La luna comenzaba a desvanecerse del cielo cuando las recién llegadas fueron escoltadas hasta la entrada del Círculo del Agua. Dayleen caminaba en silencio, sintiendo que con cada paso que daba, se alejaba más de lo que alguna vez fue su vida. A su lado, Annika lucía igual de sombría, pero no perdía oportunidad de lanzar miradas desdeñosas a su alrededor, como si el barro en el suelo o el aliento húmedo de la selva fueran una afrenta directa a su linaje.Y lo cierto es que así era, se sentía una violación a su naturaleza estar cerca de la magia pura del Agua. Aunque ella no tenía poder, y nunca lo tendría, su núcleo mágico seguía siendo la misma que todos en su manada. —Bienvenidas al territorio del Agua —dijo uno de los guerreros, un lobo de rostro curtido, cabello trenzado y tatuajes tribales que se deslizaban como serpientes por su cuello—. Desde este punto, sus habilidades están selladas. El río es sagrado, y su corriente está viva. Protege la manada. No podrán usar su magia aqu
El bosque parecía estar conteniendo el aliento, como si presintieran lo que estaba por venir. Un aura de incertidumbre se cernía sobre la manada de Agua, cuando los tambores ceremoniales retumbaron suavemente en el valle, anunciando la llegada de tropas enemigas. El alfa Xavier se adelantó a los límites de su territorio, flanqueado por sus betas y guerreros de mayor rango, su porte era firme, elegante, imperturbable. —Deténganse ahí —ordenó con voz autoritaria, al ver acercarse a los guerreros de Fuego. El que lideraba la comitiva dio un paso al frente. —El Alfa Sebastián desea hablar con usted en busca de respuestas. Sospecha que aquí se esconde alguien que le pertenece. Una fugitiva. Xavier entrecerró los ojos, pero esbozó una sonrisa controlada. —En este territorio no ha cruzado nadie que no haya sido autorizado. Y si lo hubiera hecho, el agua lo habría delatado. Como sabe, cada gota me responde. Nadie entra aquí sin pagar un precio —alzó una ceja en su dirección. Los gu
Esa noche, la invitación llegó. Una nota sellada con el emblema del Alfa de Agua. La citaba en su mansión. La doncella que le trajo la carta espero afuera por ella, mientras Dayleen se preguntaba qué rayos debía hacer.«Llegó el momento... tienes que seducir al Alfa. Será tu única oportunidad», le dijo su loba.—Jamás estaré completa. Soy una loba a medias, no podremos compartir el lecho en nuestra forma natural de lobos. ¿Crees que él lo aceptará?Ella bufó.«Le arrancaré la cabeza si se atreve a minimizarnos».Sonrió. Annika estaba dormida, seguramente que no se daría cuenta de nada, no quería perturbar su sueño.Así que salió de la cabaña, lista para su misión.Dayleen fue conducida a través de pasillos de piedra caliza, las paredes estaban cubiertas de una fina capa de agua fluorescente, parecía una especie de... barrera luminosa. Se preguntaba qué tipo de cosas podían hacer con la magia del agua.Caminaron en silencio hasta llegar al gran salón donde Xavier esperaba. Vestía una t
Dayleen despertó con los primeros rayos del sol filtrándose por los cristales de agua que formaban parte de la arquitectura viva de la habitación. Nunca había estado en un lugar así, recordando su pasado con Sebastián, jamás la integro en su mansión, con la manada principal.Incluso cuando le juro amarla, nunca perteneció realmente a él. Incluso, consideraba que prácticamente la escondía. Sus paseos por el bosque, sus noches en la cabaña... Todo estaba fríamente calculado para mantenerla lejos de su papel como Heredero del Alfa. Se preguntaba porqué entonces la declaró su Luna, si finalmente iba a traicionarla.«Quizás solamente es un sádico que le gustaba burlarse de nosotras», gruñó su loba.Dió un suspiro largo cuando se percató de su situación: Ahora era oficialmente parte del harém del Alfa Xavier. Y eso significaba peligro, pero también era una gran oportunidad.Estaba sola en la habitación, por fortuna. Sentía vergüenza de recordar lo que sucedió, como sucumbió al deseo pese a
