EMMAHan pasado un par de horas desde que Julian se marchó, lo último que me dijo es una clara amenaza, puede que sí haya sido imprudente, pero estoy harta de que me traten como una muñeca sin vida a la que pueden manejar a su antojo, por lo que no me siento del todo mal. Dos amenazas en un día, el que Andrew me separara de Michael no mejoran un poco las cosas. Me he puesto un nuevo cambio de ropa, he vomitado un par de veces y miro con desconfianza, la comida que yace sobre la charola de plata sobre la mesilla de noche, hace quince minutos que la trajeron, también están las vitaminas que supuestamente me recetó el doctor. Ahora desconfío hasta de la propia sombra, por lo que respiro hondo y me siento sobre la cama, cruzando mis piernas. —Mamá estará bien, bebé, lo prometo, haré lo que sea para cuidar de ti —susurro tocando mi vientre. Al cabo de una hora más, decido dormir, y para cuando amanece, encuentro que han hecho un cambio de comida, al ver el humo salir de la taza de café
EMMAAlgunas cosas nunca cambian, en especial cuando se trata de defender lo que más amo, no he parado de llorar, me siento vulnerable, Julian permanece en silencio frente a mí, lo odio, odio que no intente hacer algo oara detener esta locura. —Haz algo, se supone que eres el líder, ellos tienen que hacer lo que les pidas —reclamo llena de rabia. —No es tan sencillo como parece, no importa si te escondo en el fin del mundo, ellos nos encontrarán, tienen grandes influencias… —¡Es tu hijo! —grito, golpeando su pecho—. Estás sentenciando a nuestro hijo. No me detiene cuando le sigo golpeando el pecho. —Hay más cosas en juego, lo siento. —Eres un maldito, no quiero saber nada, si permites que me arranquen a nuestro hijo, de las entrañas, juro que yo misma te voy a asesinar —sollozo.—Podremos tener… —¡Nada, no vamos a nada, porque somos eso! —me canso—. Somos nada. —Lo siento —susurra.—Vete —espeto dándome la media vuelta. No espero nada, y de hecho cuando escucho la puerta cerr
JULIANFirmo los documentos que Eduardo me da, observo de reojo la hora que marca el reloj de uno de las paredes, el sonido del tic, solo hace que la jaqueca me aumente, respiro profundo, sin poder sacarme de le mente el tema con la orden. —¿Estás seguro de lo que piensas hacer? —me pregunta Eduardo. Levanto la mirada en silencio. —Es lo mejor —asiento—. La orden no es un juego, lo sabemos muy bien, aunque la esconda en el fin del mundo, nos encontrarían, ¿crees que Emma pudiera soportar una vida así? Corriendo, escapando y viviendo todo el tiempo con el miedo de que en cualquier momento le tiren un balazo en la cabeza a alguno de sus hijos. —No.—Yo tampoco, me duele, pero… —Entiendo que se tienen que hacer cosas, pero, te doy como consejo que lo pienses mejor, hacer lo que piensas hacer, es no solo renunciar a un imperio que ha pasado de generación en generación —espeta—. Sino, renunciar a… —Estoy consciente, se trata de mi hijo. —Viktoria también está embarazada —replica.La
ANDREWLos vientos cambian, las personas nunca, pueden aparentar, pero en el fondo, la esencia sigue siendo la misma, una lección que me quedó grabada de mi padre; Stephan Carson, a quién en estos momentos observo su cabeza, sobre mi escritorio, sus ojos sin vida son fascinantes, saboreo el sabor de no sentir nada. No hay amor, remordimiento, corazón, nada, solo el mismo vacío que se ha hecho más grande con el paso de los años, respiro hondo y chasqueo los dedos, haciendo que mis hombres aparten la cabeza y la muestren a la Yakuza como muestra de mis alcances. La principal lección es que no importa si es mi sangre, traición es traición y se paga con la muerte. —Fuera —demando.Salen y enseguida entra mi consejero, quien cierra la puerta y me tiende una drive. —Aquí están los datos y toda la información que nos pidió —arguye.La tomo, la conecto en la laptop, los datos se disparan, reviso los mapas con las localizaciones exactas en donde están nuestros negocios textiles, las cifras
