Rostros desconocidos fue lo que contempló a Adeline al adentrarse con Gianluca en el Gran salón. A excepción de Eydrian, Bastian y André, ese trío dinámico no se perdió por ninguna parte. Eydrian estaba reunido con Jean Paul y con un señor mayor que Adeline no pudo reconocer dentro de los integrantes ya conocidos en el grupo. Intuyó que posiblemente debía tratarse sobre negocios pendientes vinculados con el Royal Empiere Sonobe. Mientras que los otros dos, Bastian y André, se encontraron deglutiendo bocadillos en los diversos buffets que se encontraron esparcidos estratégicamente por la estancia. Parecían dos niños jubilosos por la cantidad exorbitante de distintas opciones de comida que tenían a su alcance. Por lo que cedieron de inmediato ante la vista y el aroma que brotaba del festín. Los ojos avellana de Jean Paul no tardaron en percatarse de la elegante presencia de Adeline. A pesar de que lo complacía verla aquí, su mirada se oscureció por completo al observar como sujetaba e
Aquella tensión palpable se desvaneció cuando, Amelia, la nombró. _ Querida, toca para nosotros. _ La instó amablemente la abuela de los Sonobe. Y es que la señora se había percatado de que sus otros dos nietos estaban frenéticos por los celos, al ver a Adeline convivir felizmente con su hermano menor. No lo soportaban y Amelia sabía muy bien que si no hacía algo al respecto, esos dos hombres se abalanzarían sobre Gianluca en cualquier momento. Hasta Zafira, se encontraba furiosa al ver que en toda la velada, no obtuvo ni una mirada por parte de Jean Paul, aún cuando se la pasó seduciéndolo con sus prominentes atributos, el mayor de los Sonobe, le restó importancia y todo por estar al pendiente de esa rubia que había llegado a la velada con Gianluca Sonobe. Algo dudosa, Adeline asintió, se levantó de su asiento y desapareció del comedor. Todos los invitados estaban expectantes de su reaparición, pero todas las luces se apagaron y solo una se encendió en el Gran salón. Cada presente
Los rayos de luz atravesaban con osadía los doseles contiguos a la cama en la que Adeline dormía plácidamente. La joven, no había podido conciliar el sueño durante toda la noche y para poder dormir, requería del habitual brillo matutino que la tranquilizaba cuando se colaba desde temprano a su aposento. Aquello era la promesa de que aunque ella sellara sus ojos y se viera sumergida en una profunda oscuridad, no importaría, porque sabía que la iba a estar acogiendo la luz solar, la misma con la que se durmió solo por unos instantes.Su miedo a la oscuridad, al terror de aquellos monstruos figurados en pesadillas, se veían ínfimos cuando ponía un par de ansiolíticos en su boca y ahora con la inusual práctica de dormir únicamente por la mañana, aminoraba sus ataques de ansiedad.Adeline sabía que se estaba enfermando. No podía seguir basando su salud mental solamente con pastillas y con el no dormir por las noches. Incluso en ese estado se negaba a pedir ayuda, aun cuando apenas sobrevi
Sus ojos de tormenta se dirigieron a la presencia de una mujer que se adentró al aposento con entusiasmo. _ El baile de máscaras ya inició. Serán llamadas, según el orden de acompañante respectivo de cada hermano Sonobe. Así que estén atentas, el presentador las nombrará en cualquier momento. _ Anunció, acomodando a las tres jóvenes en fila._ Damas y caballeros. Esta noche nos brindará el honor los hijos de la gran Dinastía Sonobe, de abrir el aclamado baile de esta celebración que conmemoramos una vez al año. Un fuerte aplauso para los hermanos Sonobe. _ Gritando con euforia, señaló en dirección a los tres hombres que aguardaban a la espera de sus acompañantes.La prensa había asistido esa noche, por lo que los Sonobe se encontraban expuestos ante los medios. Cualquier movimiento en falso y sería capturado ante el ojo público. Debían ser cautelosos, si querían atrapar al asesino, tenían que jugar con sigilo.Jean Paul, vestía un traje entero de color negro con corbata rojiza y zapa
