Capítulo veinticinco. ¿Quieres que pare?La cama es el único sitio adecuado para esto... — murmuró Owen y Britney no lo negó.La tomó en brazos y la llevó a la habitación en sombras. La dejó suavemente en la cama, se tumbó a su lado completamente vestido. Apoyada la cabeza en una mano, utilizó la otra para apreciar la suavidad de su piel. Volvió a respirar el perfume de su pelo.Los dedos de ella respondieron, temerosos al principio, después más decididos cuando encontraron los botones. Con el estímulo de él, los desabrochó, uno a uno. Le quitó la camisa y se acercó más a él. La sensación del suave vello de su pecho contra la piel, le arrancó un gemido de anticipación.—¿Disfrutas de la sensación de piel contra piel? — podía escuchar la sonrisa en su voz mientras sus manos bajaban de los hombros y le cubrían los pechos.Cada dedo se movía de modo independiente consiguiendo excitar sus pezones sin llegar a tocarlos.Cuando finalmente el pulgar se detuvo en uno de ellos, esa sensación l
Capítulo veintiséis. Tu placer, mi delirio.La boca de Britney se encontró con la de Owen , ambas hambrientas. Sentados de nuevo en la cama, las manos de ella recorrieron su espalda desnuda mientras él se las arreglaba para quitarse la ropa que le quedaba y así ser los dos libres de explorar en el anonimato de la noche. Britney nunca había experimentado un abandono similar. Mientras la besaba ella buscó los pezones. Estaban tan duros como los de ella. Trató de imitar el movimiento con que él la había incendiado, pero en lugar de disfrutarlo como ella, él se retorció y le sujetó las manos.—Es demasiado del placer inadecuado — le susurró con una risa líquida en medio de la sombra mientras le llevaba las manos de nuevo a la espalda.Nunca había pensado que los hombres pudieran ser delicados. Se preguntó qué otra parte de su cuerpo estaría abierta a la exploración. Embrujada por sus besos, fue dejando caer sus manos hasta la cintura. No la detuvo esa vez. En lugar de eso, se retorció de
Capítulo veintisiete. El papel de amante.—¿Eras virgen Britney? —el corazón desbocado de Owen empujó esas palabras en medio de la noche. Ella no contestó y él no repitió la pregunta. Owen se maldijo por haberse dejado superar por los acontecimientos. Aquello no debería estar ocurriendo. El terror por la responsabilidad de ser el primer amante competía con el orgullo por ser el primer hombre. Estaban tumbados completamente en silencio, los corazones latiendo al unísono. Entonces, en el mismo instante, los dos empezaron a moverse. Despacio, perfectamente sincronizados, comenzaron una experiencia que nunca podrían olvidar. Durante una eternidad estuvieron encerrados en un abrazo que sólo podía tener una conclusión. Cuando ella se sintió latir de éxtasis, lo besó como si fuera su último aliento. En una última insoportable punzada de anhelo, Owen también explotó, llevándosela con él a la profundidad de su pasión. Habían encontrado satisfacción. Así era. Lo que había estado buscando dura
Capítulo veintiocho. Se ha terminado. Un fuerte golpe despertó a Owen a la mañana siguiente. Gradualmente se dio cuenta de que no había sido sólo dentro de su cabeza. Alguien estaba llamando a su puerta. Se sentó en la cama y se dio cuenta de que Britney no estaba. —Adelante — gritó con un gesto de dolor. Había demasiada, luz. Levantarse tarde no le sentaba bien. Buscó el reloj, pero debía de haberse parado la tarde anterior, mostraba las nueve menos cuarto. Se abrió la puerta, pero no era Britney. Era Cosmos con una bandeja y un fajo de correspondencia. —Buenos días, señor. Aquí está su desayuno y los correos electrónicos recibidos esta mañana. Owen volvió a mirar el reloj. —Entonces es verdad que me he dormido. —Así es, señor. Gruñendo se frotó la cara. Necesitaba un afeitado. —¿Lo pasó todo el mundo bien anoche, Cosmos? — preguntó en tono informal. —Sí, señor. —Fue una buena velada, a pesar de que el vino de los Bacchari debería tener una advertencia de su peligro para
