Brett decidió cenar en su habitación, debido a que quería leer un libro que le prestó Zlatan de su recién instalada biblioteca privada. El caballero Luis se había quedado dormido sobre una silla, por lo que el joven príncipe supuso que hizo un largo viaje desde la mansión de su esposa hasta el palacio real.
“Ahora si estoy siendo tratado como el esposo de una reina” pensó Brett, mientras finalizaba su cena. “Solo unos nobles caballeros pueden escoltar al hijo o pareja de una monarca. Mis hermanitos siguen teniendo sus escoltas de siempre, pero ahora que el guerrero Zafiro está entrenando a los soldados Van y Rojo, confío en que éstos orienten a esos soldados y les hagan ser leales a nosotros. Será un trabajo duro, pero puedo gestionarlo por ahora”
En eso, vio que su comunicador emitió un par de pitidos. Así es que lo activó y se llev&o
La reina Panambi salió de su oficina bastante tarde. Si bien todavía no terminó con las gestiones, decidió tomarse un descanso. En el Instituto de las reinas le aconsejaron que una reina también necesitaba darse un respiro para evitar colapsar por el sobre exceso de trabajo.“Quizás pueda pasar el tiempo con uno de mis esposos”, pensó la reina. “Ellos ya cuidaron de mí. Es hora de recompensarles por el duro esfuerzo”.Decidió comenzar por Brett, ya que era el mayor y el que más le gustaba. Si bien con Eber sentía mucha química, con Brett sentía calma y, también, deseos de protegerlo contra el mundo cruel.Fue así que encontró la puerta de su dormitorio abierta. Eso le extrañó, ya que el joven príncipe siempre mantenía cerrada su puerta. Así es que dio una ojeada y lo encontró reunido con
Escuchó que alguien tocaba la puerta. Pensando que podría ser uno de sus hermanos, exclamó:- ¡Quiero estar solo! ¡Vete!- Majestad, el príncipe Brett me pidió que te llevara ante él con vida – escuchó la voz del caballero Luis al otro lado de la puerta – Por favor, no preocupe a su hermano, de verdad se está esforzando en protegerlo.- ¡No necesito que me protejan! – bramó Uziel - ¡Así es que mejor regresa con tu “princesita”, caballero de dudosos gustos!“Por lo menos el príncipe Brett era más dócil y educado a su edad”, pensó el caballero Luis, dando un ligero bufido. “En verdad al príncipe Uziel le dio fuerte la adolescencia. ¿Dónde está el niño adorable que creía en hadas y el poder divino de los cabellos largos?”Zafiro, quien e
Con el paso de los días, ya se dejaron de reportar casos de desapariciones de niños. Sin embargo, traían a cada tanto a uno que otro sospechoso para interrogarlo. Pero nadie parecía saber el aspecto del tal Roger y dónde se encontraba oculta su base.Durante su reclusión, Brett supervisó personalmente a Tim y Sam, quienes demostraron ser muy serviciales y estaban dispuestos a apoyarlo como principales contactos con el mundo exterior. También solía acompañar a Van y Rojo en su entrenamiento con Zafiro, admirándose cómo sus escoltas temporales estaban fortaleciéndose gracias a las instrucciones del fierro guerrero del Norte.En cuanto a la relación de la reina con sus esposos, ésta se aligeró notablemente. Panambi solía pasar el tiempo con ellos en sus tiempos libres, pero aún no pudo establecer cómo se “repartiría” entre