—Sí, Alfa. Haré lo que usted me diga. Solo tiene que darme las instrucciones —dijo de forma sumisa. Tenía que jugar bien su papel. Cuando Dayleen aceptó su propuesta, Xavier sonrió complacido. Como si supiera que ella aceptaría sin dudarlo. Su corazón palpito con ansiedad. ¿Qué otras cosas tenía planeado ese hombre? —Partiras en tres días —dijo el Alfa, sin rodeos, cruzando una linea de agua en el tronco del árbol para acercarse más a ella—. Debo buscar aliados en los reinos del este. La tensión con Fuego va a escalar. Y no puedo confiar solo en mi poder. Así que irás en mi representación con unos cuantos soldados, puede ponerse algo difícil esa visita. Dayleen frunció el ceño. ¿No confiaba en su poder? Por lo que podía sentir, la manada de agua resumaba un poder inmenso. Estar ahí era sentir vibrar el agua misma por su piel y sus sentidos, se sentía mejor ahí, más fuerte. ¿Realmente eran vulnerables, o le estaba ocultando algo? No quería emprender una misión sin tener el panoram
La mañana recibió a la manada del Agua con un aire gélido que parecía morder la piel. Y al anochecer las cosas no mejoraron del todo, ni siquiera la fauna nocturna hacia ruido.... parecían contener el aliento.El centro de ceremonias del Agua estaba decorado con guirnaldas flotantes hechas de lirios y piedras lunares. Aquella noche sería la celebración en honor a la nueva Luna de la manada de Fuego: Aria.Pero el corazón de Sebastián no estaba con ella.Aunque sabía que será considerado traición si se apartaba del lugar donde sería la celebración, no pudo evitarlo. Tendría que recurrir a sucios trucos para buscarla.Mientras los festejos se preparaban al otro lado del territorio, Sebastián se escabulló de la caravana. Su respiración era irregular, su lobo, Zeque, lo arrastraba con ansiedad en dirección al bosque espeso. Sentía algo. Sentía a ella.«No está lejos… está viva. Está con otro», reveló su lobo.—Maldita mujer —masculló, ocultando su esencia mientras se adentraba en la zona
Xavier se internó en la espesura, con los sentidos despiertos y la energía fluyendo en torno a su piel. El bosque estaba en silencio, más de lo habitual, como si hasta los árboles contuvieran el aliento. Algo había estado allí, lo sentía… pero no quedaban rastros. Frunció el ceño. Se agachó junto a un arbusto y tocó la tierra, donde definitivamente habían marcadas de pisadas recientes. El aire olía distinto, había una estela de rabia alrededor. Cerró los ojos, tratando de averiguar más sobre el aroma pero lentamente comenzaba a desaparecer el rastro. «Si alguien estuvo aquí, ya se fue. No hay peligro. Pero debemos poner más vigilancia, no deberían llegar hasta la mansión», sugirió su lobo, Drax. Asintió. —Seria una tontería armar un alboroto sin pruebas. Dejaremos pasar esto como una confusión, quizás se dió cuenta de su error y dió marcha atrás —respondió—. O consiguió lo que buscaba y decidió esperar. Debería... Apretó los dientes. Justo cuando se preparaba para seguir el ra
El bosque se cerraba sobre ellos como una caverna, estaban tan frondosos que casi no permitían la entrada del sol entre sus copas.Con cada paso que daba la pequeña manada, el escudo líquido se movía con ellos, como si el agua los protegiera del mundo exterior... o de algo más oscuro. El silencio era pesado, las ramas crujían bajo sus botas como huesos quebrados, y el viento arrastraba murmullos que parecían advertencias.Hacia mucho frío. Y ella no era una loba completa, así que tenía que soportar el clima aunque a los demás seguramente no les afectaba tanto.Dayleen no podía evitar mirar sobre su hombro una y otra vez. Algo se sentía mal. No dejaba de sentirse observada, pero al mirar no había nada.—Estamos cerca de las montañas místicas —anunció uno de los soldados, observando el mapa grabado en piel de lobo—. Si tomamos este sendero, deberíamos llegar en tres días.Las montañas místicas se llamaban así porque tenía alguna clase de magia o ilusión que te hacía perderte en el camin