Hace tres días que Pablo me invitó a asistir a una reunión familiar y los nervios me invaden por completo, empeorando aún más cuando el día llega. Estar dos días solo con él y su familia no sé si será bueno, aunque admito que quiero conocerlos. Mi teléfono me saca de mis pensamientos, cuando su llamada suena, sé que es él, por qué tiene como melodía nuestra canción favorita, —Hola bombón— respondo ocultando los nervios, — Hola preciosa, ¿ya estás lista? — miro mi pequeño bolso y mi cartera en la cama, — Sí, todo listo— le respondo mordiéndome una uña, — ¿Qué te pasa cariño? — me pregunta de golpe, — Nada, ¿por qué? — Te noto preocupada, puedo escuchar como muerdes tus uñas— m****a es la única palabra que retumba en mi mente, pero antes de contestarle, Pablo vuelve a hablar, — Tranquila, no te dirán nada malo, aparte solo estará la familia— suspiro al escucharlo, — Bueno, ya estoy llegando nena—, puedo ver su auto desde mi ventana, cuelgo la llamada, tomo mis cosas
En ese momento los tres hombres que faltaban; aparecen junto a nosotros peleando como niños, Pablo se acerca y saluda a su madre abrazándola mientras que a su padre solo le hace una reverencia, luego posa su mano en mi cintura, — Me alegro de que por fin hallan conocido a mi prometida— aclara y su padre solo se va hacia la casa sin decir nada, — Ven amor, vamos a sentarnos— me lleva con él mientras dos mujeres muy arregladas se ponen de pie, — Hola un gusto, soy la esposa de Tomás— se presenta una de ellas, — Yo soy Mirta la esposa de Leo— sonríe, luego de todos los saludos por fin tomamos asiento. Pablo no se aparta de mi lado y su madre se sienta frente a mí, parece ser muy amigable al igual que sus hijos y el pequeño. Las otras dos mujeres conversan entre ellas, con cara de disgusto cuando me miran. El día pasa en tranquilidad, poco a poco me siento menos incómoda, debo admitir que ahora que tengo más trato con su madre y su hermana, me caen muy bien. Pablo no pierde
Eran las once de la noche según el reloj de la sala, pero de igual forma volví a mirar mi reloj en la muñeca para confirmarlo. Tomé mis cigarros de la mesa y salí al pequeño balcón a fumar en la oscuridad, hoy solo me había cruzado una vez con Luisa en los pasillos del Hospital y no era normal que ella este fuera de casa a esta hora, pero tampoco era la primera vez que ocurría; a veces tampoco la veía en las tardes libres, pero no soy del tipo que pregunta que hace a cada paso del día. Mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo, lo saqué y vi que era Fer, decidí tomar la llamada, — Dime princesa— le dije con calma, — Mañana estoy libre a las once más o menos, ¿por qué?, ¿ocurrió algo? — escuchaba su vos al otro lado del teléfono, — Si quieres podemos hablar ahora. — Cierto, me había olvidado del gorila— le di una pitada a mi cigarro que se consumía y solté el humo lentamente, —Bien, entonces iré a tu despacho al terminar. — Descansa princesa, no; no perderé oportunid
Cuando Luisa por fin salió del baño, yo ya estaba acostado, ella se metió en la cama sin apuro alguno, — ¿Estás dormido? — me preguntó, acercándose a mí, — Puede ser— le respondí, mientras ella quiso besarme; pero me negué, — ¿Y ahora qué te pasa? — me preguntó alterada, — Nada, solo tengo sueño. Me giré en la cama; dándole la espalda, ella ofendida apagó la luz. La escuché resoplar un largo rato hasta quedarme dormido. Al día siguiente, me levanté temprano. Luego de tomar un café, Steven me dejó en el hospital y se fue a ver al abogado y hacer otras diligencias, yo solo continúe con mi trabajo atrasado, sin notar el pasar de las horas. El sonido de la puerta hizo que despegue mis ojos de la pantalla un momento, —Adelante— continúe en lo mío sin prestar atención, — Hola princesa— la vos de Matt volvió a lograr que dejara el ordenador, —¿Ya son las once? — pregunté intrigada mirando mi reloj, — Once pasadas— me aclaró caminando hacia la ventana y abriéndola, — ¿
