12 de Junio de 1811, Londres.Continuó visitando a Lady Penélope y sin darse cuenta, más tarde que temprano, era parte de los pretendientes que la joven dama poseía, incluso había llegado a sus oídos que Penélope había rechazado al menos a tres de los caballeros que habían tenido la osadía de pedir su mano en matrimonio luego de hablar con su padre, y otros tantos que su padre había rechazado por ella, tipos que estaban envueltos en escándalos, que sólo buscaban a una heredera para tener fortuna, algunos eran demasiado viejos, otros tenían vicios que ni se molestaban en ocultar y la mayoría sin título nobiliario. Si bien era de conocimiento público que la dote de Lady Penélope Luddington era una cuantiosa fortuna, además el honor de entrar en esa familia y codearse con el magnánimo tío de la joven, el Marqués de Rauscher, era un privilegio que no le darían a cualquiera, debido a eso incluso la joven era quisquillosa con los caballeros que la visitaban, aunque parecía disfrutar de la c
‒ Colin ‒ lo llamó.‒ ¿Sí? ‒ preguntó su hermano dándose la vuelta con demasiada fuerza y con una sonrisa en el rostro, en la mano sostenía un pastelillo con cobertura blanca y una cereza en el tope ‒ ¿Qué pasó, James? ¿Ya viste el alboroto que hizo Lord Weinstein? ‒ preguntó con un tono de chismorreo. Su hermano de cabellos castaños y tono de ojos disparejo, era un joven carismático y alegre, no era muy bueno en los estudios pero su personalidad era cálida como una buena taza de té en un día lluvioso, y lo que le faltaba como estudiante lo compensaba sobremanera con su destreza innata y talento inigualable para la música. ‒ La verdad es que no, estuve bailando el vals con Lady Penélope ‒ informó y se cruzó de brazos.‒ Pues ha sido una gran revuelo ‒ mencionó sorprendido ‒, me parece increíble que no lo hayas escuchado.‒ Bueno…‒ ¿Quieres un bocadillo? Te recomiendo los pastelillos blancos, están deliciosos, ya me he comido alrededor de cinco de estas sabrosuras ‒ sugirió y le dio
Era pasada la medianoche, por lo general la mayoría de los bailes terminaban en la madrugada, pero cada familia decidía cuando abandonar el evento. Su familia en particular era influyente, así que su presencia era notada a donde sea que fueran, todavía sus hermanos menores no habían entrado en sociedad a cabalidad y aun así ya las miradas de todos se posaban en los cuatro «Lores B» que asistían a las celebraciones, cinco con la reciente unión de Colin, Vizconde de Brightwall, a la espera de que los demás integrantes de la familia se unieran a ellos, cosa que sucedería en unos pocos años, pues el debut de Josephine se llevaría a cabo más temprano que tarde, ese evento ya estaba prácticamente a la vuelta de la esquina, y para ese entonces, ya Derek y Nathaniel estarían asistiendo a los bailes y eventos sociales.El despacho de Benedict se encontraba en penumbras y hacía algo de frío, sus chaquetas y vestimentas los protegían del clima pero la calidez no duraría mucho más tiempo, por end
James se fue acostar con un gran alivio en el corazón, confiaba en que la nota de Benedict no fuera tan directa, pues aunque su hermano tenía un carácter fuerte también sabía cómo lidiar con las personas de la alta sociedad de la manera más educada posible. Tenía un dejo de remordimiento, pero tan sólo porque no se había dado cuenta de lo que realmente estaba haciendo ni sabía lo que su comportamiento estaba generando en la familia Luddington, Lady Penélope era una buena muchacha, llena de vida y buenas maneras, pero él no quería verse envuelto en una matrimonio, incluso aunque lo hubiera pensando brevemente, la idea de estar casado con la dama en cuestión no le aterraba, simplemente no era el tiempo correcto para el Conde de Blakewells casarse en un futuro cercano. Los días venideros fueron apacibles, lo más apacibles que podían ser con una familia tan numerosa como la suya, y se sentía un tanto vacío, ya que tenía dos semanas llenando sus tardes con las visitas a la mansión de los
