Los príncipes le entregaron a su esposa la “lista negra” donde figuraban los nombres de todos los nobles que manifestaron su descontento contra la actual corona.
Panambi los leyó y, con una sonrisa, anunció:
- Estos nobles pronto deberán empacar sus cosas. Por supuesto la lista no demostrará nada, pero la verdadera trampa vendrá cuando llegue el día de la reunión del Consejo.
- ¿Entonces sí habrá una reunión del Consejo? – preguntó Brett.
- ¡Así es, querido esposo! Parte de la monarquía democrática es que se celebre esta clase de reuniones para que cada noble o integrante de la realeza elabore propuestas de mejoras y apoyos sociales a la comunidad.
- Nunca he ido a uno – dijo Eber – en el reino del Este también tenemos algo parecido, pero el único que asistía era nuestro hermano may
La duquesa Dulce contaba con su propio vehículo. Aun así, decidió viajar en el mismo coche que Zlatan y Uziel para “recuperar el tiempo perdido”. Sin embargo, se notaba a leguas que se sentía atraída por el príncipe de los lentes, pero éste era tan indiferente a sus insinuaciones que, en el fondo, la desesperaba.Durante el trayecto, la duquesa se pasó conversando más con el príncipe Uziel que con Zlatan. Este le explicó todo lo que vivieron desde que se casaron con la reina, alegando también que extrañaba los paseos por el mercado de la ciudad y hacer sus compras, sin que le limitaran sus movimientos.Zlatan, por su parte, se quedó reflexionando sobre lo vivido en su noche compartida con la reina. Cuando le había tocado el turno, ella lo encontró leyendo un libro. Sorpresivamente, se lo sacó con delicadeza y le dijo:- ¿Habla
La duquesa pidió a una sirvienta que guiara a Zlatan hacia la biblioteca. La misma quedaba a una cuadra del castillo y consistía en una construcción rectangular de un solo piso, con ladrillos vistos y pulidos.- Avísame cuando termine, lo espero afuera – le dijo la sirvienta.- Muchas gracias – dijo Zlatan – puede entrar a leer, si gusta.- Este… ¡No sé leer! – dijo la sirvienta, sintiéndose avergonzada – pero mi hijo sí, por eso…- Disculpa mi desconsideración. Si algún día está interesada, pídele ayuda a la duquesa para que te escriba una carta de solicitud de beca y visita el palacio real para que la reina financie tus estudios y los de tu hijo. Deseamos que el pueblo entero se eduque para un futuro mejor.- Si usted lo dice… gracias por la amabilidad, su alteza.El muchacho entró y fue recibi
Mientras Zlatan se encontraba en la biblioteca, Uziel salió junto a su escolta a recorrer las calles de la ciudad. Como también le acompañaba la escolta de su hermano de los lentes, entonces le seguían dos soldados que no paraban de llamar la atención de los transeúntes. Aún si el pequeño príncipe vestía con un velo que le cubría el rostro, todos lo relacionaban como uno de los esposos de la reina y no paraban de murmurar cuando pasaban a su lado. Esto hizo que el muchacho se hartara en un momento del paseo, se metiera en un callejón con su escolta y los confrontara. - Lo mejor será que me dejen solo – les dijo Uziel. - No podemos – le dijo su escolta – son órdenes de su esposa la reina. - ¿Pero por qué a Zlatan si le dejaron ir a la biblioteca por su cuenta? – les cuestionó el muchacho, mientras inflaba sus mejillas. - Usted todavía es menor de edad y… - el soldado pareció dudar de lo que quería decir – tiende a meterse en problemas.
