El amanecer se acercaba mientras caminaba hacia la cabaña de Malaquías, mis pasos amortiguados por la hierba húmeda de rocío. Mi mente estaba llena de preguntas, pero una certeza me guiaba: nada sería igual después de la noche anterior.
A medida que me acercaba a la cabaña, noté un par de siluetas familiares esperándome junto a la entrada. Eran Kira y Luka, dos de mis amigos más cercanos en la aldea. Kira, con su cabello corto y enérgico, siempre tenía una chispa de picardía en sus ojos verdes. Luka, por otro lado, era más tranquilo, con una sonrisa constante y una presencia reconfortante que calmaba mis nervios.
—¡Tara! —gritó Kira, levantando la mano en un saludo exagerado—. ¿Qué tal la cita romántica en el bosque con Tobías? ¿Fue tan emocionante como dicen los rumores?
Solté una risa breve y sarcástica.
—Si por emocionante te refieres a casi morir a manos de una criatura de sombra y una figura misteriosa, entonces sí, fue increíblemente emocionante.
Luka dejó escapar una carcajada mientras Kira hacía una mueca burlona.
—Siempre puedes contar con Tobías para arruinar una buena velada —respondió Kira, rodando los ojos.
Nos dirigimos juntos hacia la cabaña, el ambiente ligero gracias a sus bromas, pero todos sabíamos que lo que estaba sucediendo era mucho más grave de lo que queríamos admitir.
Al entrar en la cabaña de Malaquías, la encontramos llena de actividad. Tobías ya estaba allí, discutiendo con América y un par de aldeanos que no reconocí de inmediato. Malaquías estaba de pie junto a su mesa de trabajo, examinando un mapa antiguo con runas extrañas.
—Ah, Tara, Kira, Luka —dijo Malaquías sin apartar la vista del mapa—. Justo a tiempo. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir.
América, con su expresión de preocupación, me sonrió brevemente.
—Hemos discutido los eventos de anoche —dijo Tobías—. Creemos que la figura encapuchada podría estar relacionada con los rumores sobre los refugiados.
—¿Refugiados? —pregunté, confundida.
América asintió.
—Un grupo de magos exiliados que se han estado ocultando en los bordes del bosque. Algunos creen que están intentando recuperar sus poderes mediante magia oscura.
—Eso explicaría la criatura de sombra —dijo Luka—. ¿Creen que están detrás de todo esto?
Malaquías asintió.
—Es una posibilidad. Necesitamos investigar más, pero hasta entonces, debemos actuar con cautela. Tara, Tobías, quiero que vayan con Kira y Luka a los límites del bosque esta noche. Debemos encontrar a estos exiliados y averiguar qué están planeando.
Kira hizo una mueca de desagrado.
—Otra excursión al bosque oscuro. Genial.
Luka le dio un codazo amistoso.
—Vamos, Kira, será una aventura. Y además, Tara y Tobías parecen estar en su mejor forma cuando están enfrentándose a algo.
Me giré hacia Tobías, quien se mantenía en silencio, observando el mapa con intensidad. Sabía que nuestro próximo encuentro sería crucial.
Esa noche la luna brillaba tenuemente a medida que nos adentrábamos en el bosque. Kira lideraba con confianza, mientras Luka y yo manteníamos los ojos abiertos para cualquier señal de peligro. Tobías estaba al frente, vigilando los alrededores con una determinación feroz.
—Entonces, Tara —dijo Kira en un susurro—, cuéntame más sobre la gran historia de amor que todos parecen esperar entre tú y Tobías.
—¿Mi qué? —respondí, sorprendida.
—Vamos, es obvio que hay algo más que rivalidad entre ustedes. No puede ser solo odio.
Tobías se volvió hacia nosotros, una mirada desafiante en sus ojos. Antes de que pudiera responder, un sonido de ramas rompiéndose nos hizo detenernos en seco.
—¡Silencio! —susurró Tobías, señalando hacia un claro adelante.
Nos movimos con sigilo, el aire se sentía cargado de tensión. Allí, en el claro, vimos a un grupo de figuras encapuchadas reunidas alrededor de un fuego. La figura alta y delgada en el centro parecía estar dirigiendo la conversación.
—¿Son ellos? —susurró Luka, ajustando su arco.
Asentí, mi corazón acelerado. Kira se inclinó hacia adelante, tratando de escuchar mejor. La figura alta hablaba en un idioma que no pude reconocer, y las palabras que llegaban a nuestros oídos eran inquietantes.
—...no queda mucho tiempo. Necesitamos más energía para completar el ritual.
—¿Ritual? —murmuré a Tobías, que asintió con preocupación.
Antes de que pudiéramos hacer un plan, un crujido bajo el pie de Kira nos traicionó. Las figuras encapuchadas giraron sus cabezas hacia nosotros, sus miradas llenas de amenaza.
—¡Ahora! —gritó Tobías, lanzándose al ataque.
Luka disparó una flecha, alcanzando a uno de los encapuchados, mientras Kira y yo desenvainábamos nuestras dagas. La figura alta levantó sus manos, creando una ráfaga de viento que intentaba alejarnos.
