Las sirenas de las ambulancias, como las luces de color rojo y azul de las patrullas, turbaron a Adeline cuando se adentró junto a Gianluca a la mansión. La familiaridad del ambiente la sumergió en su pasado, recuerdos se alojaban en su memoria en tanto subía lentamente por los escalones de espiral. Cada paso que daba, resultaba ser las pisadas de su yo adolescente. Recordaba aquella noche, habían tantos oficiales instándola a relatar la atroz historia que aconteció en su presencia. Aún escuchaba el desconsolado llanto de su madre, incluso plasmó en su mente, el golpeteo en el pecho y su infausta expresión facial. Todo por escuchar a su hija testificar sobre el brutal homicidio de su padre. Una sensación trémula invadió sus manos, su garganta se secó y su respiración se volvió inestable. Desorientada, extrajo del frasco, un par de ansiolíticos para verterlos en su boca. Los cuales surtieron efecto, después de haber sido cargada por un preocupado Gianluca hasta el piso de la escena de
Las pesadillas empezaron a resurgir en su mente, asfixiándola hasta ser despertada súbitamente. El corazón le palpitaba a un ritmo anormal y en sus ojos de tormenta había miedo. Los brazos de Jean Pierre aún la sujetaban con fuerza, pero de igual modo, ella deshizo ese acogimiento para levantarse. Lo miró un par de minutos mientras dormía, sabiendo que prefería más la idea de estar sola, a confesar aquellos sentimientos que habían florecido por él.Adeline con frialdad, desvió la mirada y empezó a enfilar en dirección al baño. Aún no había amanecido, el sol estaba a punto de salir, por lo que intuyó que posiblemente iban a ser las 6:00 a.m. Se dispuso a darse una ducha para seguidamente entrar al vestíbulo y escoger el atuendo con el que asistiría al campus. Seleccionó unas botas negras con plataforma, una gabardina de cuero, una enagua de la misma tela que le llegaba un poco más arriba de las rodillas y una blusa blanca con una corbata negra. Metiéndose las faldas por dentro y sub
La limusina se aparcó al frente del omnipotente edificio de la cual, agradeciendo al conductor, Adeline descendió.Era medio día, por lo que docenas de subordinados se encontraban almorzando en las diversas cafeterías que ofrecía el Royal Empiere Sonobe.Introduciendo ambas manos en su gabán, Adeline empezó a enfilar en dirección a la entrada. No obstante, el socio de Jean Paul la detuvo en cuanto la vio._ Strange. ¿Acaso ya no saludas? Ven, siéntate conmigo, acompáñame a deglutir de este manjar. _ Señalando con sus manos los aperitivos que se hallaban en la mesa, Eydrian hizo un ademán para que esta tomara asiento junto a él.Adeline vacilante miró la entrada y a un Eydrian sonriente acercándole un plato de camarones. Siendo finalmente convencida por este, se sentó al frente de él. _ Nuestro Jean Paul, en estos momentos se encuentra en una platica con aquella pelirroja que nos cae mal, la Srta. Grey. Así que después del almuerzo, te llevaré personalmente con él. _ Abriendo la boca
Adeline lo apartó de ella con un leve empujón._No vine aquí por ti Jean Paul. Vine por la pasantía y desafortunadamente eres el encargado de mi pasantía en esta empresa. Así que dígame Sr. Sonobe en que le puedo ser útil?. _ Su tono formal y su mirada pletórica de frialdad, causaron cierto dolor en Jean Paul. El cual bajando la cabeza, se frotó el rostro con frustración. _ Me iré por un tiempo. _ Anunció con tono severo caminando en dirección al ventanal. _ No estarás a salvo hasta que resuelva esta incertidumbre en mi familia. Al principio creímos que se trataron sobre ti, pero solo era una distracción ingeniosa en el tablero. Todas las fichas defensoras fueron atribuidas a tu nombre, mientras que nuestra familia quedó indefensa. Ese siempre fue su plan, ha estado jugando con nosotros durante todo este tiempo y hemos sido derrotados una y otra vez. No puedo permitirlo más, no puedo perderte en la siguiente partida solo por no haber accionado antes de tiempo. _ Desviando la vista de
