Capítulo veintinueve. Estás viva y debes vivir. —Muy bien, me voy a dormir — anunció Olivia entonces —. Mamá, papá, pórtense bien con mi marido. —Pareces cansada — comentó su padre —. Probablemente demasiado sol. —Sí, probablemente — murmuró ella. El sol y el maratón de sexo, pensó Gael. Cuando se quedaron solos, Praxis se inclinó para decir: —Es una belleza, ¿eh? —Sí, lo es — asintió Gael. Gael escuchaba a medias mientras Praxis le hablaba de sus planes de reformar el hotel, pero no dejaba de pensar en Olivia. Esas últimas semanas habían sido fabulosas y aquel día… había sido algo más. Sin embargo, su matrimonio tenía fecha de caducidad y esa fecha se acercaba rápidamente. Y eso hizo que se preguntara qué iba a hacer cuando llegase el momento de decirle adiós. ¿Se saludarían como si fueran viejos amigos? ¿Tendría que fingir que no la deseaba? Olivia Stratos se había convertido en parte de su vida, de su mundo. Sin embargo, su sitio no estaba allí, en Isla
Capítulo treinta. No te sientas culpable.—¿Qué? En lugar de apartarse como él había esperado, Olivia lo abrazó con fuerza y, de repente, fue como volver atrás en el tiempo… a ese horrible apartamento en Las Vegas. — El aire acondicionado estaba roto, como de costumbre — empezó a decir, recordando un tiempo que siempre había querido olvidar —. Hacía tanto calor que cada vez que respiraba sentía que mis pulmones se quemaban. Eric, el novio de mi madre, era un tipo grande y violento… llevaba un par de años pegándola y yo no podía hacer nada. Mi madre lo echaba de casa, pero Eric volvía y ella lo aceptaba. Gael recordaba la frustración que había sentido, la rabia. Deseaba con todas sus fuerzas ser lo bastante grande como para defender a su madre, para cuidar de ella. Y, por fin, llegó el día. — Eric volvió a pegarla el día que cumplí dieciséis años y yo la defendí. Olivia no dijo nada y Gael no la miró porque no quería ver su expresión. ¿Qué vería en sus ojos? ¿Pena?
Capitulo treinta y uno. Nada de amor. En unos segundos, estuvieron desnudos. Gael sacó un preservativo de la cartera y, después de ponérselo, se tumbó en la cama con ella para lamer y besar sus pechos hasta que Olivia tuvo que arquearse hacia él, desesperada por liberar la tensión. Gael susurraba palabras cariñosas mientras seguía torturándola con sus labios y ella respiraba con dificultad, perdida en las sensaciones que solo él podía provocar. Cuando se deslizó hacia abajo, besando su abdomen y la cara interior de sus muslos, se puso tensa. Sin embargo, Gael abrió sus piernas con las manos y se colocó entre ellas. —Gael… —Disfruta — murmuró él, cubriéndola con la boca. Olivia gimió, disfrutando del roce de su lengua en su parte más sensible. Gael lamía y mordisqueaba hasta volverla loca de deseo… Murmuró su nombre durante el primer clímax, temblando. Y seguía temblando cuando entró en ella, llevándola a un orgasmo incluso más profundo que el anterior. Con
Capítulo treinta y dos. Entre la espada y la pared.Gael dejó escapar un suspiro. — No me sorprende. He visto una fotografía suya y ningún hombre con esos dientes puede ser una buena persona. — Parece que el señor O' Doughlin era un timador de poca monta que usaba su encanto para aprovecharse de las mujeres. Hay un par de departamentos de policía en Europa a los que les encantaría echarle el lazo. —Pues no va a ser fácil porque está muerto. —Sí, lo sé. Pensar en Olivia llorando por aquel hombre hizo que se le revolviera el estómago. —De modo que era un ladrón. — Y, por lo que he descubierto, se dedicaba a malversar fondos hasta el mismo día de su muerte. —¿Malversar fondos? ¿De quién? —De Praxis Stratos. — ¡Malditą sea! — Gael golpeó la mesa con el puño —. ¿Estás seguro? —Completamente. Y tengo pruebas, además. — Estupendo — Gael no pensaba contárselo a Olivia por el momento, pero iba a contárselo a Praxis. — Parece que Olivia tuvo suerte d