—¡Cuidado! —grité, intentando mantener el equilibrio.
Mientras Tobías se enfrentaba a dos de los atacantes, Kira y yo luchábamos con los demás. La figura alta, con un conjuro en sus labios, lanzó un rayo oscuro hacia Tobías. Sin pensarlo, me lancé hacia él para interceptar el ataque.
Luka cayó al suelo tras ser golpeado por el hechizo, su cuerpo inmóvil. Mi corazón se hundió mientras corría a su lado. Con mano temblorosa, apliqué una poción curativa de mi cinturón, rogando que hiciera efecto.
—Vamos, Luka, mantente conmigo —susurré, observando cómo la poción comenzaba a estabilizar su respiración.
Kira luchaba a mi lado, y Tobías estaba al borde de la confrontación con la figura alta. Finalmente, la figura alta lanzó un hechizo de humo oscuro y desapareció, dejándonos con una sensación de derrota.
Tobías y yo, exhaustos, nos reagruparamos con Kira y Luka. Nos dirigimos rápidamente hacia la aldea, con el peso de la misión incompleta presionando sobre nosotros.
Al llegar a la cabaña, América y Malaquías nos recibieron con miradas de ansiedad. Luka se apoyaba en Kira, que lo ayudaba a caminar.
—¿Qué pasó? —preguntó América, con una preocupación evidente en su voz.
—Encontramos a los exiliados —dijo Tobías—. Están planeando algo grande y están utilizando magia oscura.
El rostro de América se tornó grave, y su voz se llenó de preocupación.
—Entonces debemos prepararnos para lo peor. Tara, tienes que estar alerta. Las cosas están a punto de volverse mucho más peligrosas.
Asentí, mi mente ya en movimiento. Mientras América y Malaquías discutían los siguientes pasos, sentí la mirada de Tobías sobre mí. Me volví hacia él, encontrando una expresión de sincera preocupación en sus ojos.
—Tara —dijo suavemente—, sé que no siempre hemos estado de acuerdo, pero... ten cuidado, ¿sí?
Su tono me sorprendió. No pude evitar sonreír un poco.
—Lo mismo para ti, Tobías.
En medio del caos y la incertidumbre, sentí una chispa de esperanza. No estábamos solos en esto. Con nuestros amigos a nuestro lado, enfrentaríamos cualquier desafío que viniera.
La cabaña de los Arquitanes estaba rebosante de vida. A pesar de la amenaza que se cernía sobre la aldea, el bullicio familiar traía un respiro de normalidad y calor humano. En el amplio salón, los sobrinos corrían de un lado a otro, mientras las voces de los adultos se entrelazaban en una mezcla de preocupaciones y planes.América, con su capacidad innata para mantener el orden en medio del caos, organizaba la reunión con precisión. A mi lado, Tobías parecía estar en su propio mundo, procesando la información y preparándose para la discusión que se avecinaba.—¡Tara! —exclamó Mara, mi hermana menor, mientras entraba en la sala con su habitual energía. Mara era la abogada de la familia y una experta en artes defensivas—. ¿Qué tal va todo? ¿Alguna novedad con los exiliados?—Unas victorias pequeñas, pero nada decisivo todavía —respondí, intentando mantener una actitud positiva.Mara se sentó junto a Susana, otra de mis hermanas, que llegaba acompañada de sus cuatro hijos: Ana, de 14 añ
En la esquina del salón, sentado con una expresión concentrada, estaba Laulel. Tara no lo había invitado, pero sabía que si estaba en casa, era porque lo habían traído sus sobrinos. Marcos y él eran como hermanos, unidos desde la guerra, y Laulel era una presencia constante en la casa de los Arquitanes.—¿Y bien, Laulel? ¿Has tenido alguna visión? —preguntó Tara, acercándose a él con una leve sonrisa. A pesar de las bromas y las insinuaciones de su familia, Laulel era un amigo y un aliado importante.—Nada claro aún —respondió Laulel, levantando la vista de un libro antiguo que estaba leyendo—. Pero he estado investigando sobre esos espectros. No es común que aparezcan así, sin más, especialmente tan lejos del Bosque Umbrío. Es como si estuvieran buscando algo… o a alguien.Tara sintió un escalofrío recorrer su espalda. No había mencionado a nadie sobre la sensación de ser observada que había sentido durante su encuentro con los espectros. Parecía que Laulel también lo había sentido,
El resplandor del círculo de protección se desvaneció lentamente, dejando la casa sumida en una inquietante penumbra. El viento que antes soplaba con violencia ahora se había aquietado, pero la tensión en el aire era palpable. Todos miraban a su alrededor, sus corazones todavía acelerados, con los nervios a flor de piel. Tara, jadeante y agotada, sintió que un sudor frío le recorría la espalda. Habían logrado contener la amenaza por ahora, pero sabía que no duraría mucho. No cuando el enemigo conocía su ubicación exacta. —¿Estás bien? —preguntó Marcos, acercándose a ella con el ceño fruncido, su expresión grave. Había sido una noche larga y el cansancio se reflejaba en sus ojos. Tara asintió, aunque su mente seguía llena de dudas y temores. No se trataba solo de la amenaza externa. La amenaza más grande parecía estar acechando dentro de ellos mismos, de sus debilidades, sus miedos, sus rivalidades no resueltas. —Estoy bien, Marcos. Gracias. Solo... necesito un poco de aire —respon
La atmósfera dentro de la fortaleza de los Astrum era aún más sobrecogedora que el exterior. El aire parecía más denso, casi vibrante, como si las paredes mismas estuvieran llenas de poder. Los pasillos eran largos y estrechos, iluminados por luces flotantes que creaban sombras danzantes en las piedras antiguas.Tara, Marcos, Saray y Sarah siguieron al líder de los Astrum en silencio, sus pisadas resonando en la fría piedra bajo ellos. La tensión entre los cuatro era palpable. Aunque habían esperado que los Astrum supieran algo sobre la corrupción del éter, la sensación de que algo mucho más grande estaba en juego los llenaba de temor. ¿Qué era lo que el consejo de los Astrum sabía que aún no les había revelado?—¿Crees que nos dirán todo? —susurró Saray a Tara, mientras caminaban tras el líder Astrum.
