Brett respondió: - Me adelantaré con Eber y crearé una distracción. Así nadie los notará y s
Cuando llegó el momento de partir, la reina abrazó a sus esposos uno a uno. A Brett y Eber los besó mientras que a Zlatan y Uziel les acarició sus mejillas. En un momento, Panambi dijo: - Ojalá mis brazos fueran más largos para abrazarlos a todos. - Estaremos bien – dijo Brett – no podré traerte la cabeza de Roger por culpa de cierta persona, pero si la de sus subordinados. - En verdad muchísimas gracias por dejarnos ir, esposa querida – dijo Eber – prometemos regresar para seguir apoyándote y jurar lealtad a tu reinado. Zlatan y Uziel no dijeron nada. Simplemente inclinaron sus cabezas. A lo lejos, la duquesa Dulce los miraba. Zlatan le dirigió una mirada y, desde su dispositivo, le envió un mensaje diciendo: He decidido pensar por mí mismo. Fue difícil, pero lo conseguí. Pienso que eres una persona encantadora. Dulce sonrió ante sus palabras escritas. Y mientras agitaba la mano hacia ellos, pensó: “Te salvaré. A ti y a tu hermanito. No tienes que corresponder a mis sentimie