Capítulo setenta y uno: El teatro de Christian West Frente a la limusina se abría una alfombra magenta bordeada por periodistas que no esperaban ver ahí. La cantidad de flashes que se incrustaban contra los cristales del coche era abrumadora. Praxis y Thalia no se imaginaban qué hacían ahí todas esas personas ni qué querían de ellos. Tampoco es que fueran las personas más influyentes del planeta como para ser acosados de esa forma.—¿Qué es todo esto, por el amor de Dios? Thalia no disimulaba su nerviosismo. Odiaba la prensa y el poder que las revistas amarillistas tenían en su vida. Podía oler la sangre en el agua frente a tanto tiburón. —No lo sé pero sabremos manejar lo, mi pequeña esposa... Tranquila.Si los orgasmos no la habían calmado lo suficiente, dos besos suaves de su esposo en sus labios le hicieron volver a poner los pies sobre la tierra y pisar con fuerza antes de bajar de la limusina. En cuanto los dos estuvieron frente a los fotógrafos, los periodistas les bombarde
Capítulo setenta y dos: "Muerto el perro, se acabó la rabia".Casi al borde de las náuseas Thalia separó a su padre y a su marido y fingió darle un abrazo también a su padre que no soltaba la sonrisa de suficiencia de los labios, sin pensarlo dos veces masculló pata que Praxis también la oyera.—Aléjate de mi familia y de la familia de mi marido o seré yo misma quien te meta a la cárcel para que salgas de nuestras vidas para siempre —solo así sintió que el padre se ponía tenso—. Ya me destrozaste la vida una vez y no volverás a hacerlo. Ya no soy esa niña y tengo pruebas de lo que hiciste, he guardado todo, papá... Aléjate de nosotros o yo te echaré a patadas de mi vida y de la de los míos.—Soy tu padre, nunca podrás hacerme eso...—Ahora soy madre y protegeré a mis hijos hasta de mi misma —padre e hija se miraron a los ojos duramente—. No sé cómo diste con Magda, ni qué intenciones tengas, pero te garantizo que puedo hacer que nada se cumpla. No quieras que lo haga aquí y ahora.—No
Capítulo setenta y tres: La verdad de los hechos Cinco horas antes...Praxis no podía dejar de pensar en todo lo que le había contado Thalia. Cada palabra que salió de sus labios se había vuelto un oscuro gráfico absolutamente descriptivo de lo sucedido en su mente y sentía una repulsión superlativa por ese hombre. Con mucha dedicación y un montón de besos a su pelo había conseguido que ella se durmiera pero en su defecto él no ha podido pegar un ojo.Rozaban las doce de la noche cuando ya ella llevaba dos horas dormida y le llamaron al móvil. Tal vez si no hubiera estado estado despierto en aquella noche tan sombría él nunca lo hubiera oído pero lo oyó. Oyó el zumbido vibrante de su móvil silenciado y respondió a la llamada de su hermano que le pedía explicaciones sobre la madre de los dos que Praxis no podía darle con Thalia en brazos. Decidió verlo en un bar cerca de algún sitio y dejando a los guardias muy atentos a su esposa e hijos salió en una de sus motos para el lugar donde
Capítulo setenta y cuatro: No soy un asesino —¿Por qué estás lleno de sangre, Praxis? —Eso no es importante ahora, mi pequeña esposa. Vamos —la tomó de la mano para que se metiera al vestidor—, ponte ropa. Tenemos que ir a la casa de tu padre ahora. Ella bufó. Aquella no era la casa de su padre. Su padre ya no tenía nada, ellos mismos se habían ocupado de quitárselo todo y aunque se lo merecía ahora que estaba muerto no era lo mismo. Un defecto humano de justificar a los muertos. Cuando Thalia llena de preguntas sin respuestas se metió a vestir, Praxis respondió el teléfono que no dejaba de sonar. —Dime que mi hermano no ha hecho ninguna... —Lo siento, señor. Estamos en comisaría, el señor a intentando secuestrar a una chica y ella le ha denunciado. La policía se lo ha llevado detenido y no me dejan verlo, quieren que venga un familiar o su abogado. Praxis respiró hondo, casi aliviado de saber que Athos tenía coartada para lo que les vendría encima. —Dime algo Arturo... —Lo
