Mientras contemplaban el paisaje desde los asientos acolchonados del Mercedes, ingerían alimentos poco saludables. Gianluca había comprado todo el menú de un restaurante de comida chatarra para posteriormente emprender su viaje hacia la heladería más famosa de todo París, Berthillon. Adeline no protestó en lo absoluto, después de todo siempre requería de algo dulce para finalizar con el almuerzo._ Cuando era un niño, solía frecuentar esta heladería con mi madre. _ Sonrió con melancolía al observar el sitio. _ Me dejaba escoger todos los sabores que yo quisiera, solo para disculparse de las golpizas de mi padre. _ Una sonrisa de amargura reemplazó la anterior. _ Un helado por cada golpe. _ Bajó la cabeza, sin atreverse a poder mirarla. _ Ser el niño consentido de mi madre no me favoreció en nada con la relación de mi padre. Él creía que me estaba volviendo débil por ser tan mimado y por el simple hecho de no querer trabajar en su estúpida empresa. _ Inmerso en sus recuerdos, cerró su
Franceses con clase colmaban las aceras de la ciudad de París por las cuales Adeline transitaba un tanto malhumorada, aferrándose con fuerza al cálido abrigo que portaba.El frío del invierno empezaba hacer presencia en cada caminante de la zona, incluyéndola a ella. Que a pesar de estar congelándose aún mantenía su rostro contraído a causa del enojo. La limosina blanca enviada por el hermano menor de los Sonobe se hallaba aparcada a un lado del parque Bercy. Punto de encuentro que había sido impuesto por él.Soltando un sonoro suspiro, Adeline se encaminó en dirección a Garett. Quien al verla, abrió al instante la puerta del coche.Al cruzar la calle otra limosina de color negro obstruyó su camino, haciéndola frenar de modo abrupto. El guardaespaldas de Gianluca se dirigió hacia ella desosegado por lo visto a través de sus lentes oscuros.La ventana del vehículo se bajó, pudiendo apreciar al causante de tan imprevisible acto. Jean Pierre Sonobe ladeó la cabeza al contemplarla con aqu
Los rayos se asomaban en el cielo atestado de neblina. Causando vigorosos estruendos al descender en el pavimento bañado de sereno. Las nubes empezaban a tornarse cada vez más grisáceas en tanto denotaban gotas de lluvia que caían sobre las camelias azuladas esparcidas en el jardín.Adeline se desplazó prestamente por el camino adoquinado del vergel sosteniendo entre sus brazos el cuerpo trémulo de Jean Pierre.Damien les abrió las formidables puertas de la mansión. Priorizando de que ambos fueran los primeros en adentrarse al lugar.Adeline se dirigió presurosa rumbo a las escaleras. Ascendiendo por estas, hasta llegar al piso en dónde el aposento de Jean Pierre se alojaba.Al entrar por la puerta de madera, caminó sobre la alfombra persa en dirección a la cama. Dejándolo sentado encima del colchón, mientras tanto, ella buscaba en el guardarropa un par de prendas que pudieran reemplazar el atuendo humedecido que Jean Pierre traía puesto.Regresó a él cargando un batín acolchonado de
El aposento se encontraba embalsamado por un delicioso aroma. Incentivando a que Jean Pierre abriera su ojo izquierdo tras inhalar la emanación proveniente del caldo de pollo traído por Adeline._ Te hice sopa. _ Anunció sonriente, llevando con cautela el plato hacia él._ Las personas no acostumbran a hacerme sopa cuando enfermo. ¿Por qué tú si?. _ El tono en su voz lo delataba, la vulnerabilidad se había hospedado al manifestar su incógnita llena de intriga._ Alguien una vez me dijo que las sorpresas siempre llegan. Puede que yo sea tu sorpresa. _ Replicó, encogiéndose de hombros, acercando una cucharada de la sustancia. La estupefacción de Jean Pierre era ostensible, en consecuencia optó por permanecer en silencio mientras abría la boca esperando ansioso a que ella lo alimentara.Adeline sonrió satisfactoriamente al contemplar como él saboreaba los trozos de verdura y pollo remojados en el caldo. Hasta que el plato quedó sin vestigios de lo que alguna vez fue una sopa de pollo.Si