Y así llegó el día esperado.Muchos nobles asistieron con sus respectivas máscaras. Algunos se esmeraron en elaborar un disfraz completo y, otros, solo atinaron a ponerse algún bonito traje de gala sumado a un antifaz.Por su parte, los príncipes se encargaron de recibir a los invitados, bien ocultos debajo de sus disfraces. Brett lució una túnica roja con una máscara de media luna; Eber lució su armadura de bronce, junto a un casco que cubría tanto sus cabellos rojizos como su rostro; Zlatan se disfrazó de su personaje favorito, el cual era un pirata de una novela de aventuras que vestía vaqueros, botas, chalecos, sombrero de calavera y antifaz negro; Uziel, en cambio, se vistió con un conjunto negro y una máscara roja con forma de un dragón.La idea de Brett era hacerse pasar por meros sirvientes para que, así, los invitados se relajaran ante
Rhiaim y Yehohanan llegaron un poco después del tumulto. Se encontraron con los más jóvenes y éstos le explicaron lo sucedido.- ¡Fue una suerte que tardaran en llegar! – dijo Zlatan - ¡Calmar a los invitados fue muy estresante!- Ese Brett me sorprendió – dijo Uziel – Pudo guiarnos en esta operación y detectó al intruso de entre tantas personas enmascaradas. En serio… ¿Cómo lo hace?Rhiaim no evitó sentirse orgulloso por Brett, al saber que se estaba comportando como un verdadero príncipe y líder.- ¿Dónde está ahora? – preguntó Rhiaim – tampoco veo a Eber.- Están interrogando al intruso – respondió Zlatan – a nosotros nos dejaron aquí para seguir atendiendo a los invitados.La pareja se sentó en su mesa asignada. Al final, no pudieron disfru
Los príncipes le entregaron a su esposa la “lista negra” donde figuraban los nombres de todos los nobles que manifestaron su descontento contra la actual corona.Panambi los leyó y, con una sonrisa, anunció:- Estos nobles pronto deberán empacar sus cosas. Por supuesto la lista no demostrará nada, pero la verdadera trampa vendrá cuando llegue el día de la reunión del Consejo.- ¿Entonces sí habrá una reunión del Consejo? – preguntó Brett.- ¡Así es, querido esposo! Parte de la monarquía democrática es que se celebre esta clase de reuniones para que cada noble o integrante de la realeza elabore propuestas de mejoras y apoyos sociales a la comunidad.- Nunca he ido a uno – dijo Eber – en el reino del Este también tenemos algo parecido, pero el único que asistía era nuestro hermano may
La duquesa Dulce contaba con su propio vehículo. Aun así, decidió viajar en el mismo coche que Zlatan y Uziel para “recuperar el tiempo perdido”. Sin embargo, se notaba a leguas que se sentía atraída por el príncipe de los lentes, pero éste era tan indiferente a sus insinuaciones que, en el fondo, la desesperaba.Durante el trayecto, la duquesa se pasó conversando más con el príncipe Uziel que con Zlatan. Este le explicó todo lo que vivieron desde que se casaron con la reina, alegando también que extrañaba los paseos por el mercado de la ciudad y hacer sus compras, sin que le limitaran sus movimientos.Zlatan, por su parte, se quedó reflexionando sobre lo vivido en su noche compartida con la reina. Cuando le había tocado el turno, ella lo encontró leyendo un libro. Sorpresivamente, se lo sacó con delicadeza y le dijo:- ¿Habla
La duquesa pidió a una sirvienta que guiara a Zlatan hacia la biblioteca. La misma quedaba a una cuadra del castillo y consistía en una construcción rectangular de un solo piso, con ladrillos vistos y pulidos.- Avísame cuando termine, lo espero afuera – le dijo la sirvienta.- Muchas gracias – dijo Zlatan – puede entrar a leer, si gusta.- Este… ¡No sé leer! – dijo la sirvienta, sintiéndose avergonzada – pero mi hijo sí, por eso…- Disculpa mi desconsideración. Si algún día está interesada, pídele ayuda a la duquesa para que te escriba una carta de solicitud de beca y visita el palacio real para que la reina financie tus estudios y los de tu hijo. Deseamos que el pueblo entero se eduque para un futuro mejor.- Si usted lo dice… gracias por la amabilidad, su alteza.El muchacho entró y fue recibi