Capítulo veintisiete. El papel de amante.—¿Eras virgen Britney? —el corazón desbocado de Owen empujó esas palabras en medio de la noche. Ella no contestó y él no repitió la pregunta. Owen se maldijo por haberse dejado superar por los acontecimientos. Aquello no debería estar ocurriendo. El terror por la responsabilidad de ser el primer amante competía con el orgullo por ser el primer hombre. Estaban tumbados completamente en silencio, los corazones latiendo al unísono. Entonces, en el mismo instante, los dos empezaron a moverse. Despacio, perfectamente sincronizados, comenzaron una experiencia que nunca podrían olvidar. Durante una eternidad estuvieron encerrados en un abrazo que sólo podía tener una conclusión. Cuando ella se sintió latir de éxtasis, lo besó como si fuera su último aliento. En una última insoportable punzada de anhelo, Owen también explotó, llevándosela con él a la profundidad de su pasión. Habían encontrado satisfacción. Así era. Lo que había estado buscando dura
Capítulo veintiocho. Se ha terminado. Un fuerte golpe despertó a Owen a la mañana siguiente. Gradualmente se dio cuenta de que no había sido sólo dentro de su cabeza. Alguien estaba llamando a su puerta. Se sentó en la cama y se dio cuenta de que Britney no estaba. —Adelante — gritó con un gesto de dolor. Había demasiada, luz. Levantarse tarde no le sentaba bien. Buscó el reloj, pero debía de haberse parado la tarde anterior, mostraba las nueve menos cuarto. Se abrió la puerta, pero no era Britney. Era Cosmos con una bandeja y un fajo de correspondencia. —Buenos días, señor. Aquí está su desayuno y los correos electrónicos recibidos esta mañana. Owen volvió a mirar el reloj. —Entonces es verdad que me he dormido. —Así es, señor. Gruñendo se frotó la cara. Necesitaba un afeitado. —¿Lo pasó todo el mundo bien anoche, Cosmos? — preguntó en tono informal. —Sí, señor. —Fue una buena velada, a pesar de que el vino de los Bacchari debería tener una advertencia de su peligro para
Capítulo veintinueve. De regreso a la Villa.El éxito de Britney en la fiesta del Kilimaro dio sus beneficios. Interiores Nichols, de pronto, tenía más trabajo que el que podía manejar una empresa de su tamaño pero lo asumieron perfectamente. Britney trabajaba dieciocho horas al día, pero por las razones equivocadas. Una vez había sido por amor al trabajo, en ese momento era para olvidar el dolor que le llegaba por todas partes. No sólo por Owen, que le había roto el corazón. Después de acabar con la paciencia de su último amante la señora Nichols, había vuelto a casa de forma permanente y estaba muy preocupada por su padre. Seguía enfermo y Britney no podía soportar ver la esperanza en su mirada. Trataba de convencerse de que su ex esposa había vuelto con buenas intenciones, pero Britney sabía muy bien que su madre desaparecería en cuanto encontrara una oferta mejor. Hasta ese momento, esperaba ser tratada como una invitada. Britney no tenía ningún problema en cuidar de su padre, p
Capítulo treinta. ¿Estás embarazada?En cuanto Owen entró en la villa con Britney en brazos, el servicio se puso en acción para socorrer a la joven. Abrieron la puerta de la habitación de invitados y llamaron al médico. Owen tendió a Britney en la cama. Ella abrió los ojos cuando él aún estaba inclinado sobre ella.—Britney, ¿qué te ha pasado?Debía se ser algo serio. Había preocupación en sus ojos y ansiedad en su voz. —No... no lo sé — la muchacha dudó sin ser del todo consciente de lo que acababa de suceder —. ¿Me he desmayado?A Britney el estómago le daba vueltas de repente. Salió de la cama como pudo y fue al cuarto de baño a vomitar. Cuando finalmente volvió, Owen estaba de pie al lado de la cama enfrascado en una conversación con el doctor Cássio Kostovos. Britney trató de sonreír, pero sin mucho éxito.—Siento haberle dado trabajo, doctor — dijo ella apenada —. No es nada. No estoy acostumbrada a este calor, eso es todo. No había este clima cuando vine la vez anterior.Los d