LEÓN CARRIERLa piel desnuda de las mujeres es una de mis mayores debilidades, adoro la textura suave de la mayoría, y el como se les eriza cuando las toco. Mientras observo el baile sensual de una de ellas, las otras me miran con ojos de deseo. Una de ellas se lanza al escenario, sin quitarme los ojos de encima, mueve las caderas, va vestida de árabe, pero me pongo de pie sabiendo que eso no me importa, me muevo entre la gente, moviendo las manos al ritmo, han sido días pesados. Llego hasta la barra y pido un trago, este sitio está lleno de zorras, lo compruebo cuando localizo a una morena sentándose a mi lado, rozando sus brazos con intención, con los míos, levanta la mano para pedir un trago, tiene buen culo, por lo que cuando se inclina hacia adelante con toda la intención de que le mire las tetas, lo hago. —Hola —le susurro al oído. Sus ojos brillaron con malicia al haber logrado su objetivo, pero no le doy entrada, por el contrario. —Estás obstruyendo mi espacio —río—. Zorr
EMMANo sé donde estoy, no escucho voces a mi alrededor, todo es silencio, uno abrumador que me quita el aliento y me hace caer a un vacío sin fondo, la neblina se hace espesa y vienen a mí los recuerdos de lo ocurrido, la sangre, los gritos de Marina, su llanto, el que me diga en medio de sollozos que todo va a estar bien, pero en el fondo sé que no es así. Mi cuerpo sintiéndose pesado, y la sangre, mucha sangre, un dolor en mi vientre me hace abrir los ojos de golpe, la mirada triunfante de Viktoria apuntando con un arma, me regresa a la realidad. Lo primero que veo es un techo blanco, a lo lejos, el sonido de la voz de una mujer, llamando a un doctor a la sala de emergencias, me da la respuesta. En el hospital, estoy viva, intento incorporarme pero todo me duele, dejo caer de nuevo mi cuerpo sobre la cama y tomo una larga bocanada de aire. —Despertaste.La voz ronca de Julian, hace que el corazón se me detenga, miro hacia mi izquierda y lo veo sentado en el sofá, con la mirada o
EMMADolor, esa es la única palabra que me es familiar, desde que tengo uso de memoria, es lo que he conocido, la soledad se adhiere a mi cuerpo como una segunda piel, como una larva asquerosa que se aferra a mi, el vacío es interminable, pese a que Julian trata de convencerme que él arreglará todo. Conozco a Andrew, si le dijo eso a Michael, es porque me ha sacado de la jugada, no lo voy a volver a ver, el mundo de la mafia es demasiado cruel para alguien como yo, para una persona que se empeña en solo tener un poco de paz, una vida normal. Me lo negaron, me arrastraron hasta aquí, y ahora estas son las consecuencias, Julian hace un nuevo intento por tocar mi mano, esta vez no me muevo, me han quitado todo. —Prometo que lo taeré de vuelta —me asegura. Pero no solo es por Michael, sino, por el hecho de que ya nunca más volveré a tener hijos, jamás sentiré esa sensación de sentir vida dentro de mí, soy colo la flor marchita a la que nadie querrá. —Quiero estar sola —pido con el co
EMMADoy un respingo al escuchar esas palabras, no sé quién es, pero no parece ser uno de los hombres que trabaja para Julian, frunzo el ceño y vuelvo a lo mío, aunque tal parece que se niega a dejarme en paz. —Si lo piensas mucho, quiere decir que no quieres lanzarte. Limpio mis lágrimas con el dorso de la mano, él no sabe nada. Las personas piensan que pueden llegar y pisotearme como si fuera un asqueroso insecto. —Vete —susurro cerrando y abriendo los ojos. —No quiero.Volteo a verlo una vez más. —¿Qué quieres? —pregunto con intriga mezclada con exasperación. —Alguien que solo quiere fumar —me muestra una cajetilla de cigarrillo. De la que saca uno y lo enciende, respirando el humo para luego sacarlo, dejando que su rostro sea cubierto por la cortina de humo dañino. Por un breve segundo me quedo hipnotizada por su belleza masculina, no me gusta, pero hay algo en él que me inspira… confianza. —Hace frío, tal vez deberías bajar de ahí —señala la base en la que me encuentro pa