EMMALas horas pasan, llevo toda la noche dando explicaciones, las mismas, no sé de qué se me acusa realmente, yo no he cometido ningún delito, ni siquiera me han permitido hacer una llamada, nadie me dice nada más, intenté hablar con mi tío, pero Ricardo me lo impidió.No me escuchan porque soy mujer y porque ellos son los ricos, los poderosos, y ahora me tienen encerrada en una celda temporal de castigo, es fría, no he podido dormir nada, tengo hambre, sed y quiero ver a mi hijo. Estoy por volver a pedir que me dejen salir, cuando la puerta se abre dando paso a un policía, quien trae en manos unas llaves.—Yo no hice nada —expreso por milésima vez.—Eso lo sabemos —abre las rejas—. Al parecer su caso ya se ha arreglado y todo fue un malentendido, acaban de pagar su fianza.Le miro con el ceño fruncido.—Fue una enorme cantidad de dinero la que se dio para que pudiera salir —sigue hablando el policía—. Creo que es una mujer con mucha suerte.—¿Quién la ha pagado? —pregunto al salir.
La gente aplaude a Julian, está seguro, lo busca con la mirada entre la gente hasta que lo encuentra, pero no es su hermano el que le llama la atención, no, es la mujer rubia, de ojos azules que cuelga de su brazo.—Emma —susurra por lo bajo.Con la mirada llena de emoción, recorre su cuerpo, el cómo actúa con naturalidad al lado de su hermano Julian. Observa como la presenta a otros invitados, ella sonríe y se pierde en el destello que emana su sola presencia, opacando a todas las demás mujeres. Pero todo el cuadro se le amarga cuando Marian, su hermana menor, se acerca a saludarlos, Emma le dice algo, siente que el aire lo sofoca.No la quiere cerca de la madre de su hijo, Julian espeta algo y Marian frunce el ceño, dándose la media vuelta para luego desaparecer entre la gente. Andrew cierra los puños con rabia, sin embargo, sigue con la mirada a Julian y a Emma toda la velada.Notando dos cosas, ella ríe mucho a su lado, hablan demasiado cerca para su gusto, si no supiera que es su
—¡Tío!Le lanzo una mirada cargada de advertencia.—Iré con ustedes.—¡Sí! —Michael se mueve entre mis brazos, quiere que él lo cargue.De malas se lo paso y entro al auto, no espeto más, no quiero que mi hijo presencie peleas, vamos a lo que es un sitio de comida rápida para niños. Pedimos hamburguesas, sodas y postre, Michael se la pasa hablándole sobre sus superhéroes favoritos, él contesta, le cuenta cuáles son los suyos. Mi móvil suena y veo que se trata de un número que no tengo agregado.Respondo haciéndome a un lado para darles espacio.—¿Hola?—Emma —la voz ronca de Dani hace que me ponga de pie y camine a las afueras del local.—¿Cómo conseguiste mi número?—¿Eso importa? —se escucha mal—. Perdóname.—No, lo que hiciste… es decir, sé que no fui buena novia, pero no tienes porqué venir a atormentarme, mucho menos besarme.—Te extraño.Me quedo callada.—Como amiga, extraño a la chica con la que siempre hablaba, la que me defendía de mis padres cuando estos me hablaban ¿lo re
El nombre resuena en mi memoria, en un pestañeo se abalanza sobre mí, me rodea el cuello con una mano, intento luchar, pero soy demasiado pequeña y él demasiado grande, pesado, no puedo respirar. Le araño la cara y este brama del dolor cuando mis uñas se le clavan en la carne y sangra.—¡Perra!Agarra su cuchillo con fuerza, hace un movimiento, intenta tajarme el rostro pero alcanzo a poner mi mano en medio, haciendo que esta reciba el golpe, grito del dolor, está a punto de darme un golpe cuando alguien lo aparta de mí y caigo al suelo.Tomo una larga bocanada de aire, mi corazón late frenético, a lo lejos escucho varios ruidos, palabras que no entiendo, la vista se me vuelve borrosa, el cuerpo se me adormece, siento como alguien me envuelve en sus brazos, el contacto me parece familiar.—Todo está bien, tranquila —me susurran.Pero estoy tan aturdida y débil, que me cuesta entender lo que pasa. Me deja sobre la cama y siento un roce en mis labios.—Ya estoy aquí, ya nada ni nadie te
