EMMA
—Olvida la propuesta, no me caso contigo, olvida incluso que nos conocimos. —Aborta, porque no voy a estar ahí para ti o para esa cosa. — no lo quiero, no te amo lo suficiente, todo fue un juego, no me vuelvas a buscar.
Las manos me tiemblan cuando Andrew corta la llamada, comienzo a hiperventilar, Dani me dice algo que no logro entender debido a que estoy haciendo el esfuerzo por salir de esta pesadilla o por lo menos, procesar lo que acababa de suceder. Los latidos de mi corazón van en aumento y me quedo sorda hasta que Dani me toma por los hombros moviéndome bruscamente.
—Emma —habla con desespero—. Reacciona.
Quiero hacerlo, hablar, gritar, no puedo, porque el dolor que siento en el pecho me avasalla, las preguntas me arrojan respuestas y por fin suelto un sollozo.
—Qué ha sucedido —Dani escudriña mi rostro con detalle.
—Él… —tengo que sentarme para no caerme porque las piernas las siento debilitadas—. Él me ha dejado.
El rostro de mi mejor amigo se crispa.
—Ese hijo de perra —tensa la mandíbula con fuerza—. ¿Qué más te dijo? ¿Te dio explicaciones? M*****a sea, sabía que ese tipo no era bueno para ti.
Me acribilla con tantas preguntas que no puedo pensar con claridad.
—Nada, solo dijo que era un error, que me olvide de él y que aborte.
Las palabras que brotan de mi garganta me saben mal, todo parece tan irreal, como si hubiera estado dentro de una m*****a burbuja que acaban de explotar de la manera más cruel que pudieron hacer.
—¿Qué piensas hacer? —esta vez el tono de Dani es más adusto.
Levanto la mirada, quiero llorar, berrear, debe haber una explicación y no pienso quedarme con la duda, no he hecho nada malo, he sido leal, una novia buena, no me meto con nadie, tampoco con sus tiempos, pese a que solo visité una vez su departamento porque insistí, debe estar allá, así que con las piernas temblorosas, los puños cerrados y el alma rota, levanto la mirada.
—Voy a ir a su departamento, me tiene que dar una buena explicación —espeto con firmeza.
—¿Estás segura? Te acaba de botar como basura, creo que todo está claro —niega Dani.
Levanto la mano y le muestro el anillo de compromiso que me dio, es que es imposible que de la noche a la mañana hubiera cambiado de opinión.
—Me pidió matrimonio, no puede simplemente desaparecer, voy a ir y tendrá que darme la cara —agrego tomando mis cosas.
—¿Por lo menos sabes dónde vive?
—Solo una vez fui, pero creo que me sé el camino.
—¿Ahora mismo? —abre los ojos como platos.
—Sí, ahora mismo.
Dani no parece muy seguro, pero le conozco tan bien, no es capaz de dejarme ir sola, así que soltando un largo suspiro exasperante, afirma.
—Yo manejo, loca —sonríe.
Quisiera devolverle el gesto, pero el padre de mi hijo y prometido se ha ido sin una buena explicación, tiene que tener los pantalones bien puestos, porque yo de su vida no me voy sin que me dé una buena razón. Mi mejor amigo es quien maneja, y mientras lo hace, mi mente me arroja un recuerdo en especial, uno que me hace saber que puede ser real.
MESES ANTES
—¿De verdad nunca quieres tener hijos? —le pregunto metiéndome una uva a la boca.
Estábamos acostados en la estancia principal de mi departamento, cumplimos tres meses y le preparé un pícnic, cuando se lo comenté se puso nervioso, argumentando que no quería ir al parque porque no deseaba estar rodeado de gente, algo absurdo, a veces actúa como si estuviera escondiéndose de algo, al principio pensé que se trataba de una ligera paranoia, pero ahora que lo pienso, siempre a los lugares que salimos, son de noche y con poca gente alrededor.
Por lo que esta vez tocó en mi departamento, su mirada se oscurece, su gesto se agria y abro la boca para decir algo más al darme cuenta de que he tocado un tema que no es de su agrado, tampoco quiero que piense que soy una loca que quiere amarrarlo con el tema de los niños.
Pero se me adelanta rompiendo el silencio ensordecedor.
—No es el momento, es que es mucha responsabilidad —responde y no le creo—. ¿Me pasas una manzana?
Asiento.
—¿No me vas a preguntar si quiero hijos? —le miro fijamente.
Emite un extraño y ronco sonido desde el fondo de su garganta, se endereza y mordisquea su manzana.
—¿Quieres hijos? —dice con voz grave.
—Sí, me gustaría tener cinco hijos, todos niños —contesto con altivez.
Un brillo se aloja en sus perfectos ojos grises, es fugaz, pero veo que mi comentario le hace feliz de alguna manera.
