Leah —Gracias por acompañarme. —Le dije a Catriona, dándole un apretón en la mano. —Está bien cariño, creo que si vas a decirles a los niños que están juntos, lo mejor es que tengas todo el apoyo que puedas tener. —Respondió acercando sus labios a mi oído para que ellos no escuchasen. Lo que probablemente iba a ser difícil, ya que Daniel, había pedido que equiparan el coche con todo los que tres niños como ellos pudiesen desear. Estaban tan ocupados viendo los juegos que se reproducían en las pantallas frente a ellos, decidiendo que bocadillo probar, por lo que difícilmente se detendrían en cualquier cosa que yo o Catriona estuviésemos diciendo. —Solo les diremos que pasaremos más tiempo juntos. —Sí, como tú digas. Aunque pensándolo bien, Travis sabe bien como jugar. Creo que los niños ya lo aman —. Afirmó viendo como reían mientras disparaban en el Plantas vs Zombi que se veía en las pantallas. Yo asentí con la cabeza. —Es completamente increíble, los trata como si fuesen re
FrederickParker me miró nuevamente con una de esas expresiones en el rostro que lo decían todo, decían cosas como:«Debería hacer algo, o dejar de perder su tiempo en sentirse miserable». Puede que tuviese razón, pero tampoco tenía demasiadas opciones. Me sentía realmente miserable después de firmar el divorcio. Lo único que me animaba era ver ese Monet que Leah me había obsequiado en penumbras. No tenía deseos de comer, salir o siquiera respirar. Me había convertido en un maldito guiñapo. Había llamado a Leah, pero ella rechazó cada llamada, tampoco sirvió de mucho enviarle un par de mensajes diciéndole lo que sentía, aunque no volví a decirle que la amaba después de sufrir la decepción de haber corroborado que ella no sentía nada por mí. Ya que había leído el mensaje que le escribí cuando esperaba a entrar al despacho de su abogado y decidí que era mejor exponerle lo que sentía. Pero ella ni siquiera se molestó en responder, literalmente me había clavado el visto de forma cruel
Leah — ¡Buenos días, Bella durmiente de Manhattan! —Catriona tiró de las cortinas para abrirlas de par en par y dejar entrar la luz a la habitación. —Oh…Su majestad, —Fingió voz dulce —¿no la desperté verdad? Me corrí el cabello del rostro y lancé un bufido. Había dado vueltas gran parte de la noche en la cama, intentando aclarar mis ideas. —Es domingo, el único día en el puedo levantarme después de las seis de la mañana, ¿Puedo saber por qué me estas despertando? —Mmmm…No sé —. Dijo dándose unos golpecitos en el mentón. —Quizás es porque hoy es la reunión con tu padre. ¡Tonta del culo! Te dije que no desvelaras, ¿sabes lo importante que es la reunión que tuvo ayer con Lorenzo Rossi? Ese hombre no puede esperar a que la princesa comience su semana laboral. —Abrió las puertas del armario buscando algo adecuado. —Bueno supongo que lo sabes, porque el hombre es el maldito rey de la industria automotriz y nunca antes se había planteado hacer negocios con una empresa que no fuese alem
LeahCuando entré a la biblioteca después de haberme dado el lujo de usar por casi una hora el hidromasaje de Frederick, me sentía completamente relaja y con ánimos de informarme sobre el plan que llevaríamos a cabo para enredar a Rossi, al final de la semana, tendría que estar tan encantado con nosotros que se sentiría realmente mal de solo pensar en hacer negocios con alguien que no fuese nosotros. Por eso habíamos decidido realizar una tregua, para poder convivir durante dos semanas bajo el mismo techo. Creímos conveniente decirle a los niños que se debía a una remodelación de urgencia que debíamos realizar en nuestro piso, aunque claro que a ellos los motivos no les importaban tanto como pasar tiempo con su padre. Sin embargo, yo no quería que imaginarán o guardarán falsas esperanzas. Debía decir que Frederick me estaba sorprendiendo gratamente. No solo se llevaba de maravilla con ellos, si no que estaba atento a todas sus necesidades. La primera noche preparó un campamento imp
