Luego de tomar un café con Luca, me digno a ir a mi apartamento, entro en el ascensor con los pelos enredados, el pijama de Luca puesto y con mis cosas en mis brazos, el ascensor se detiene y choco con los ojos de mi padre que levanta una ceja al verme así. — No digas nada— le aclaro entrando en el apartamento. Steven se apresura a mi encuentro, — Hola mi sol, estaba preocupado— me dice con tristeza, — No deberías, dormí con Luca — le contesté a lo que él, se atragantó con su saliva al escucharme. Sigo mi camino entrando a mi habitación y cerrando la puerta con seguro, caigo en mi cama a puras risas al recordar mis propias palabras. Ese día me quedé dormida; el resto de la mañana. Cuando volví a despertarme, decidí tomarme un baño que me resultó bastante relajante y realmente lo necesitaba. Al salir de la habitación, encontré a mi padre tomando un té en la cocina, — Hola papá— me acerco a él dejando un beso en su mejilla, — ¿Una taza de té? — me pregunta con una son
Minutos después Dilan y Renata aparecieron, él salió corriendo en mi dirección, — Pero ¿qué paso Fer? — me pregunta observando a Luca preocupado Yo quise llevarlo al hospital, pero él se negó, —Llévenme a casa, chicos. Junto a Dilan lo llevamos a su apartamento y con Renata curamos sus heridas, me sentía tan mal, por lo que había ocurrido, — Lo siento nene— le dije llorando, Luca tomo mi mano, — Tranquila hadita, estos golpes no son nada para mí. — Como dices eso Luca, apenas abres tu ojo derecho— le dije con dolor, —¡Lo dejaré rebanado como un pez! — repetía Renata sacando su navaja, — Quieta loquita, yo me aré cargo— detenía sus pasos Dilan, — Ninguno ara nada— interrumpió Luca mientras se quedaba dormido por el sedante, me quede a su lado sin soltar su mano… —Tranquila Fer, el sedante que le di, lo hará dormir un par de horas— Renata apoyaba su mano en mi espalda para calmarme de alguna forma. Una hora más tarde la inflamación en el rostro de mi amigo, er
Cuando los veo volver, supe que la pelea estuvo buena y me la perdí, Matt y Dilan no me dejaron acompañarlos, pues; sería peligroso para mí en mi estado y sabían que no me quedaría quieta mucho tiempo. — ¿Y le dejaste mi regalo? — le pregunté entusiasmada como colegiala, — Si panzona, está hecho. Mis ojos brillaban, cuando me devuelve a mi bebé con la sangre en su precioso filo. — ¿Y Fer? — me pregunta Matt al no verla, —Ella duerme, me estreso verla llorar; tirada como un trapo y la cede. Ahora mueve el culo y levántala del suelo que yo no puedo. Matt suspira y camina hacia el cuarto, Jesua se dirigió a la cocina y cuando noto que Dilan toma mi botiquín me apresuro tras ellos para ver qué pasa. Al entrar en la habitación, en efecto, ella está ahí tirada, con una mano sobre la de su amigo; en su rostro me doy cuenta de lo culpable que se siente, pues; aún sedada, las lágrimas no cesan. Observo a Luca que sigue completamente dormido y me acerco a ella, con cuidado la to
La noche ya había llegado a su fin, cuando abrí mis ojos y caí en cuenta de que estaba en la sala de Luca, me levanté un poco mareada, — ¿Te sientes bien? — Dilan me mira sentado en el otro sillón con el rostro ojeroso y la televisión prendida, — Si solo estoy un poco sedada aún— le comento friccionándome el cuello, — Si mi loquita te dio algo fuerte — me dice apuntando al bolso médico que descansa sobre la mesa, — ¿Dónde está ella y los chicos? — le pregunto de inmediato al no verlos, — Ella se fue a dormir a casa, Matt también se fue y Jesua duerme junto a Luca. Me levanto y camino hacia la puerta de la habitación, la inflamación en su rostro aún está ahí, pero lo que más me llama la atención es la venda que cubre todo el abdomen de Jesua y los moretones. Miro a Dilan y este me responde sin siquiera haber hecho la pregunta, — Un corte superficial, por la pelea con Steven— abro los ojos como platos al escucharle, — Tranquila Fer está bien, lamento que tu casa haya
