02 de febrero de 2021.

11:00pm.

Aarón Abernathy.

Mi cuerpo adolorido es lo primero en sentir en cuanto soy consciente de mí. Mi respiración agitada trata de reponer ese aire que necesitan mis pulmones, así como también, el oxígeno que mis células piden a gritos para no morir. Intento moverme, pero es en vano. Ni siquiera puedo abrir mis ojos, por más que lo intento, no puedo.

Estoy muy susceptible a los sonidos del lugar, los cuales en realidad son pocos: hay una gota de agua que cae constantemente en algún lugar, un pie moviéndose sin parar, como si la persona a la que le pertenece estuviese ansiosa o nerviosa, un comercial televisivo donde promocionan unos platos de cocina que se repite sin parar, y un perro ladrando, pero se oye lejano, muy lejano.

Trato de calmar mi respiración y relajar mi cuerpo. Debo tratar de hacerme cargo de mí, tomar las riendas y despertar. ¿Qué demonios pasó? No recuerdo absolutamente nada…

Solo sé que… Dios. Aprieto mis ojos con fuerza, tratando de h