La travesía hacia el sur de Nemeris fue rápida y silenciosa. Montaron a caballo por los senderos ocultos entre los bosques, evitando cualquier contacto no deseado. A medida que avanzaban, la densa vegetación comenzó a abrirse, dejando paso a las vastas llanuras de los Enderlin. La brisa salada del mar cercano acariciaba sus rostros, pero no lograba calmar el creciente malestar que todos sentían.Tara iba en silencio, sus pensamientos entrelazados con la incertidumbre sobre el futuro. Los ataques recientes habían sido inesperados y, aunque el consejo de los clanes se mantenía cauteloso, ella sabía que la situación estaba fuera de control. Algo grande estaba por suceder, y no sería bueno para ninguno de ellos.—¿Por qué justo ahora? —Alina rompió el silencio, su voz baja pero cargada de preocupación—. Los ataques han sido demasiado precisos. Nos están mandando un mensaje.—No están atacando a ciegas —respondió Marcos, su mandíbula tensa mientras ajustaba las riend
El monstruo que emergió de las sombras no era como nada que hubieran visto antes. Su piel era de un gris oscuro, gruesa y surcada de cicatrices, con ojos de un rojo profundo que brillaban con una malicia casi animal. Caminaba erguido, sobre dos patas enormes, y su aliento parecía vibrar con una energía oscura, una que Tara reconoció de inmediato.—Es un demonio del éter —murmuró Marcos, apretando su espada con ambas manos, sin apartar la vista de la criatura.—Uno antiguo —agregó Saray, sus palabras llenas de terror mal disimulado mientras retrocedía un paso.Tara sintió el peso de la desesperación caer sobre ellos. Si un demonio del éter estaba involucrado, las cosas se habían puesto mucho más complicadas de lo que imaginaban. La desaparición del abuelo ya era suficientemente inquietante, pero ahora se enfrentaban a fuerzas que no comprend&i
La madrugada envolvía el campamento improvisado con un manto frío y nebuloso. El grupo se había refugiado en una cueva que Marcos había encontrado en el borde de un acantilado. Aunque estaban fuera del alcance de sus enemigos inmediatos, el peligro acechaba en cada rincón.Tara no podía dormir. Su mente giraba en espiral, repasando cada detalle del ataque, los gritos de las gemelas, las miradas de desesperación en los rostros de su familia. Aunque habían sobrevivido, la sensación de incertidumbre la mantenía en constante alerta. Caminó hacia la entrada de la cueva, buscando la frescura del aire y un momento de tranquilidad.Allí estaba Tobías, de pie, observando la oscuridad con la misma intensidad con la que siempre analizaba las situaciones. No dijo nada cuando Tara se acercó. Solo se mantuvo firme, como si su presencia fuera natural, casi necesaria en ese espacio compartido.—¿Algún movimiento? —preguntó Tara en voz baja, rompiendo el silencio.Tobías negó con la cabeza, sin apartar
La luz del amanecer apenas había comenzado a iluminar el horizonte cuando el grupo se puso en marcha nuevamente. El peligro de los exploradores desconocidos seguía acechando, pero Tara y Tobías, al igual que el resto, se mantenían alerta, sintiendo que cada paso los acercaba más a una confrontación inminente. La tensión entre ellos, sin embargo, no era solo por el peligro. Había algo más, algo que no podían ignorar, una tensión emocional que había crecido entre los silencios compartidos y las miradas que se cruzaban sin ser intencionadas. El camino hacia las montañas era rocoso y empinado, pero Marcos lideraba el grupo con determinación, revisando cada piedra, cada sombra que pareciera fuera de lugar. No podía permitir que los atraparan desprevenidos. Mientras avanzaban, Tara sentía el peso de las miradas de sus compañeros, como si todos, de alguna manera, estuvieran conscientes del cambio sutil en la dinámica entre ella y Tobías. La noche anterior había marcado un antes y un despu