—Esos son muchos hijos, ¿crees que puedas con ello? —deja de lado la manzana.
—Por supuesto.
Ladea una media sonrisa y comienza a desatarse los botones de la camisa, dejando su torso desnudo, bien construido, trago grueso y mis bragas comienzan a mojarse, es el único hombre con el que he estado.
—¿Qué haces? —río nerviosa.
—Comenzando a hacer realidad tu sueño.
Y con esas palabras se me viene encima, su boca avasalla la mía, siento incluso los latidos de su corazón, que entran en contacto con los míos.
—Sabes tan bien —ronronea.
No tengo nada en contra de su ternura, solo que a veces me gustaría que fuera un poco más…
—Mierda, no puedo contenerme —gruñe y sin verlo venir, me rompe las bragas.
Esa tarde me hizo el amor una y otra vez, pero al final del día, antes de irse, me pidió una disculpa, porque mintió, ya que no quería tener hijos, dijo que si los tuviera sería un peligro, nunca entendí a qué se refería, tampoco hice más preguntas, pero ese recuerdo, su mirada oscurecida y el tono en el que me lo dijo, me viene a la memoria.
PRESENTEEMMA—Hemos llegado. La voz de Dani me saca de mi ensimismamiento, miro alrededor, no recordaba que fuera un poco más elegante de lo que imaginaba, con las manos temblorosas como frías, bajo del auto y miro a mi alrededor. —¿Quieres que te acompañe? —Dani, me sonríe a modo tranquilizador. Niego con la cabeza. —Necesito hacer esto sola —dejo claro y me doy la media vuelta. A paso firme entro al enorme edificio y le pregunto a la recepcionista sobre él, doy su nombre y datos, la chica amable me sonríe y me dice que lo verficará en el ordenador, la espera se me hace larga, teclea y frunce el ceño. —Lo siento señorita, me temo que no tenemos ningún inquilino con ese nombre, ¿sus datos están bien? ¿Le dieron bien el nombre? Una bofetada más, asiento. —Entiendo, volveré a verificar. Espero un poco más, la chica revisa cinco minutos en los archivos y luego me lanza una mirada cargada de lástima. —Lo siento, nunca hemos tenido un inquilino con ese nombre, pero la persona qu
EMMATRES AÑOS DESPUÉSHace un año que Dani se marchó a Inglaterra, luego de que le rechazara el beso y que no aceptara empezar una relación con él, intentamos llevar las cosas como siempre, al final no pudimos, yo no dejaba de verlo como amigo y él de desearme de un modo que me incomodaba. Desde ese día no responde mis llamadas, no contesta mis mensajes, es como si me hubiera sacado de su vida de la noche a la mañana, eso es lo que más me cabrea, pero no me quejo.Hace tres años que Andrew me dejó, jamás me buscó, ni una sola vez, una parte de mí quiso esperarlo, dos años hasta que con cada mes que avanzaba, dejé de esperar a que llamara a mi puerta y me diera una explicación, ahora las cosas son diferentes, tuve a mi bebé
EMMA La cabeza me da vueltas, son muchas cosas por procesar, en especial cuando me encuentro frente a una persona totalmente diferente a lo que creí, ahora ya vestida, sentada en una de las mesas al fondo porque el tipo así lo pidió, me retuerzo las manos tratando de que las piezas del rompecabezas encajen a la perfección. —¿Me estás escuchando? La voz masculina hace que salga de mi ensimismamiento. Espabilo y le doy un sorbo a mi vaso con agua. —Vale —tomo una enorme bocanada de aire—. Me estás diciendo que eres el hermano gemelo de Andrew, que son multimillonarios, que tuvo un accidente de auto, y que me has estado buscando desde hace tres años. Mi corazón palpita con fuerza. —En pocas palabras, todo lo que me dijo Andrew es una mentira —refuto—. Todo este tiempo quise creer que había algo en mí, pero no es así, Andrew es un maldito egoísta. —Era —Julian, como se llama el tipo, concentra su mirada en mí. —¿Qué quieres decir con eso? —trago grueso. Su gesto serio se suaviza
Me doy prisa por salir, ni siquiera me doy cuenta de lo que hago, hasta que un claxon me pita y un par de brazos fuertes me agarran evitando que me atropellen.—¡Idiota! —grita el conductor.Entonces sucede, suelto en llanto sin poder contener más lo que me carcome por dentro, como asquerosa larva que se aferra a mí. Viene a mí todo de golpe, la muerte de Andrew es la cereza del pastel, de pronto siento que me falta el aire y me alejo de Julian.—¿Te encuentras bien?—No puedo respirar —susurro.Comienzo a hiperventilar, estoy teniendo un maldito ataque de pánico y es Julian quien me lleva al otro lado de la acera, me mete a un carro lujoso, los brazos se me adormecen, las piernas me flaquean y enciende el motor pisando el acelerador.—¿Qué haces? —logro articular.—Te voy a llevar a un hospital.Comenzamos a adentrarnos en la carretera, no puedo ir al hospital, todos ahí me conocen, saben y pueden mencionar a Michael, intento tranquilizarme.—Para —pido agarrando con fuerza el asient
