LeahCatriona coloco el intermitente para girar en Lexington y la calle setenta y dos, mientras continuaba despotricando sobre Parker, lo que era bastante incómodo.— ¡Ese hombre es imposible te lo juro! —Gritó golpeando le volante. —Se atrevió a decirme que sabía que lo botaría como a un pañuelo descartable porque mi reputación me precede, por lo que consideraba que lo mejor era terminar ahora, antes de salir herido. ¿Qué es lo que intentaba decir?Suspiré profundamente, dejando que sacara todo lo que su enamoradizo corazón desease.— ¿Qué se siente inseguro respecto a su relación? —Me tapé el rostro con la mano, esperando el grito.— ¡No! ¡No, Leah! —Resopló por la nariz, sin apartar la mirada del frente. —No estás aquí conmigo, no te siento verdaderamente comprometida en esta conversación. ¡Quiso decir que soy una put@!La miré con los ojos abiertos de par en par.— ¿Qué? ¡No! —Negué con la cabeza. —Definitivamente no creo que Parker, haya intentado decir eso. Él es un caballero.M
LeahPuede que Catriona, tuviese la razón. Cuando llegué al piso en el ático de Frederick el olor a comida me llegó de forma provocativa y sensual. Aunque lo que realmente me dejo de piedra, fue que la mesa estaba puesta y no de forma casual como solía estar cuando comíamos a diario. En el centro de la mesa se encontraba un arreglo floral de peonias blancas, enmarcado por velas que iluminaban tímidamente el ambiente.Me detuve sorprendida, cuando Frederick apareció con una botella de Chardonnay del año noventa y seis en las manos. Sobre los platos se podía ver dos piezas de salmón teriyaki acompañado de una porción de espinacas gratinadas. Todo se veía delicioso y por primera vez desde que conocía a Frederick sentí que estábamos en una especie de cita.La verdad, era que de alguna forma nunca antes se había molestado en hacer algo tan especial para mí. En la cocina, todavía se podía ver los utensilios que había usado y en cuanto dejo el vino sobre la mesa, se apresuró a quitarse el de
LeahFrederick me tomó suavemente de la nuca, tumbándome de costado para que lo mirase. Su pierna rozó la mía de forma sutil, casi casual, pero ese solo toqué fue suficiente para que entreabriese los labios ligeramente. Ese gesto fue la señal que necesitaba para que su mano se precipitara a mi rostro y trazara mi mejilla con sus nudillos, hasta llegar a mi labio inferior, el cual acarició con el pulgar entre pequeños suspiros.Me atrajo hacia él, sus manos tomaron mi cintura con ferocidad, su tacto se sintió como el acero caliente fundiéndose sobre mi piel.—¿Estás segura de esto? —Preguntó con voz ronca vacilando solo un momento entre toque y toque. —Si comenzamos, no creo poder detenerme. —Me advirtió con un tono ronco y urgente, que logro que la sangre hirviese en mis venas.Su aliento golpeo en mis labios y el nudo que tenía en el estómago se apretó cada vez más, presa de la ansiedad que me provocaba su cercanía.Entonces los labios de Frederick, rozaron con parsimonia los míos, p
LeahFrederick me miró largamente mientras me acariciaba el rostro con los nudillos.—Los niños estarán felices de saber que volveremos a intentarlo… Gracias por darme una nueva oportunidad. —Murmuró antes de dormirse profundamente.—Frederick…Esto no fue una reconciliación…—Dije con voz temblorosa antes de mirarlo y darme cuenta de ya no me escuchaba porque su respiración era acompasada y sus labios se curvaban ligeramente en una sonrisa.Siempre me había preguntado si acaso sonreía cada vez que dormía porque a pesar de no haber pasado muchas noches con él desde que nos conocíamos, siempre lo había visto sonreír en sueños.Pronto sentí que el sueño me ganaba, me sentía más cómoda de lo que nunca había estado, entre sus brazos todo me parecía fácil, seguro, como si todos los problemas se hubiesen resuelto mágicamente y la idea de cerrar un momento los ojos fue demasiado tentadora.Desperté antes del amanecer con la pierna de Frederick sobre mí y su brazo rodeando mi cintura. Fue en es