Adeline contemplaba la ciudad de Lyon, desde los colosales ventanales de la oficina de Jean Paul, con una copa de vino en la mano.Los imponentes rasca cielos vecinos, emitían coloridas luces que resplandecían en la oscuridad de la noche. Aquella vista dibujó una sonrisa en el rostro de Adeline._ ¿Sabes? Siempre me ha gustado lo que hago, a diferencia de mis hermanos, no estoy aquí por obligación. _ Sirviéndose más vino, se posicionó al lado de ella._ Yo creo que nadie estaría aquí por obligación, esto es impresionante. _ Mirándolo, acercó la copa hacia él para que la rellenara. _ Gracias por hoy, me la pasé increíble._ Tu presencia hace al momento increíble, sino fuera por ti solo sería un día más de trabajo. _ Dejando la botella de cristal en la mesa, agarró un control con el que puso música. Los parlantes empezaron a resonar en todo el sitio, provocando que ella sellara los ojos sonriendo. _ ¿Me concedes esta pieza?. _ Acercando su mano la miró. En respuesta, Adeline la tomó en
Tonos amarillentos con naranjas pintaban el cielo anunciando un nuevo amenecer.Aquel paisaje pintoresco se refelejaba en aquellos ojos grisáceos sin vida.Adeline, no había conciliado el sueño durante toda la noche. Y aunque lo hiciera, las pesadillas la hubieran despertado. El bullisioso sonido del despertador resonó en cada rincón del aposento, despojando a la joven ensimismada de sus pensamientos.Apagando la alarma, se dirigió hacia la bañera. Posteriormente de su habitual baño con agua tibia, se adentró al vestíbulo. Escogiendo un atuendo que constaba de una boina color azul oscuro como el tono de su blazer. Una enagua negra corta y su blusa blanca, tenía una corbata azulada. Le agregó a su vestuario un par de medias largas negras y unas botas de cuero.Cepilló su larga cabellera rubia para seguidamente tomar su bolso y salir de su aposento.Adeline descendió por el ancensor y para su fortuna, no encontró al Sr. Moriarty vagando por los pasillos junto a su refinado bastón. No
_ Bienvenida al Jump in Bastille de París. _ Con un ademán de presentación señaló la ostentosa edificación que se encontraba a unos metros de ellos._ Los Lancaster tienen estilo. _ Halagó Adeline, mirando a Gianluca con una sonrisa cómplice. _ No tanto como los Sonobe nena. _ Ofreciéndole su antebrazo, ambos empezaron a enfilar en dirección a la extensa fila de personas que aguardaban para ingresar al club.La presencia del menor de los Sonobe desvió la atención de los presentes hacia el discurso que Darius confería a la prensa.Los reflectores ya no apuntaban al joven Lancaster, sino, al dúo que se avecinaba con ímpetu por la prolongada alfombra roja.Las aglomeraciones se agruparon alrededor de la pareja, al igual que cada periodista junto a sus cámaras y micrófonos._ Joven Sonobe. ¿En donde están sus hermanos?. _ Preguntó un reportero con fervor, acercándole el transmisor._ Vengo en presentación de la familia. _ Sonrió lúdico a las cámaras._ Gianluca Sonobe. ¿Quién es la hermo
El Sr. Moriarty se desplazaba azorado por la sala de estar del penthouse, en donde la joven descansaba placidamente en un sofá de terciopelo.Hasta que un estruendo lo hizo detener su caminado incesante.La figura de Adeline yacía sobre la alfombra de polipropileno, adormilada aún por las sustancias ilicitas ingeridas bajo la tutela de Gianluca._ ¡Auch!. _ bramó, sujetando la cabeza adolorida._ Resiste mi hermosa musa, enseguida traerán tu té de jengibre. _ Con preocupación, Moriarty la volvió a posar sobre el sillón.Una críada se aproximó con una bandeja de plata que posicionó en la mesa frente a Adeline._ Esto te hará sentir mejor querida. _ dijo Moriarty con entonación suave, arrimando el té.Adeline comenzó a sollozar, abrazando al Sr. Moriarty._ Besé a Gianluca pensando que era su hermano y luego me encontré con el mayor de ellos. _ Llorando más fuerte, lo estrujó. _ Arty, mudemonos a otro país.El Sr. Moriarty la apartó con dulzura, limpió sus lágrimas con un pañuelo de seda