EMMAMi corazón no deja de latir con fuerza, siento que el aire me falta, que la sangre se me congela, el alma se me cae a los pies cuando veo a Andrew, el padre de mi hijo, es él, lo sé, pese a la marca de quemadura que trae en el rostro. Sus ojos, los mismos en los que me vi muchas veces, remueve toda la m****a que había enterrado en el pasado.—Emma —dice Julian soltando a su hermano.—Amor —dice el otro.Recuerdo respirar y tomo una larga bocanada de aire, noto un pinchazo de dolor en mi mano y la veo vendada.—Alguien entró, era de los Yakuza, escapó —habla Andrew intentando acercarse a mi.—Tú… estás muerto —susurro.Andrew merma el espacio que hay entre los dos, se sienta en una de las orillas de la cama e intenta tocarme, aparto mi mano y me alejo de él notando que estoy solo en bata.—Estoy vivo, Emma —dice—. Es una historia larga de contar.Miro a Julian detrás de él.—Quiero hablar contigo —espeto a Julian—. A solas.Andrew me mira medio mal y se pone de pie, no dice nada,
ANDREWAbro los ojos sintiendo que algo se ha fracturado en mi interior, Emma ya sabe que estoy vivo, no recibí la bienvenida que esperaba, debo admitir, en sus ojos encontré la contrariedad, la confusión, no vi aquel brillo de antes, me miraba como a un extraño, entiendo, tiene razón, no puedo volver de la tumba y querer que todo sea como antes, cuando yo era su mundo.Tenemos un hijo en común, uno que me muero por abrazar, conocer. El hecho de que ella esté follando con mi hermano, hace que la sangre se me pudra. Por lo que temprano me pongo de pie. Mi móvil suena y el nombre de Julian resplandece.Rechazo su llamada, no quiero hablar con él, o quiero siquiera pensar en lo que siente por la única mujer que me ha importado. Me doy una ducha de agua caliente, suena de nuevo, solo que esta vez se trata de una notificación. Es un mensaje de texto, lo abro.“Emma se ha ido a la empresa, voy a la casa, con Michael”Julian. Ese hijo de perra. Rápido me visto, miro mi aspecto, aún queda arr
EMMA El dolor en el hombro es insoportable, la sangre me asusta un poco y veo como es Andrew quien corre a auxiliarme, mientras Julian se queda estático observando todo, Marian sigue gritando cosas de las que no proceso y solo quiero estar en casa con mi hijo. —Te pondrás bien —me dice Andrew revisando la herida—. Te lo prometo. Me desata pese a las amenazas de su hermana y siento que el pasado y el presente me golpean duro cuando me carga en brazos, detallo su rostro, la quemadura no le quita atractivo, y me siento culpable de sentir cosas por Julian, su hermano. —Baja el arma —demanda Julian a Marian. —No, tú no me ordenas. Vuelve a apuntarnos pero esta vez es ella quien debe temer. —¿Por qué tanto drama? —inquiere Julian con cautela. Ella tensa el cuerpo y clava sus ojos sob
JULIANRenunciar a lo más puro que he tenido en la vida, no es una decisión fácil, mucho menos algo que me haga el hombre más feliz del mundo, sabía que esto podría pasar, y ahora, la imagen de Emma viéndome a los ojos con incertidumbre, no se me borra de la mente, quisiera decirle que lo que estoy a punto de hacer, no es porque lo quiera, pero conozco los límites de Marian.Es una perra que no amenaza porque sí, Andrew la ama, y yo siento cosas por ella, ¿pero a dónde llegaríamos? Es mi hermano quien es el padre de su hijo, ellos ya tenían algo y lo que pasó fue por causa del destino, no porque él lo quisiera. Mientras manejo me pregunto e imagino cómo hubiera sido si Andrew jamás hubiese tenido ese accidente, se hubiera casado con Emma, ella lo amaba, y yo l