Leah La ley de afinidad que gobierna las relaciones de dos elementos improbables, se define por las propiedades electromagnéticas que los lleva a buscar combinarse para formar un compuesto único. Y podía decirse que Frederick y yo, éramos dos elementos improbables que parecían estar unidos por la ley de afinidad, ya que por definición estábamos en lados diametralmente opuestos. Yo odiaba las compras, cada vez que mamá insistía en viajar a Paris para pasar horas en el Tally Weill o el Palais Royal, y luego descansar horas cotilleando en algún café parisino, fingía tener una gripe de muerte con tal de que no me obligase a acompañarla. Porque lo que para ella era el cielo, para mí consistía en una tortura. Pero para Frederick, parecía ser una especie de aventura fantástica porque disfrutaba tanto de las compras que me parecía casi imposible de soportar. Aunque si tenía su encanto, verlo radiante de alegría, arrastrándome por los pasillos y tomando el control la hora de elegir cada
Leah Me detuve a mirarme en el espejo de la sala, solo para comprobar que no tenía un solo cabello fuera de lugar, además de revisar varias veces el clutch de brillantes que iba con el vestido y estaba tan impresionada con lo que me devolvía el espejo, que ni siquiera había escuchado entrar a Catriona. Era un vestido hermoso, el drapeado del corpiño, me dejaba ver el gran detalle con el que se había realizado. —¡No puedo creerlo! —Exclamó Catriona boquiabierta al verme a través del espejo. —¿Ese es un Oscar de la Renta exclusivo? —Preguntó tomando la falda. —Es un sueño hecho realidad, por favor prométeme que luego de que lo uses me lo prestaras para alguna fiesta, te lo ruego. —Puso sus manos juntas como en plegaria y me dedicó un puchero adorable. Sonreí dándome la vuelta y tomando la falda. —No creo que pueda, porque es un regalo. —Caminé hacia la entrada. —¿Un regalo? ¿De quién? —Me interrogó intrigada. Siguiéndome. —De Frederick, también me obsequio la gargantilla, aunque
LeahAntes de que pudiese entender lo que estaba ocurriendo los largos dedos de Daniel me estaban tomando del brazo y separándome de Frederick como si fuese una niña pequeña que había sido descubierta besando a su amigo de juegos.— ¿Qué es lo que está ocurriendo aquí, Leah? —Me increpó mirándome como si estuviésemos solos. —No habíamos quedado en esto cuando decidí apoyar esta farsa con la que estuviste de acuerdo. ¡Te lo dije, te lo advertí, no soy tu puto juguete! —Gritó apretándome la muñeca.Los ojos de Dani que siempre me parecían amables y dulces, ahora estaban encendidos de enfado. Pero yo me sentía más preocupada por los rumores que podían llegarle a nuestro hombre, porque aunque la mayoría de los invitados disimulaban, algunos nos miraban de reojo esperando la oportunidad de obtener un chisme jugoso.La sorpresa me había dejado completamente paralizada, ni siquiera lograba abrir la boca para responderle, estaba completamente inmóvil, perpleja. Entonces Frederick comprendió q
Leah En cuanto salí de la habitación al pasillo, el aroma de la masa de los Waffles dorándose, me llegó de forma provocativas, invitándome a darme prisa. Y en cuanto estuve a unos metros de donde provenían sus voces, sentí una ligera opresión en el pecho que podía decir que era algo así como ilusión. Frederick me había dejado una pequeña nota sobre la almohada que decía: «Te esperamos para el desayuno de la victoria, trae tu tiara de diamantes, hoy cocino para ustedes». Realmente no podía decir que saber usar la wafflera era cocinar. Sin embargo debía reconocerle que darles el día libre a la cocinera, la encargada de la limpieza e incluso a Parker para que estuviésemos solos, era muy dulce. Cuando estuve cerca de la cocina me detuve un momento para escuchar que decían. —¿Leíste las recomendaciones que te envié para la manipulación higiénica de los alimentos? —Se escuchó la vocecita de Collins. Eloise y Sheldon discutían sobre una caricatura. —Sí, de hecho tengo una copia pega