“Siempre me he preguntado quién planifico la infraestructura de esta ciudad” pensó el muchacho, sorprendido. “¿A quién se le ocurre levantar una plaza cerca del bosque? ¡Es el nido perfecto para asaltantes y gente de baja calaña! Bueno, no importa. Tengo que verificar que no hayan niños…”Escuchó un par de risas a lo lejos. Se acercó y se encontró a dos niños plebeyos jugando a la pelota. Por sus estaturas, dedujo que tendrían entre 12 a 13 años, siendo uno de ellos mucho más alto que él.“¡Lo sabía! ¡Soy tan pequeño que puedo pasarme por uno de ellos fácilmente!” se dijo Uziel. “¿Por qué no aprovechar mi apariencia para dar con los secuestradores? ¡Todavía me parece un buen plan! Si tan solo mis hermanos se dieran cuenta… Además, si no lo hago,
Cuando llegó a la penitenciaría, la mujer fue llevada de inmediato a una celda para ser posteriormente interrogada. Uziel acudió al oficial para hacer su denuncia, mientras los guardias procedieron a atender a los niños tras el prolongado secuestro en el bosque.- ¡Intentaron secuestrarme! – le explicó Uziel al oficial – Pero logré escapar y me encontré a estos niños.- ¿Pero qué hacía en el bosque solo, su alteza? – le preguntó el oficial - ¿No debería estar en el castillo, con la duquesa?- Lo que hacía en el bosque no le incumbe, ¿ok? – le respondió Uziel, mostrándole una mirada fría.- Se está comportando de forma muy altanera, majestad – dijo el oficial, sin poder ocultar el disgusto que sentía por el pequeño príncipe - ¿Es que ahora que se cas
Mientras surgía los acontecimientos en el ducado de Jade, Brett y Eber viajaron con Panambi y Sofía hacia el ducado de Celeste. El vehículo estaba hecho con vidrios blindados, capaces de repeler las balas. Y debido al atentado que casi sufrió la reina en el pueblo Verde, esta vez iban acompañados por un pequeño ejército de soldados, comandados por el capitán real, montados en potentes motonetas capaces de resistir largos trayectos en ruta.Eber se sentía emocionado como un niño. No paraba de señalar el paisaje una y otra vez, lanzando sus comentarios:- ¡Miren! ¡Que choza encantadora! ¡Y qué verdes son los árboles! ¡Hasta el cielo es de azul intenso!- Según tengo entendido, el ducado de Celeste conformaba parte de la colonia del Oeste – dijo Brett, mirando el mapa – Era uno de los pueblos fronterizos más atacados por los s
A la mañana siguiente, Brett decidió realizar su inspección. Eber quiso acompañarlo, pero el joven príncipe se negó diciéndole:- No querrás que nuestra esposa se quede sola. ¿O sí? Además, me acompañarán los caballeros Luis y Zafiro, así es que estaré bien.- ¿Es por lo que te dije ayer? – preguntó Eber.Brett no respondió a su pregunta. En su lugar, le dio un par de palmadas en el hombro y, con una media sonrisa, le dijo:- Que sea el esposo oficial de la reina no me hace ser su verdadero amor. Aprovecha mi ausencia para enamorarla y, quizás, prefiera otorgarte el rol de esposo favorito.- ¿Estás seguro, Brett? – preguntó Eber, mirándolo seriamente.- Nunca antes estuve seguro en toda mi vida.Eber tragó saliva. Aunque estaba dispuesto a todo para llamar l
Uno de ellos lo señaló y preguntó:- ¿No es uno de los esposos de la reina, que vino de visita?- ¡Sí! ¡Es él! – dijo un segundo, revelando una sonrisa retorcida - ¿Qué pasa? ¿Te perdiste?- ¡Ven aquí, guapo! – dijo un tercero - ¡Te vamos a cuidar muy bien!Brett se puso en posición de defensa. Lamentó estar desarmado, pero, aun así, no estaba dispuesto dejar que esos sujetos lo sometieran.- Por favor, déjenme en paz – les pidió Brett, manteniendo el tono de su voz – Si no…- ¿Si no, qué? – le desafió el tercer sujeto, tomándolo de la muñeca - ¿Llamarás a tu mami? ¡Ni te nota! Ja ja ja.Esto rebasó el límite de su paciencia.El joven príncipe giró y le pateó a un costado, log