EMMADoy un respingo al escuchar esas palabras, no sé quién es, pero no parece ser uno de los hombres que trabaja para Julian, frunzo el ceño y vuelvo a lo mío, aunque tal parece que se niega a dejarme en paz. —Si lo piensas mucho, quiere decir que no quieres lanzarte. Limpio mis lágrimas con el dorso de la mano, él no sabe nada. Las personas piensan que pueden llegar y pisotearme como si fuera un asqueroso insecto. —Vete —susurro cerrando y abriendo los ojos. —No quiero.Volteo a verlo una vez más. —¿Qué quieres? —pregunto con intriga mezclada con exasperación. —Alguien que solo quiere fumar —me muestra una cajetilla de cigarrillo. De la que saca uno y lo enciende, respirando el humo para luego sacarlo, dejando que su rostro sea cubierto por la cortina de humo dañino. Por un breve segundo me quedo hipnotizada por su belleza masculina, no me gusta, pero hay algo en él que me inspira… confianza. —Hace frío, tal vez deberías bajar de ahí —señala la base en la que me encuentro pa
JULIANCuando era niño, pensé que tenía todo en la vida, como la mayoría, pero estaba equivocado, desde muy temprana edad, nuestro padre nos abandonó para venir a Italia, no supimos a lo que se dedicaba hasta que tuvimos uso de razón, en especial porque Andrew era el más curioso de los dos, hacía preguntas, mismas que tuvieron su respuesta años después. El mundo de la mafia nunca fue para mí, eso es un hecho que nadie puede borrar, tal vez fue para nuestra hermana o Andrew, y ahora, mis peores temores toman forma, sentado frente al escritorio, detallo los planos que descansan sobre este. Todos muestran las rutas más cercanas donde Andrew podría dar su siguiente ataque, a más de que pronto iniciará la toma oficial de su liderazgo. —He arreglado lo que me pediste, en cuanto Emma esté mejor —anuncia Eduardo. —Arregla la… —¡Señor! Uno de mis hombres entra acelerado, en cuanto me ve, palidece, nos ve de hito en hito y luego cierra la puerta detrás de él. —Ha ocurrido un accidente —d
ANDREWDespierto a mitad de la noche con la respiración agitada y el corazón palpitando con fuerza, gotas de sudor recorren mi cuerpo, espero un par de segundos a que mi vista se acostumbre a la penumbra que reina en la habitación. Estiro la mano y agarro mi celular, el cual se encuentra parpadeando encima de la cómoda de noche, es una llamada perdida de un número equivocado. Frunzo el ceño, enciendo la lámpara y giro. Karla se remueve inquieta a mi lado, debajo de las sábanas, su cuerpo desnudo no es comparado con el de Emma, la boca la tengo seca, por ello, me levanto y salgo de la habitación, yendo directo a la cocina, donde abro la nevera y saco una jarra de agua fría. Me tomo cinco vasos seguidos, nada calma esta sensación extraña de mi pecho, es como si tuviera un mal presentimiento, como si algo malo estuviera a punto de pasar o ya lo hizo. —¿No puedes dormir? La voz femenina a mis espaldas me hace voltear y mirar a Karla por encima del hombro. —Creí que estabas dormida —
NARRADOR OMNISCIENTELa lluvia no cesa, el cielo está lleno de nubes negras, que pareciera que incluso él está de duelo por la muerte de Emma, mientras Julian se prepara para el funeral, revisa los noticieros, se encargó de que nadie más interviniera, no ha respondido a las llamadas de la orden, no sabe dónde se encuentra Viktoria, tampoco le importa. Eduardo, su mejor amigo, le mira con preocupación, porque sabe que después de esto, nadie podrá hacerlo revivir, se ha encargado de todos los arreglos, para desaparecer después del funeral. No quiso que fuera en los estados unidos, por la razón escondida de que de ese modo podría visitarla a cada momento y no la superaría. Termina de alisarse la corbata negra que hace contraste con la camisa blanca, mira a su alrededor, el vacío se traga todo sentimiento de culpa. —¿Seguro que quieres hacer esto? —le preguntó Eduardo. Julian levanta la mirada y no responde. —Ya no hay vuelta atrás —responde con gesto adusto. —Aun estás a tiempo de