Hace tres días que Pablo me invitó a asistir a una reunión familiar y los nervios me invaden por completo, empeorando aún más cuando el día llega. Estar dos días solo con él y su familia no sé si será bueno, aunque admito que quiero conocerlos. Mi teléfono me saca de mis pensamientos, cuando su llamada suena, sé que es él, por qué tiene como melodía nuestra canción favorita, —Hola bombón— respondo ocultando los nervios, — Hola preciosa, ¿ya estás lista? — miro mi pequeño bolso y mi cartera en la cama, — Sí, todo listo— le respondo mordiéndome una uña, — ¿Qué te pasa cariño? — me pregunta de golpe, — Nada, ¿por qué? — Te noto preocupada, puedo escuchar como muerdes tus uñas— m****a es la única palabra que retumba en mi mente, pero antes de contestarle, Pablo vuelve a hablar, — Tranquila, no te dirán nada malo, aparte solo estará la familia— suspiro al escucharlo, — Bueno, ya estoy llegando nena—, puedo ver su auto desde mi ventana, cuelgo la llamada, tomo mis cosas
En ese momento los tres hombres que faltaban; aparecen junto a nosotros peleando como niños, Pablo se acerca y saluda a su madre abrazándola mientras que a su padre solo le hace una reverencia, luego posa su mano en mi cintura, — Me alegro de que por fin hallan conocido a mi prometida— aclara y su padre solo se va hacia la casa sin decir nada, — Ven amor, vamos a sentarnos— me lleva con él mientras dos mujeres muy arregladas se ponen de pie, — Hola un gusto, soy la esposa de Tomás— se presenta una de ellas, — Yo soy Mirta la esposa de Leo— sonríe, luego de todos los saludos por fin tomamos asiento. Pablo no se aparta de mi lado y su madre se sienta frente a mí, parece ser muy amigable al igual que sus hijos y el pequeño. Las otras dos mujeres conversan entre ellas, con cara de disgusto cuando me miran. El día pasa en tranquilidad, poco a poco me siento menos incómoda, debo admitir que ahora que tengo más trato con su madre y su hermana, me caen muy bien. Pablo no pierde
Eran las once de la noche según el reloj de la sala, pero de igual forma volví a mirar mi reloj en la muñeca para confirmarlo. Tomé mis cigarros de la mesa y salí al pequeño balcón a fumar en la oscuridad, hoy solo me había cruzado una vez con Luisa en los pasillos del Hospital y no era normal que ella este fuera de casa a esta hora, pero tampoco era la primera vez que ocurría; a veces tampoco la veía en las tardes libres, pero no soy del tipo que pregunta que hace a cada paso del día. Mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo, lo saqué y vi que era Fer, decidí tomar la llamada, — Dime princesa— le dije con calma, — Mañana estoy libre a las once más o menos, ¿por qué?, ¿ocurrió algo? — escuchaba su vos al otro lado del teléfono, — Si quieres podemos hablar ahora. — Cierto, me había olvidado del gorila— le di una pitada a mi cigarro que se consumía y solté el humo lentamente, —Bien, entonces iré a tu despacho al terminar. — Descansa princesa, no; no perderé oportunid
Cuando Luisa por fin salió del baño, yo ya estaba acostado, ella se metió en la cama sin apuro alguno, — ¿Estás dormido? — me preguntó, acercándose a mí, — Puede ser— le respondí, mientras ella quiso besarme; pero me negué, — ¿Y ahora qué te pasa? — me preguntó alterada, — Nada, solo tengo sueño. Me giré en la cama; dándole la espalda, ella ofendida apagó la luz. La escuché resoplar un largo rato hasta quedarme dormido. Al día siguiente, me levanté temprano. Luego de tomar un café, Steven me dejó en el hospital y se fue a ver al abogado y hacer otras diligencias, yo solo continúe con mi trabajo atrasado, sin notar el pasar de las horas. El sonido de la puerta hizo que despegue mis ojos de la pantalla un momento, —Adelante— continúe en lo mío sin prestar atención, — Hola princesa— la vos de Matt volvió a lograr que dejara el ordenador, —¿Ya son las once? — pregunté intrigada mirando mi reloj, — Once pasadas— me aclaró caminando hacia la ventana y abriéndola, — ¿