Capítulo veintinueve. De regreso a la Villa.El éxito de Britney en la fiesta del Kilimaro dio sus beneficios. Interiores Nichols, de pronto, tenía más trabajo que el que podía manejar una empresa de su tamaño pero lo asumieron perfectamente. Britney trabajaba dieciocho horas al día, pero por las razones equivocadas. Una vez había sido por amor al trabajo, en ese momento era para olvidar el dolor que le llegaba por todas partes. No sólo por Owen, que le había roto el corazón. Después de acabar con la paciencia de su último amante la señora Nichols, había vuelto a casa de forma permanente y estaba muy preocupada por su padre. Seguía enfermo y Britney no podía soportar ver la esperanza en su mirada. Trataba de convencerse de que su ex esposa había vuelto con buenas intenciones, pero Britney sabía muy bien que su madre desaparecería en cuanto encontrara una oferta mejor. Hasta ese momento, esperaba ser tratada como una invitada. Britney no tenía ningún problema en cuidar de su padre, p
Capítulo treinta. ¿Estás embarazada?En cuanto Owen entró en la villa con Britney en brazos, el servicio se puso en acción para socorrer a la joven. Abrieron la puerta de la habitación de invitados y llamaron al médico. Owen tendió a Britney en la cama. Ella abrió los ojos cuando él aún estaba inclinado sobre ella.—Britney, ¿qué te ha pasado?Debía se ser algo serio. Había preocupación en sus ojos y ansiedad en su voz. —No... no lo sé — la muchacha dudó sin ser del todo consciente de lo que acababa de suceder —. ¿Me he desmayado?A Britney el estómago le daba vueltas de repente. Salió de la cama como pudo y fue al cuarto de baño a vomitar. Cuando finalmente volvió, Owen estaba de pie al lado de la cama enfrascado en una conversación con el doctor Cássio Kostovos. Britney trató de sonreír, pero sin mucho éxito.—Siento haberle dado trabajo, doctor — dijo ella apenada —. No es nada. No estoy acostumbrada a este calor, eso es todo. No había este clima cuando vine la vez anterior.Los d
Capítulo treinta y uno. Un heredero Stratos.Cuando Owen regreaó a la habitación de Britney no dijo ni una sola palabra. La joven esperaba que él dijera algo, pero como no fue así, ella se decidió a romper el hielo.—Qué rápido estuvieron los resultados. Sigo sin entenderlo. El doctor Cássio Kostovos me ha dicho que te lo iba a comunicar y que te recomendaría que te dieras un paseo para hacerte a la idea — dijo Britney tumbada en la habitación en sombra, mirando la alta silueta que se recortaba en el umbral.—Lo he hecho.Owen cruzó la habitación a grandes pasos, movió una silla y se sentó al lado de la cama. Estaba lejos, pero las oleadas de furia que sentía se notaban como electricidad estática. La felicidad de Britney ardió hasta convertirse en cenizas.Era evidente que a Owen no le agradaba la idea de tener un hijo... mucho menos con ella. ¡Por todos los dioses griegos, ¿qué haría?!—Esperaba algo mejor de ti — dijo él con frialdad —. No sé qué será peor, ser un padre engañado o s
Capítulo treinta y dos. La máscara de Owen.— — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —A Britney las lágrimas le corrían por las mejillas. Britney se enorgullecía de ser capaz de hacer frente a cualquier cosa, pero aquello era diferente. No podría soportarlo. Sola, en un país extranjero y despreciada por el hombre a quien amaba… Lloró hasta que el agotamiento la venció y se quedó dormida. Despertó y durante un instante se preguntó qué hacía en la cama de día. Después de acordó todo lo sucedido. —Mis más sinceras felicitaciones, señorita Britney — la joven oyó a Cosmos desde algún lugar cerca de los pies de la cama. Y entonces ella se sentó, buscando al anciano.Britney no tuvo que preguntarle a Cosmos sobre a qué se refería, puesto que ya podía imaginarlo. En aquella villa no pasaba nada sin que Cosmos no se enterara. Sin embargo, a ella le preocupó algo más y le dio voz a sus temores. —¿Entonces el señor Stratos ya se lo ha contado a