Al ponerse la noche, los hermanos Sonobe se preparaban para cenar.De modo que las criadas debían adecuar el comedor para los amos de la mansión.Situaron en el centro del bufet tres candelas labradas en diamante naranja, una tradición familiar que perduró durante generaciones. Dado a qué dictaba " El honor de la presencia Sonobe sobre la mesa"._ Vaya, vaya, tenemos reunión familiar. Admito que si nos sigues recibiendo con tanta ostentosidad jamás volveré a quejarme en mi vida de ti, Jean Paul. _ Una sonrisa lúdica se asomó en las comisuras de los labios de Gianluca. Quien se adentró a la estancia en presencia de Jean Pierre._ Cómo en los viejos tiempos, hermanos. _ El mayor de los Sonobe alzó la copa en dirección a ellos, invitándolos a qué cada uno tomara lugar en sus respectivos asientos._ ¿A qué jugaremos esta noche?. _ Aludió suspicaz Jean Pierre, encarando a Jean Paul._ No tan deprisa, primero siéntate y disfruta del festín. _ Alternó sus ojos avellana del asiento a él, en t
En el centro de la cuidad de Lyon se situaba el Royal Empire Sonobe, bordeado de exuberante vegetación y de otros edificios modernos. Cabía mencionar que la cuidad le pertenecía a la familia Sonobe. Uno de los tantos dominios que poseían en todo Francia.Su forma de esfera tallada en diamante disponía de una extensión ingente. Siendo vista como una edificación completamente despampanante._ Este no es el aeropuerto. _ Aseguró mirándolo, mientras su dedo apuntaba hacia la edificación._ Tu observación es correcta. Necesito solucionar ciertos asuntos que deben ser resueltos antes de partir rumbo a Inglaterra. Pero no tienes que preocuparte, no tardaremos mucho. _ Explicó abotonando su saco negro al bajarse de la limosina. _ Es hora de trabajar Srta. Strange. _ En tanto embozaba una sonrisa presuntuosa, extendió su mano en dirección a esta. Tal gesto fue aceptado por Adeline, quien sujetando su mano se bajó del coche. Su elegante enterizo acentuaba su esbelta figura, algo que sin duda
_ Y además de acostarse con las secretarias que más hacen en esta impresionante empresa?. _ Haciendo un recorrido con su dedo señaló las suntuosas oficinas, a la vez que lo miraba embozando una sonrisa de boca cerrada._ Uff, hacemos un sin fin de obscenidades a diario que prefiero mantener en secreto ya sabes lo estrictos que somos con las reglas no?. _ Fanfarroneó, imitando su sonrisa y el retintín de su voz._ Muy gracioso, muy gracioso. Deberías dejar de espiar conversaciones ajenas, debido al peculiar hobbit de despedir personal por cualquier motivo insignificante que se tienen por aquí y dado a eso dudo que quieras hacer enojar a tu jefe. _ Contratacó fingiendo indignación en tanto presionaba el botón del ascensor. Provocando que las puertas doradas de este fueran abiertas al instante._ Ya entiendo porque a Jean Paul le resultas entretenida. Y para aclarar él no es mi jefe, somos socios. Por lo que sería más probable que se terminen deshaciendo de ti que de mí. _ Replicó adentr
En las imponentes puertas de plata que daban paso al eminente hospicio de la ciudad de Sheffield se encontraba grabado un epígrafe con letra en cursiva que despertó la curiosidad de Adeline, dado a que la edificación se apellidaba Aldrich a pesar que los propietarios del sitio eran los Sonobe. _ Bienvenida. _ Anunció, situando sus ojos avellana en el arcaica estructura labrada en piedra._ ¿Por qué Aldrich? ¿Y no Sonobe?. _ Frunció el ceño curiosa, observando detenidamente las esfinges con forma de gárgola que se hallaban a los costados del edificio._ La Srta. Aldrich falleció tras rescatar a un puñado de huérfanos en un incendio. Por lo que mi familia decidió conservar el apellido de la mujer. _ Acomodando su saco color vino, añadió. _ A menudo las personas recuerdan los actos heroicos pero olvidan a los héroes, así que yo se lo recuerdo al mundo con el grabado de su apellido en este orfanato. _ Desviando su mirada de ella, avanzó con paso determinante en dirección a la entrada del