Un mayordomo los recibió en la entrada, y antes de eso los lacayos se habían encargado de dirigir a los cocheros y ayudar a las damas a bajar de los carruajes. Al entrar a la mansión del Conde de Blakewells todo era de ensueño, el lugar estaba gloriosamente decorado, la luz entraba a raudales a través de las inmensas ventanas que iban desde el piso hasta el techo y los colores claros predominaban en la estancia, o al menos en las que ella había visitado. El azul pálido, el dorado y el blanco, eran los colores que más resaltaban, y a Evangeline se le vino a la mente que los alrededores no daban alusión a ser una mansión muy masculina, pero al ver al Conde de Blakewells al pasar a través de las puertas ventanas que daban al jardín trasero, reevaluó mejor su pensamiento anterior y llegó a la conclusión que la vivienda era exactamente como su dueño. El caballero estaba finamente vestido, zapatos de vestir, la típica sortija dorada y azul en su dedo y estaba usando un traje negro, así que
El susto que James se llevó al escuchar las botellas romperse contra el piso fue algo que no pudo prever, para su gran alivio y consuelo era la señorita Evangeline quien sostenía a John en brazos y a la joven parecía que no le importaba el estruendoso llanto que el niño había iniciado, se acercó a ellos lo más rápido que pudo, tras cerciorarse que su hijo estaba por completo sano y salvo, y que la señorita Penny Floyd lo tomó en brazos para llevarlo a cambiar de ropas, su preocupación cambió de persona y se mostró un poco alterado por el bienestar de Evangeline, algo que lo desequilibró momentáneamente, era una sensación que no se espera en lo absoluto. Pero al preguntarle sobre su estado ella le comunicó que estaba completamente bien, y al observarla a profundidad y con detenimiento, él mismo pudo percatarse de que era verdad y de que ella estaba siendo honesta. Su vestido estaba vuelto nada con manchas por doquier de diferentes cosas, pero James no quería que ella se marchara así ta
Luego de unos minutos de bajar al infierno, llorar desconsoladamente a moco suelto y sentirse por completo un idiota miserable, James se deshizo del sentimiento de culpabilidad que estaba experimentando y se enfocó que averiguar qué era lo que estaba realmente sucediendo con la nueva niñera y qué exactamente había presenciado la señorita Evangeline para desenmarañar ese asunto.Primero conversó con Benedict para que lo apoyara, puesto que debían dar la velada por terminada, era incapaz de continuar la celebración como si nada hubiera pasado, su hermano le comunicó que los marqueses de Rauscher no estaban al tanto de lo que estaba sucediendo gracias a que su madre se había quedado haciéndoles compañía a los Luddington, así que ella también ignoraba los recientes acontecimientos. Le pidió a su hermano mayor que inventara cualquier excusa plausible para finalizar la velada y que hiciera algo al respecto con la señorita Evangeline, con la intención de que ella no conversara de lo sucedido
Entre el ruido de sus sollozos escuchó como alguien tocaba la puerta del cuarto del que se había apoderado, no se atrevió a responder pero comenzó a limpiar las lágrimas de sus ojos y mejillas mientras aguardaba a que la persona entrara a la estancia, al fin y al cabo ella no podía demandar ningún tipo de privacidad en ese lugar, puesto que ella no pertenecía allí, ni era parte de la familia, incluso si así fuera se encontraba en una habitación ajena. Y así, sin más, se abrió la puerta dando paso a Derek, Barón de Beckmoore, sin darse cuenta se sintió un poco desilusionada al ver al caballero por el rabillo del ojo, y se tuvo que recordar que no estaba esperando al Conde de Blakewells ni nada por el estilo, él seguramente estaba enfocado en su hijo, y no era como si ellos dos tuvieran algo que ver. Se enderezó en el asiento, colocó la espalda recta y miró su reflejo en el espejo del tocador, lucía fatal, era una catástrofe, incluso abrió los ojos como platos debido al asombro, nunca a