La tarde pasaba sin problemas, entre charlas; risas, fotos y por supuesto mucho sol y agua salada, — He chicos, espero no les moleste, pero Dilan y los demás también van a venir a vagar un rato con nosotros— Renata se ríe a carcajadas al escuchar los wuisap de Dilan que ya está que se muere por correr hacia la playa y cubrirla hasta de la arena, — Siii, quiero ver a mi corazón— aclara Luca con emoción, — Uf ustedes siempre tan melosos— intercede Lu, —Tú no digas nada que también te mueres por ver a tu galán aquí sin remera. Luca y Lu se pelean como niños mientras yo me acerco a Renata y saco un par de fotos de esta situación tan infantil, luego Renata manda un nuevo wuisap, cuando le avisan que vienen en camino, — Loquito tráeme mi jugo favorito que ya no me queda y algo fuerte para el resto, que el agua los tiene deprimidos, ja, ja. Luego de sacar unas fotos con Renata y Axel, decido sentarme alado de Steven y sacar una foto con él, él se sorprende ante esto, ya qu
— ¡DILANN! — la vos de mi esposa retumba en el apartamento, salgo despavorido hacia el cuarto encontrándola de pie en un charco realmente importante, — ¿Vi, vi, viene Axel? — pregunto estúpidamente a lo que ella responde, — ¡No idiota, solo decidí bañarme en la habitación!, ¡muévete! —, agarro las cosas con apuro y tomo su mano para ayudarla a salir del apartamento. Mientras tranco la puerta y respiro con ella, mando la alerta en mi teléfono de bebé en camino que alerta a los chicos, una vez en el ascensor, llegando al primer piso, la primera cara que veo es la de Jesua dormido agarrando las cosas para ayudarme y Luca muy despeinado tomando la mano de Renata para llevarla al auto. Al salir del edificio parecíamos una caravana, el auto de Fer va delante abriendo paso, el auto de Jesua en medio con mi loquita manteniendo la calma y riéndose de mí que estoy a punto de desmayarme de los nervios, el auto de Matt nos sigue al final y una moto conocida se nos une en el camino. Una
Me encontraba saliendo de la morgue de un sanatorio privado que había pedido mi ayuda, cuando una llamada proveniente de un hospital rural me dejó sin aliento, sin demora salí apresurando mis pasos y suplicando que lo que me hayan dicho sea incorrecto. El camino se me hizo eterno, pero apenas puse un pie en la puerta, corrí a emergencias. —No, no, no— me negaba a creerlo mientras entraba en la habitación para ver a mi hermano mayor recostado en esa cama; en coma. Me acerque a él y toque su rostro, cuando las lágrimas brotaron. —¿Qué paso maldito, miserable, que haces ahí tumbado, tanto te jactabas de tu fuerza; de que ni las balas pasarían tu pecho y vengo a encontrarte así?, ¿qué hiciste Jairo? — le pregunté bajo mientras Luca, que recién había llegado apoyaba su mano en mi hombro para consolarme. En ese momento mi padre entraba en la habitación, supe que era él, por el asqueroso olor a alcohol que se percibía en el aire, — Asqueroso que te hayas vuelto una niñita—, repr
Renata parecía que danzaba con su rostro maquiavélico y su estilo único de combate, sus movimientos eran adecuados y certeros con su juguete, dejaba a más de uno con un rostro de horror cuando la acorralaban sin éxito. Dilan no se alejaba mucho de ella, ese sádico, mantenía el rostro sin una mínima expresión, mientras hacía bailar su b**e entre sus manos, golpeando y rompiendo alguna extremidad a su paso como si de palillos se tratara. Matt estaba de fiesta, tomaba impulso de lo que tuviera a su alcance y sonreía cuando los chorritos de sangre lo salpicaban, el fino crujir de la piel siendo perforada por sus puños, era música para él. Tenía la seguridad que sacaba en cada golpe la ira, enojo y rabia que llevaba acumulada por dentro. — ¡Que donde está tu jefe! — insistía, mientras golpeaba a dos a la vez, con mis puños americanos puestos, soltando varios dientes en el proceso; mientras caían en cámara lenta. Un golpe bien posicionado rompía la rodilla de mi oponente, otro más en