El Lamborghini de Gianluca superaba el límite de velocidad, el viento azotaba la prolongada cabellera rubia de Adeline, en tanto asomaba la cabeza por la ventana contemplando las coloridas luces de la ciudad que se diseminaban por la rapidez del vehículo. En cada bocanada de aire, ella cerraba los ojos. Disfrutando del roce feroz de la ventisca que se colaba por las ventanas del coche. Adeline desvió la mirada de la vista a él, observando la misma emoción que ella sentía plasmada en la expresión de Gianluca. _ ¿Sientes esto Adeline Strange? Es nuestra conexión abismal. _ Mirándola, sonrió con picardía._ Yo pensé que hablabas del viento porque es lo único que siento. _ Rodando los ojos, apartó la mirada en respuesta.En otros momentos posiblemente Gianluca se hubiera sentido inseguro por las gélidas palabras de ella, pero esta vez solo ladeó una sonrisa. Él sabía lo que provocaba en ella, como también sabía que la joven seguiría ocultando lo que sentía por este. Aquel manto oscuro s
Las sirenas de las ambulancias, como las luces de color rojo y azul de las patrullas, turbaron a Adeline cuando se adentró junto a Gianluca a la mansión. La familiaridad del ambiente la sumergió en su pasado, recuerdos se alojaban en su memoria en tanto subía lentamente por los escalones de espiral. Cada paso que daba, resultaba ser las pisadas de su yo adolescente. Recordaba aquella noche, habían tantos oficiales instándola a relatar la atroz historia que aconteció en su presencia. Aún escuchaba el desconsolado llanto de su madre, incluso plasmó en su mente, el golpeteo en el pecho y su infausta expresión facial. Todo por escuchar a su hija testificar sobre el brutal homicidio de su padre. Una sensación trémula invadió sus manos, su garganta se secó y su respiración se volvió inestable. Desorientada, extrajo del frasco, un par de ansiolíticos para verterlos en su boca. Los cuales surtieron efecto, después de haber sido cargada por un preocupado Gianluca hasta el piso de la escena de
Las pesadillas empezaron a resurgir en su mente, asfixiándola hasta ser despertada súbitamente. El corazón le palpitaba a un ritmo anormal y en sus ojos de tormenta había miedo. Los brazos de Jean Pierre aún la sujetaban con fuerza, pero de igual modo, ella deshizo ese acogimiento para levantarse. Lo miró un par de minutos mientras dormía, sabiendo que prefería más la idea de estar sola, a confesar aquellos sentimientos que habían florecido por él.Adeline con frialdad, desvió la mirada y empezó a enfilar en dirección al baño. Aún no había amanecido, el sol estaba a punto de salir, por lo que intuyó que posiblemente iban a ser las 6:00 a.m. Se dispuso a darse una ducha para seguidamente entrar al vestíbulo y escoger el atuendo con el que asistiría al campus. Seleccionó unas botas negras con plataforma, una gabardina de cuero, una enagua de la misma tela que le llegaba un poco más arriba de las rodillas y una blusa blanca con una corbata negra. Metiéndose las faldas por dentro y sub
La limusina se aparcó al frente del omnipotente edificio de la cual, agradeciendo al conductor, Adeline descendió.Era medio día, por lo que docenas de subordinados se encontraban almorzando en las diversas cafeterías que ofrecía el Royal Empiere Sonobe.Introduciendo ambas manos en su gabán, Adeline empezó a enfilar en dirección a la entrada. No obstante, el socio de Jean Paul la detuvo en cuanto la vio._ Strange. ¿Acaso ya no saludas? Ven, siéntate conmigo, acompáñame a deglutir de este manjar. _ Señalando con sus manos los aperitivos que se hallaban en la mesa, Eydrian hizo un ademán para que esta tomara asiento junto a él.Adeline vacilante miró la entrada y a un Eydrian sonriente acercándole un plato de camarones. Siendo finalmente convencida por este, se sentó al frente de él. _ Nuestro Jean Paul, en estos momentos se encuentra en una platica con aquella pelirroja que nos cae mal, la Srta. Grey. Así que después del almuerzo, te llevaré personalmente con él. _ Abriendo la boca