‒ ¿Qué haces debajo de las cobijas, Amelia? ‒ preguntó elevando una ceja, era una situación extraña.‒ ¡Me has dado un susto de muerte, Eva! No hagas esas cosas, te lo pido, por favor ‒ se quejó exhalando un suspiro de alivio al tiempo que se colocaba la mano libre sobre el pecho, pues la otra se mantenía oculta en su espalda.‒ ¿Y por qué estás tan alarmada? ‒ preguntó curiosa.‒ ¿Y por qué irrumpes de esa manera en mi habitación sin pedir permiso? ‒ respondió su prima a su vez, muy inteligente la joven.‒ ¿Qué estás ocultando, Amelia? ‒ Evangeline no era fácil de persuadir ‒ Y yo toqué la puerta antes de entrar, que tú no hayas escuchado por andar haciendo quien sabe qué cosas, es otro asunto, querida ‒ respondió satisfecha, una excusa perfecta la que estaba dando.‒ Estaba leyendo un libro, eso es todo ‒ algo se removió detrás de ella, muy seguramente estaba ocultando dicho libro debajo de la almohada, y luego sacó la mano de su escondite elevando la barbilla con algo de petulancia
31 de Noviembre de 1815, LondresAl levantarse de su cama el día siguiente se sentía un poco somnolienta, no había podido dormir plácidamente durante la noche ya que su mente estaba llena de todas las cosas que debía hacer y tenía muy presente que su vida cambiaría una vez más, de nuevo su futuro era incierto y tenía puestas sus esperanzas en la conversación que se llevaría a cabo al día siguiente entre su prima y la Marquesa de Wrightwood. A la hora del desayuno se estaba dormitando, acto que su primo notó, pues cuando abrió los ojos se encontró con su mirada gris que la veía directamente a los ojos. Amelia no había bajado a desayunar pero eso no era de extrañar, no era algo tan habitual en su prima, no obstante, ella no solía faltar a las comidas, así que debía continuar con su rutina habitual al menos un día más.‒ ¿No dormiste bien, Evangeline? ‒ le preguntó Thomas entrecerrando los ojos ‒ luces como un cadáver ‒ tan sincero y directo como siempre.‒ Sí, es cierto que tuve problem
‒ Todos los demás estamos aquí, a tu lado, ¿No te basta con eso? ¿No somos suficiente para ti? ‒ demandó Sebastian.‒ Por supuesto que sí, no seas ridículo, Sebastian, ¿por quién me tomas? ‒ preguntó indignada ‒, pero los amo a todos por igual y quiero que volvamos a estar juntos ‒ sentenció ‒, eso es todo.‒ Todos extrañamos a Marcus ‒ señaló Colin ‒, pero debemos aprender a vivir con su estilo de vida, eso no significa que no es parte de esta familia.‒ Ni tampoco que él se vaya a olvidar de ti ‒ agregó Derek.La conversación continuó hacia otros menesteres cuando Nathaniel tuvo la audacia de cambiar el tema y todos se enfocaron en hablar sobre el grandioso día que los esperaba mañana. Se podía sentir la emoción de todos los presentes y era simplemente maravilloso, al rato se unieron los futuros esposos y su madre, así que volvieron a pedir otro servicio de té antes de la cena, donde James se comió la bandeja de galletas prácticamente él sólo, aún tenía hambre y el enojo que le hizo
‒ ¿Y entonces? Ese fue un agarre demasiado íntimo para personas que no pertenecen a la misma familia ‒ señaló Amelia.‒ ¿Desde cuando eres tan mojigata con el decoro, Amelia? Suenas como yo ‒ se echaron a reír y se miraron con ternura cuando las risas se calmaron.‒ Bueno, al parecer durante este tiempo yo he aprendido de ti y tú de mí, Eva.‒ Sí, es así. Y pues, el conde solamente me dijo que tiene algo que hablar conmigo, sin dar ningún detalle en particular, que por favor le diera un momento de mi tiempo y que él iría a por mí en la recepción.‒ Me da mucha curiosidad saber qué quiere Lord Blakewells que tenga que ver contigo, Eva ‒ dijo su prima con un tono de picardía ‒. Me parece que sí está interesado en ti después de todo. Ni siquiera Thomas logró espantarlo.‒ ¡Tonterías, Amelia! No te distraigas de nuestro plan, por favor ‒ dijo con seriedad, no quería arruinar lo que tenían planeado ‒. Recuerda que esta ha sido tu idea, y es mi última esperanza ‒ sentenció.‒ ¿Es tu última