Capítulo veintidós. Llaman a mí puerta. Britney fue una de las primeras en marcharse de la fiesta. También fue una de las últimas en volver a casa. La familia Bacchari la invitó a visitar su granja y fue incapaz de resistirse. La cerda estaba a punto de parir y no querían que estuviera sola en ese gran momento. Seis personas, incluyendo a Britney, se metieron en un inestable viejo Fiat y recorrieron entre ruido los tres kilómetros que les separaban de la granja. Mila, la cerda, ya estaba ocupada con media docena de pequeños cuando el público se congregó alrededor de los muros de su pocilga. Britney fue agasajada con un poco de salami casero y una bebida que sabía como si estuviera hecha con albaricoques y limaduras de hierro. Luego el joven Beto fue el encargado de llevarla de vuelta a la villa. Lo hizo en un tiempo récord, mientras Britney se agarraba y trataba de permanecer sonriente. El Fiat finalmente se detuvo bruscamente fuera de los antiguos muros originales de la Villa Chry
Capítulo veintitrés. La última oportunidad.A Britney le latía tan fuerte el corazón que no podía respirar. —¿Qué quiere? — susurró esperando que no tuviera respuesta, pero con la esperanza de que sí. —Olvidé ofrecerle café — dijo Owen entonces —. He preparado un poco para mí, ¿quiere acompañarme? Fue la ocasión de volver a verlo lo que convenció a Britney de abrir la puerta, no el café. Se había quitado la chaqueta y el chaleco, pero estaba tan magnífico como siempre. Llevaba en la mano una taza de espresso del tamaño de un dedal encima de un platillo de porcelana. El color dorado de su piel contrastaba con el fulgurante blanco de la camisa. —Gracias, señor Stratos — dijo aceptando el café. —De nada, Britney — Owen se inclinó ligeramente. Se miraron recelosos. Britney dio un paso atrás al interior de la habitación. Owen empezó a marcharse pero entonces se acordó de algo y se dio la vuelta —. Eso me recuerda que debería haber ido a la oficina lo primero de todo, Britney. Ésta pue
Capítulo veinticuatro. Sexo puro —Oh, Owen… — Britney gimió sin aliento. Todo lo que había pensado sobre sus otras mujeres desapareció al ser consciente de que le iba a dar una segunda oportunidad. Desde lo del Kilimaro, había pasado todo el tiempo arrepintiéndose de la forma en que lo había rehuido. Esa noche todo iba a ser distinto. Tímidamente, a lo lejos, el canto de los ruiseñores volvió a entrar por las ventanas. Owen apenas lo oía. Le pasó una mano por el pelo para apartárselo de la sedosa piel de los hombros. Después inclinó la cabeza para disfrutar de su sabor. Era más delicioso de lo que había imaginado. Dejó caer las manos hasta su cintura para sujetarla protector mientras la besaba una y otra vez. Era maravilloso, y la ligera timidez de Britney, tan refrescante. Había sido una constante en su vida desde la adolescencia que las mujeres se lanzaran por él. La única mujer que no había hecho nada de eso había sido Sally. Reflexionó sobre ello mientras permanecía de pie
Capítulo veinticinco. ¿Quieres que pare?La cama es el único sitio adecuado para esto... — murmuró Owen y Britney no lo negó.La tomó en brazos y la llevó a la habitación en sombras. La dejó suavemente en la cama, se tumbó a su lado completamente vestido. Apoyada la cabeza en una mano, utilizó la otra para apreciar la suavidad de su piel. Volvió a respirar el perfume de su pelo.Los dedos de ella respondieron, temerosos al principio, después más decididos cuando encontraron los botones. Con el estímulo de él, los desabrochó, uno a uno. Le quitó la camisa y se acercó más a él. La sensación del suave vello de su pecho contra la piel, le arrancó un gemido de anticipación.—¿Disfrutas de la sensación de piel contra piel? — podía escuchar la sonrisa en su voz mientras sus manos bajaban de los hombros y le cubrían los pechos.Cada dedo se movía de modo independiente consiguiendo excitar sus pezones sin llegar a tocarlos.Cuando finalmente el pulgar se detuvo en uno de ellos, esa sensación l