Leah Las cosas habían estado bastante tensas en el trabajo, intenté evitar a Frederick prácticamente todo el día, procuré no tomarme algo en la cafetería como solía hacer, pedí el almuerzo en la oficina y no salí de la zona de programación. Él tampoco había ido a buscarme, eso me tuvo molesta gran parte del día, aunque bien sabía que era lo mejor. Mi mente en ese instante era lugar repleto de contradicciones. Por un lado mi cabeza me decía que la mejor decisión era alejarse y por el otro mi corazón se empeñaba en todo lo contrario. Por la mañana Parker había pasado a recoger a los niños, ya que él tenía dos citas programadas: en Trinity y en el BWL, Collins estaba realmente emocionado con esa entrevista, por su plan de estudio con iniciativa científica. Eso hizo más fácil lograr el objetivo de no verlo y no pasar un momento incómodo con intercambio de reproches incluidos, mientras se los entregaba. Sin embargo a pesar de mis esfuerzos por no aparecer de su radar, me era imposibl
FrederickCon todas mis fuerza desee sentirme enojado, furiosos. Porque la rabia, el enojo eran emociones fáciles de manejar, pero el dolor que sentía, ese putx dolor que me estaba carcomiendo las entrañas desde que desperté la mañana anterior y me di cuenta de que Leah se había largado, era insoportable. Esa mañana me sentí envuelto en una horrible pesadilla, ni siquiera podían detenerme entre tres hombres fuertes como lo eran Hans o Parker.Preso de la ira, arranqué las sabanas revueltas de la cama, que en ese momento parecían burlarse de lo estúpido que había sido al creer que pasar la noche con ella significaba que me perdonaba, que volveríamos a intentarlo.Luego cuando hable con ella y escuché lo que tenía para decir, entendí que simplemente lo estaba perdiendo todo. Fue cuando todo el peso de mis emociones cayó sobre mí. El dolor se fue acumulando poco a poco en el pecho, y comencé a entender que no habría forma en el mundo en el que lograse dejar de echarlos de menos. Sin em
Frederick Williams, bajó la escalinata de la torre donde vivía Leah con los niños, cargaba sus tres mochilas, mientras ellos saltaban a su alrededor eufóricos. Ella y Catriona los siguieron de cerca, aunque no llegaron al automóvil, simplemente se quedaron sobre el último escalón observándolos irse. Se podía ver cuánto le costaba desprenderse de ellos, confiarlos a alguien más. Por otro lado a pesar de que se moría por acercarse, no lo hacía porque aún era un tanto incomodo vernos a pesar de que intentábamos ser cordiales, no habíamos estado ni un solo momento a solas desde que ella me rechazó. Todavía me dolía verla. Dudaba que a ella le ocurriese lo mismo, ya que me había dejado claro que no sentía nada por mí, sin embargo de alguna forma, le inquietaba mi presencia. Por lo que mi hermano recién llegado de Londres se ofreció a subir a buscarlos por mí como un gesto de apoyo. A pesar de que Williams, se encontraba terriblemente agotado, estaba de muy buen humor, era un hermano i
LeahPapá estaba leyendo en su despacho cuando entré. Él alzó la vista brindándome una sonrisa amable, se levantó de su sitio y me señalo uno de los sillones de cuero frente a su escritorio, yo tomé asiento, esperando que disparara. Estaba segura de que algo deseaba decirme de otra forma no me habría citado tan temprano.—¡Cariño, que gusto verte!—Rodeo el escritorio y apoyó sus caderas contra él con una sonrisa. —¿Los niños ya salieron a Long Island?—Hace un par de horas. —Dije acomodándome en el asiento. —Supongo que será bueno para ellos pasar tiempo con su padre a solas. —Me encogí de hombros ligeramente y el curvó los labios en una pequeña sonrisa. —Pero supongo que no es sobre el fin de semana de tus nietos de lo que necesitabas hablar conmigo… —Alcé una ceja.Papá lanzó una sonora carcajada, echándose hacia atrás.—Eres tan astuta como tu madre. —Se acercó y me dio un apretón dulce en el hombro antes de volver a sentarse. —Daniel vino a verme, me dijo que te compró un anillo.