Mi hermana Marian, la princesa de nuestro padre, es más perra y letal que cualquier Carson en el planeta. Es la más cercana a los negocios de la mafia italiana. —Mañana. —Tiene que ser ahora —insiste. —¿Por qué? —Solo hazlo, y no tardes. Cuelga y suelto un suspiro cargado de exasperación. Tomo mis cosas, dejando la foto del hijo de Andrew en un lugar seguro, no solo tendré que protegerlo de la mafia Yakuza, sino, de su propia familia. Subo al auto, sin poder sacarme de la cabeza la imagen, la voz y el olor de aquella mujer, ¿en verdad Andrew la amaba? O solo jugó con ella. Lo que tengo claro es que no la dejó sola porque quiso, lo hizo porque le estaban persiguiendo, y ahora murió sin haber conocido a su hijo. Golpeo el volante con fuerza. Piso el acelerador hasta llegar a la casa en la que crecimos, la misma en la que nos criamos. Pongo un pie dentro y me dirijo a donde debe estar mi hermana menor, en el despacho principal, cuando padre no está, le gusta sentir que tiene e
EMMAMiro un punto fijo en el suelo cuando el doctor, que está delante de mí, me informa del estado en el que se encuentra mi madre. Los rayos del sol se filtran por la ventana.—Lo siento mucho, señorita Blacke —dice el hombre—. Su madre ha luchado todo lo que ha podido, pero su cuerpo ya no resiste el tratamiento.Me quedo callada, tratando de procesar cada una de las palabras del médico, sabía que este día iba a llegar, sinceramente nunca tan pronto, mis manos se han congelado, el miedo me invade y quisiera salir corriendo para refugiarme en mi soledad, pero no puedo hacerlo, que te digan que tu madre va a morir en cualquier momento, es un dolor que no le deseo a nadie.—Gracias —logro articular con esfuerzo—. Doctor.—Le recomiendo que tome el tiempo para poder despedirse —finaliza.El mundo se me viene encima una vez más, salgo de su oficina privada dentro del Hospital, y me dirijo a la sala de espera, donde debe estar Marina y Michael, con cada paso que soy, mi corazón palpita c
—Hemos llegado —anuncia el conductor.Levanto la mirada y trago grueso al ver el enorme edificio de azulejos, desborda elegancia y poder, hasta arriba hay una enorme “B” que me intimida.—Gracias —le pago la tarifa y salgo del auto.Agarro con fuerza la correa de mi bolso y camino hacia la entrada, me dirijo a la recepción tratando de encontrar las respuestas, son las ocho de la mañana, no he descansado, la noche ha sido larga y el hambre me avasalla.—Buenos días —le digo a la chica pelinegra que garabatea algo en una libreta mientras sostiene el teléfono con una mano.Ella me pone atención y me dedica una sonrisa, luego cuelga.—Bienvenida a las empresas Blackburn, ¿en qué podemos ayudarla?Su voz es demasiado melódica.—Busco al señor Anthony Blacke —respondo.—¿Tiene cita con él? —comienza a buscar algo en el ordenador.—Me temo que no —niego.—El señor Blacke solo recibe con cita, si gusta puedo darle una ficha, luego rellena un formulario exponiendo su caso y…—Es importante, se
Me quedo callado, ella me mira fijo, al final se rinde y me da el paso.—Gracias.—Que sea rápido, tengo que asistir a un funeral —dice con voz monótona.—Tu madre…—Murió, así que como puedes ver, no tengo tiempo para esto, no quiero que ningún Carson esté en la vida de mi hijo, mucho menos en la mía —aclara.—No puedes hacer eso, escucha, sé bien por el momento que atraviesas, así que te pido una oportunidad, no sé cómo fueron las cosas entre mi hermano y tú, pero te pido una oportunidad, te volveré a buscar hasta que…Mis palabras quedan suspendidas cuando veo que comienza a desvanecerse, le ayudo evitando que caiga al suelo, se ha desmayado y no sé que hacer, mucho menos cuando la intento cargar y su p**a toalla cae al suelo, dejando su cuerpo desnudo al descubierto, no quiero ver, no es lo correcto, Andrew no está, pero se siente mal ver a la que fue suya.No obstante, no puedo, mis ojos se clavan en sus perfectos pechos, firmes, turgentes, con pezones erectos de color rosado que