Capítulo veintiséis. Tu placer, mi delirio.La boca de Britney se encontró con la de Owen , ambas hambrientas. Sentados de nuevo en la cama, las manos de ella recorrieron su espalda desnuda mientras él se las arreglaba para quitarse la ropa que le quedaba y así ser los dos libres de explorar en el anonimato de la noche. Britney nunca había experimentado un abandono similar. Mientras la besaba ella buscó los pezones. Estaban tan duros como los de ella. Trató de imitar el movimiento con que él la había incendiado, pero en lugar de disfrutarlo como ella, él se retorció y le sujetó las manos.—Es demasiado del placer inadecuado — le susurró con una risa líquida en medio de la sombra mientras le llevaba las manos de nuevo a la espalda.Nunca había pensado que los hombres pudieran ser delicados. Se preguntó qué otra parte de su cuerpo estaría abierta a la exploración. Embrujada por sus besos, fue dejando caer sus manos hasta la cintura. No la detuvo esa vez. En lugar de eso, se retorció de
Capítulo veintisiete. El papel de amante.—¿Eras virgen Britney? —el corazón desbocado de Owen empujó esas palabras en medio de la noche. Ella no contestó y él no repitió la pregunta. Owen se maldijo por haberse dejado superar por los acontecimientos. Aquello no debería estar ocurriendo. El terror por la responsabilidad de ser el primer amante competía con el orgullo por ser el primer hombre. Estaban tumbados completamente en silencio, los corazones latiendo al unísono. Entonces, en el mismo instante, los dos empezaron a moverse. Despacio, perfectamente sincronizados, comenzaron una experiencia que nunca podrían olvidar. Durante una eternidad estuvieron encerrados en un abrazo que sólo podía tener una conclusión. Cuando ella se sintió latir de éxtasis, lo besó como si fuera su último aliento. En una última insoportable punzada de anhelo, Owen también explotó, llevándosela con él a la profundidad de su pasión. Habían encontrado satisfacción. Así era. Lo que había estado buscando dura
Capítulo veintiocho. Se ha terminado. Un fuerte golpe despertó a Owen a la mañana siguiente. Gradualmente se dio cuenta de que no había sido sólo dentro de su cabeza. Alguien estaba llamando a su puerta. Se sentó en la cama y se dio cuenta de que Britney no estaba. —Adelante — gritó con un gesto de dolor. Había demasiada, luz. Levantarse tarde no le sentaba bien. Buscó el reloj, pero debía de haberse parado la tarde anterior, mostraba las nueve menos cuarto. Se abrió la puerta, pero no era Britney. Era Cosmos con una bandeja y un fajo de correspondencia. —Buenos días, señor. Aquí está su desayuno y los correos electrónicos recibidos esta mañana. Owen volvió a mirar el reloj. —Entonces es verdad que me he dormido. —Así es, señor. Gruñendo se frotó la cara. Necesitaba un afeitado. —¿Lo pasó todo el mundo bien anoche, Cosmos? — preguntó en tono informal. —Sí, señor. —Fue una buena velada, a pesar de que el vino de los Bacchari debería tener una advertencia de su peligro para
Capítulo veintinueve. De regreso a la Villa.El éxito de Britney en la fiesta del Kilimaro dio sus beneficios. Interiores Nichols, de pronto, tenía más trabajo que el que podía manejar una empresa de su tamaño pero lo asumieron perfectamente. Britney trabajaba dieciocho horas al día, pero por las razones equivocadas. Una vez había sido por amor al trabajo, en ese momento era para olvidar el dolor que le llegaba por todas partes. No sólo por Owen, que le había roto el corazón. Después de acabar con la paciencia de su último amante la señora Nichols, había vuelto a casa de forma permanente y estaba muy preocupada por su padre. Seguía enfermo y Britney no podía soportar ver la esperanza en su mirada. Trataba de convencerse de que su ex esposa había vuelto con buenas intenciones, pero Britney sabía muy bien que su madre desaparecería en cuanto encontrara una oferta mejor. Hasta ese momento, esperaba ser tratada como una invitada. Britney no tenía ningún problema en cuidar de su padre, p