Capítulo treinta y tres. No puedo ser el marido de nadie.—¿Qué te pasa? — le preguntó Gael a su esposa —. Te has puesto muy pálida. Olivia trató de sonreír. —Estoy bien. Un poco nerviosa. ¿Nerviosa? Aterrorizada más bien. Gael la abrazó, inclinando la cabeza para darle un beso. —No lo estés. Después de enseñarles la parcela iremos a cenar y poco después volverán a casa. — A California — murmuró ella, pensando que en unas semanas también Gael volvería a Sunset Beach, con su familia. Y ella se quedaría allí, en Isla Real. Sola con sus recuerdos.—No hay tiempo para nerviosismos, ya están aquí. Olivia giró la cabeza para ver la lancha de Isla Real dirigiéndose al muelle. — ¡Mi cocina era perfecta! — exclamó Katie —. Te pagué para que la reformaras, ¿y qué hiciste? — sin esperar respuesta, se volvió hacia Olivia —. En cuanto nos casamos decidió reformar toda la casa, así que tiró la pared de la cocina. —Así es más grande y da al cuarto de estar — se defendió Dorian
Capítulo treinta y cuatro: Ya no vale esconderse Lo había intentado antes… ¿Eso qué significaba? ¿Gael ya había estado casado? ¿Y por qué sus hermanos no sabían nada al respecto?—¿Qué? — exclamaron sus hermanos a la vez. —¿De qué estás hablando? — le preguntó Dorian. — Estuve casado una vez, pero no se lo conté a nadie porque me sentía como un idiota. Su nombre era Nancy y nos conocimos durante el primer año de carrera. Salimos juntos durante un tiempo y luego rompimos — Gael hizo una pausa para tomar un trago de cerveza —. Ocho meses después, Nancy apareció embarazada. Llorando, me dijo que iba a tener un hijo mío y que estaba asustada… — Y te casaste con ella, claro — murmuró Dorian. — No quería ser como nuestro padre, de modo que me casé con ella, sí. —¿Y qué pasó? Gael se encogió de hombros, pensando que contar la historia no era tan terrible como había imaginado. De hecho, se sentía aliviado. — El niño tenía dos semanas cuando Nancy me confesó que no era mío sino de
Capítulo treinta y cinco. No me gustan los secretos.—Estás enamorada de él, ¿verdad? —¿Qué? — exclamó Olivia, mirando a Katie con cara de sorpresa. —Estás enamorada de Gael. —No digas tonterías. —Tiene razón — intervino la mujer de su otro cuñado —. Se te ve en la cara. Olivia miró de una a otra y suspiró, angustiada. — No puedo estar enamorada de él. Ustedes saben que este matrimonio es un acuerdo… —Sí, Dorian y Hans nos lo contaron — asintió Katie. — Pero las cosas han cambiado, ¿no? — su cuñada se colocó a Danny al hombro y empezó a darle golpecitos en la espalda. Olivia podría mentir, pero no se le daba bien. Y, además, no tenía sentido hacerlo. Britney y Katie eran demasiado listas como para creer una mentira. —Sí, ha cambiado. Para mí, al menos. — Los Rutherford no son los hombres más fáciles del universo, pero merecen la pena — dijo Katie. —Desde luego — asintió Britney. — Pero debes decidir si estás dispuesta a luchar por él. Porque vas a tener qu
Capítulo treinta y seis. Este matrimonio se ha terminado. — ¿Qué? — Olivia dio un paso atrás, sorprendida. — Que el maravilloso Camilo era un estafador que había robado a docenas de mujeres. —Estás mintiendo — dijo ella, sintiendo como si una garra apretase su pecho, impidiéndole respirar. — Yo no miento. Bueno, supongo que sí porque conozco la verdad sobre tu prometido desde hace días y no te he dicho nada. —¿Cómo? ¿Por qué? — Le pedí a mi primo Billy que investigase la vida de Camilo — le confesó Gael, pasándose una mano por la cara, como si así pudiese borrar aquel día. No obstante, no sirvió de nada. Maldito fuera Dorian y sus consejos, pensó. Porque estaba frente a la mujer a la que amaba, destruyendo todo aquello en lo que había creído. —Te equivocas. Camilo no haría eso — dijo Olivia, con expresión angustiada —. Él nunca robaría a mi padre. — Es la verdad — insistió él —. Camilo era un ladrón y un mentiroso. Su intención era robarte el dinero del fideic