EMMAHan pasado dos años desde que me mataron, ahora, he vuelto con más fuerza que antes, ya no soy la misma niña temerosa, he aprendido tanto sobre el mundo de la mafia, por experiencia propia, claro, ya que me empujaron como borrego al matadero, me quitaron lo que más amaba en la vida, y ahora es hora de que todos ellos sufran las consecuencias. Descubrí que en realidad soy fuerte, demasiado, también que León es mi medio hermano, al parecer, mi verdadero padre tuvo una aventura con su madre, sin saber que ella era mujer de la mafia. El resultado llegó nueve meses después. León Carrier es… peculiar, a veces demasiado protector, otras es un estricto, y la mayoría del tiempo, un alacrán letal que vigila todo el tiempo a quien se convierte en una más de sus víctimas, pero en general, cuando le obligué a hacernos una prueba de ADN, los resultados eran ciertos. Somos medios hermanos. En todo este tiempo me ha entrenado bien, me enseñó el combate de cuerpo a cuerpo, hizo que me aprendi
JULIAN—¡Julian! La voz desesperada de Emma, pidiendo ayuda, hace que despierte sobresaltado, con la respiración entrecortada y el pecho subiendo y bajando, debido a la adrenalina que recorre todo mi cuerpo. Una sensación extraña me avasalla, me pongo de pie al notar la luz opaca que se filtra a través de las cortinas gruesas. Son las seis de la mañana y diviso a mi izquierda, el cuerpo desnudo de la mujer con la que he salido estos últimos meses. Carolina, mi secretaria. Muevo el cuello con estrés, la misma pesadilla me ha perseguido últimamente, desde que Emma murió, e intentado seguir adelante, pero no puedo, pese a salir con mujeres, el recuerdo de ella me persigue, me ahoga, luego de la amenaza de Andrew, decidí dejar todo de lado. Abandonar la orden, ser un desertor de la mafia italiana, dejarle el cargo a otro tipo que sí estaba a la altura, alguien que bien podría dirigirlos a los desastres a los que están acostumbrados. Vine de nuevo a la cuidad, luego de conseguir el div
ANDREWLas chicas que contraté, están bailando como perras en celo, nada me quita el mal humor, mucho menos el deseo por derramar sangre, desde hace dos años, que no duermo bien, no me siento a gusto, en el pasado, pensé que ser el lider de la Yakuza era lo que me haría feliz, y lo fue por un tiempo, porque ahora, solo busco razones para escapar. Siento el imperioso deseo de acabar con cualquier obstáculo que se me presente, hace unos días, los mandatarios más importantes ordenaron el exterminio de toda una familia, los acusaron por traición, y me pidieron que fuera personalmente, pese a ser el líder, no puedo hacer un movimiento sin su permiso. Mujeres y niños inocentes sufrieron el mismo castigo, fue tan sangriento, que nada me ha borrado de la cabeza las imágenes. —Más rápido —demando.Me sirven un nuevo trago y bebo hasta el fondo, el liquido calienta mi garganta y le doy una nueva calada a mi cigarrillo. Soltando al poco tiempo una cortina de humo. —Señor —ronronea una de ell
MARINALa alarma del despertador no deja de sonar, maldigo la hora en la que la puse con la buena intención de despertar más temprano de lo normal, me he propuesto cambiar algunos hábitos en mi persona, al final, creo que no voy a ganar la batalla, cubro mi cabeza con la almohada, esperando que eso amortigüe el estridente sonido, no lo hace, por lo que termino abriendo los ojos, molesta y apagando la alarma. —No es justo —refunfuño.Ser adulto es horrible, es la peor cosa que un niño pudiera desear, crecer no es tan divertido cuando conlleva responsabilidades, pero igual lo hago, me levanto, me doy una ducha de agua caliente, termino de despertar con una taza de café y reviso mi agenda. Hace dos años que la mafia italiana me dejó libre, dos años en los que perdí a mi amiga, y decidí seguir mi vida, Emma fue y siempre será mi mejor amiga, la hermana que nunca tuve, todos los días rezo para que pueda encontrar paz donde quiera que esté. Lo que le pasó, no fue justo, no solo perdió al