24 de Junio de 1811, Londres.‒ ¡Feliz cumpleaños, James! ‒ gritó la pequeña Josephine desde la otra punta de la mesa ‒ Hoy vamos a comer muchos dulces ‒ sonrió con dulzura.‒ A ti lo único que te importa son los dulces ‒ añadió Nathaniel lanzándole un guisante con la mano.Su hermanito creyó que nadie lo estaba viendo pero James podía observarlo perfectamente desde donde estaba, ahora entendía por qué ese era el mejor asiento de la mesa y la razón por la cual Benedict lo sabía todo, desde allí podía verlos a todos.‒ Ya basta, están bien grandes para la gracia ‒ espetó Colin con malhumor.‒ ¿Y a ti qué mosca te picó? ‒ le preguntó Derek mirándolo muy asombrado, esos dos se la pasaban siempre juntos y Colin era conocido por ser muy risueño, bromista y optimista.Y James sabía la razón, desde el incidente con Lady Penélope, Colin estaba experimentando cambios de humor y terminaba pagando su rabia con los menores y como con Derek no podía meterse mucho ya que eran como uña y mugre, los
24 de Junio de 1811, Londres.No tenía intención de bailar con ninguna dama, puesto que no andaba en busca de matrimonio ni se encontraba cortejando a nadie en particular, pero debía disimular si quería tener la oportunidad de bailar con Lady Penélope, y no era posible que solamente bailara con la dama en cuestión o los rumores de que él era su pretendiente revolotearían por todo el salón de baile. Así que bailó con algunas damas que su familia conocía y hasta le pidió un baile a Lady Amelia, antes de acercarse a su prima para hacer lo mismo.‒ ¿Aún tiene espacio en su tarjeta, milady? ‒ le preguntó a Lady Penélope, al tiempo que realizaba una ligera venia y le tendía la mano para tomar la tarjeta en cuanto ella se la acercara.Ella se encontraba junto a Lady Amelia y la marquesa de Rauscher, pero esta última tenía una conversación muy efusiva con otra señora de edad similar.‒ No ‒ dijo la joven mirándolo con los ojos abiertos como platos ‒, lo lamento mucho, Lord Blakewells ‒ fina
02 de Septiembre 1815, Londres. Esa mañana se levantó con toda la intención de realizar las entrevistas pertinentes para el puesto de niñera, pues necesitaba con urgencia alguien que lo ayudara con el cuidado de John cuando él no estaba disponible, ya había aplazado esa tarea mucho tiempo y tenía varias personas que habían aplicado al puesto, ya que había publicado un anuncio en el periódico. Les notificó a las aspirantes que debían presentarse en la mansión Blakewells esa tarde a la hora del té para echarles un vistazo al grupo en general y luego de escoger las que le generaran confianza pautaría una entrevista individual para saber sus logros y aptitudes. Era extremadamente quisquilloso cuando de la crianza de su hijo se trataba y no le daba pena admitirlo. Comenzó su día como cualquier otro, y luego se dirigió a la mansión de su familia como era costumbre. Para cuando llegó al comedor ya se encontraban Benedict y su madre, y así, uno por uno, todos sus hermanos llegaron al encuent
Tenía asuntos propios que atender, y odiaba la impuntualidad tanto como su hermano mayor, pero no había caso, tenía que regresar con él a la mansión de su familia para explicar los recientes acontecimientos, pues estaba totalmente seguro de que Benedict llegaría y se encerraría en su despacho para pasar la rabia que fulguraba en su interior por la negativa que había recibido y que era un hecho que con muy poca frecuencia ocurría, para no decir que nunca le sucedía.Así pues, cuando su hermano se encerró en el despacho, James se fue al salón de pintura de Josephine, donde también mantenían a John durante las tardes, jugó con el niño un buen rato hasta que la criatura bostezo y mostró signos que querer echar una siesta, para ese entonces ya su familia debería estar reunida en el salón para tomar el té. No valía la pena ir de allá para acá explicando los hechos por separado, cuando muy bien podría esperar a que todos estuvieran juntos, y así hizo.Al bajar las escaleras, escuchó una alga