Capítulo setenta y cinco: Hay que pasar página Thalia y Praxis trataban sin cesar de armar las piezas del aquel espantoso puzle.Habían pasado la noche hablando entre los dos de todo lo sucedido. En realidad solo habían sido las últimas horas de la noche y parte del amanecer porque no habían dormido nada desde que vieron a Tyler ser esposado y declarado culpable por la muerte del miserable Christian West, su propio padre.Praxis había aprovechado para contarle a su esposa todo lo sucedido y calmar sus nervios al respecto.Por mucho que ella confiara en él no era fácil ignorar la verdad y verlo llegar lleno de sangre después de recibir semejante noticia y habiendo dejado un mensaje pidiendo perdón, era fácil confundirse.Praxis le había explicado que solo le pedía perdón porque no podía dejar de pensar en lo que él mismo había hecho aquella noche en que concibieron a sus hijos pero nada más. Nunca lastimaria a otro ser humano y menos de esa forma tan radical.Ella por su parte le pid
Capítulo setenta y seis: La paz en medio de la tormenta.—¿De verdad es tan difícil vivir y ser feliz a la vez?Praxis miró a Thalia confundido, sin saber a qué se refería exactamente y mucho menos sin saber qué decir al respecto. Todo lo que había sucedido la tenía un poco conmocionada aún, entonces ella notó que él no había entendido su pregunta y sobre su pecho apostilló:—Siento que siempre he sobrevivido gracias al ingenio, pero ahora no tengo nada, mi pasado es la vida que he vivido me impide ser feliz en la que tengo ahora —su marido la meció un poco más —, o vivo o soy feliz. No puedo dar pasos por separado. No sé hacerlo.—No hace falta que reflexiones ahora, pequeña —la besó nuevamente en la coronilla —. No necesitas entender nada más que aquello que te haga estar en paz.—Tú eres mi paz, Praxis —murmuró cansada —. Todo lo que me calma son tus brazos pero no puedo dejar de pensar en el momento en que mi hermano ahorcó con sus propias manos a su padre, mi...padre. —No es cul
Capítulo setenta y siete: Eres mi esposa y te deseo La prensa seguía encima de Praxis y Thalia y por ellos Praxis decidió llevarse a su mujer y a sus hijos a la casa de la playa. Lejos de la ciudad podían alejarse al menos de la mayoría de los reflectores.El griego no lo pensó dos veces, de imprevisto llegó una tarde a la casa, mandó al servicio a hacer las maletas de todos y subió a su familia en un helicóptero para llevarlos hasta Brighton Beach. Pero lo que Praxis poseía no era una casa de playa normal, no, era un jodido edificio. Uno vacío única y exclusivamente para ellos.Los niños apenas vieron el mar salieron corriendo de la casa a jugar con la arena. Los pobres angelitos eran ajenos a la muerte del abuelo que nunca los había querido y sus padres los habían protegido muy bien de la prensa y de las cámaras. Así que Thalia hizo de tripas corazón y trató de disfrutar la tarde en nombre sus hijos. Porque todo lo hacía por ellos, porque merecían una vida mejor, un futuro mejor.—
Capítulo setenta y ocho: Hay un testamento Thalia abrió su cuerpo a su marido sabedora absoluta de que jamás encontraría a otra persona como él. Ese hombre sabía perfectamente como sacarla de esos abismos oscuros en los que entraba cuando las situaciones la superaban.Fueron sus brazos los que la abrasaron toda la noche en el calor de manos hambrientas de ella, besos que sin proponerselos le sacaban de la órbita terrenal y la llevaban a otros puertos felices donde olvidarse hasta de si misma.Durante horas y horas sintió el balancear de las caderas de su esposo dentro de sus piernas, metiéndole en su cuerpo, adorando sus carnes.Comentaron juntos entre risas todo lo que se gustaban, cuánto se deseaban sin parar y hasta quedarse sin aliento. En fin, que para cuando el sol volvió a nacer en la nueva mañana Thalia estaba atravesada en la enorme cama con los brazos colgando hacia el suelo y su esposo se reía de ella desde la entrada de la ducha de la que acaba de salir.—Que sepas que t