Capítulo treinta y uno. Un heredero Stratos.Cuando Owen regreaó a la habitación de Britney no dijo ni una sola palabra. La joven esperaba que él dijera algo, pero como no fue así, ella se decidió a romper el hielo.—Qué rápido estuvieron los resultados. Sigo sin entenderlo. El doctor Cássio Kostovos me ha dicho que te lo iba a comunicar y que te recomendaría que te dieras un paseo para hacerte a la idea — dijo Britney tumbada en la habitación en sombra, mirando la alta silueta que se recortaba en el umbral.—Lo he hecho.Owen cruzó la habitación a grandes pasos, movió una silla y se sentó al lado de la cama. Estaba lejos, pero las oleadas de furia que sentía se notaban como electricidad estática. La felicidad de Britney ardió hasta convertirse en cenizas.Era evidente que a Owen no le agradaba la idea de tener un hijo... mucho menos con ella. ¡Por todos los dioses griegos, ¿qué haría?!—Esperaba algo mejor de ti — dijo él con frialdad —. No sé qué será peor, ser un padre engañado o s
Capítulo treinta y dos. La máscara de Owen.— — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —A Britney las lágrimas le corrían por las mejillas. Britney se enorgullecía de ser capaz de hacer frente a cualquier cosa, pero aquello era diferente. No podría soportarlo. Sola, en un país extranjero y despreciada por el hombre a quien amaba… Lloró hasta que el agotamiento la venció y se quedó dormida. Despertó y durante un instante se preguntó qué hacía en la cama de día. Después de acordó todo lo sucedido. —Mis más sinceras felicitaciones, señorita Britney — la joven oyó a Cosmos desde algún lugar cerca de los pies de la cama. Y entonces ella se sentó, buscando al anciano.Britney no tuvo que preguntarle a Cosmos sobre a qué se refería, puesto que ya podía imaginarlo. En aquella villa no pasaba nada sin que Cosmos no se enterara. Sin embargo, a ella le preocupó algo más y le dio voz a sus temores. —¿Entonces el señor Stratos ya se lo ha contado a
Capítulo treinta y tres. Deshazte del bebé.—Responde Owen — insistió Britne —. ¿Qué pasa si tengo una niña?—Hay un cincuenta por ciento de posibilidades. En cualquier caso… ¿qué puedes hacer para influir en el sexo de la criatura? Nada. Así que, ¿por qué pasar las próximas semanas preocupándose por eso? —Sólo estoy siendo realista. ¿Qué pasa si lo pierdo? Es frecuente. O si el bebé no sobrevive… —No — dijo Owen dejando el tenedor en la mesa con un golpe. De pronto en la cabeza de Britney la muerte de la tal Sally y la cena benéfica en el Kilimaro empezaron a formar un torbellino de ideas en su cabeza. —Tú… ¿has tenido algún hijo antes? — preguntó ella lentamente en medio del silencio que los envolvía. Owen agarró de nuevo el tenedor como si no hubiera pasado nada, pero hizo un breve gesto de asentimiento. Britney, después de un rato, se aventuró a decir algo. —¿Vas a contarme qué te sucedió en el pasado? —No. Britney se centró en la ensalada y no volvieron a encontrarse sus
Capítulo treinta y cuarto. Tiempo de brillar. El gesto de normalidad del rostro de Owen se tornó en uno de ira. —Si tratas de hacer daño a mi hijo de alguna manera, Britney Nichols, serás expulsada de esta casa. Te devolveré a las garras de tu madre — rugió sin preocuparse de ocultar su disgusto. Britney cerró los ojos y respiró aliviada. —No tienes por qué preocuparte, Owen. Sea cual sea el sexo de nuestro bebé, nadie podría convencerme de hacer algo así — dijo ella tranquila —. Lo defendería con mi propia vida. Owen recuperó el gesto de normalidad y se puso en pie. —No parecía que tu madre te estuviera ofreciendo mucho apoyo — suspiró. —Así es mi madre — trató de sonreír ella —. Como te he dicho, por muchos talentos que tenga, ser buena madre no creo que sea uno de ellos. Owen la miró sin saber qué responder.—Tu pasado no es tan único como puedas pensar — dijo finalmente —. Así que quizás deberíamos mirar esto como una oportunidad de brillar, Britney. Enseñaremos a todos có