Frederick Catriona trotó hasta mi coche, llevaba unos anteojos de sol y una bufanda de seda en la cabeza como Audrey Hepburn. Negué con la cabeza al verla, si su objetivo era pasar desapercibida, no estaba seguro de que lo lograse con esos Dolce Maxi con montura de animal print y la gabardina que gritaban: «¡Estoy loca!» Iba tarde, lo que no era una sorpresa en absoluto, por suerte había llegado antes de que Daniel saliese de su casa. Fuera, lo esperaba un auto con chofer desde hacía diez minutos aproximadamente y estaba temiendo que mi cómplice no estuviese a tiempo para nuestra persecución. Se detuvo detrás de un árbol mirando hacia todos lados para asegurarse de que nadie la veía, antes de volver a correr. Para inmediatamente subirse al coche azotando la puerta sin ninguna delicadeza. —¿Es enserio? —Se quejó en cuanto se acomodó en el asiento. —¿Un Aston Martin para espiar? ¿Por qué no le colocaste una sirena en el techo o un cartel anunciando lo que hacemos? —Me sonrío con iro
FrederickEl avión atravesó una turbulencia y abrí los ojos de pronto, Catriona sonrío divertida antes de darme un codazo para que mirase a través del cristal. Lo que hice obediente por causa del aletargamiento de mi reciente despertar, entonces vi a las Vegas por primera vez desde el aire. Realmente entendía por que la llamaban la ciudad de las luces, podíamos verla brillar mientras descendíamos.Los carteles de neón tapizando la calle probablemente más famosa del mundo; la Strip. Desde el cielo se podía ver la Torre Eiffel, la gran pirámide y las calles de Venecia de un solo pantallazo, todo en su máximo esplendor.Todo en las Vegas parecía más. Más grande, más brillante, más espectacular, simplemente más…Mucho más.Nunca había estado en la ciudad del pecado, sin embargo era muy bueno jugando al póker, de hecho así había pagado nuestra migración después de la muerte de mi padre y pagamos las deudas más urgentes antes de comenzar de cero, con el resto fue Leah quien nos ayudó.Todav
Frederick El crupier se entregó de forma inexorable a tarea de contar las fichas y comprobar que las barajas estuviesen selladas. Jugaríamos póker abierto de siete cartas, sin comodines. «Póker duro y puro como se juega en Brooklyn, pero con atención de cinco estrellas». Dijo Dogo bastante orgulloso y todos los demás en la mesa rieron, menos yo, que estaba bastante tenso, no quería perder los cien mil dólares que llevaba para obtener la información que quería.Ellos jugaban con un límite de apuesta de ciento cincuenta mil dólares y las partidas continuaban hasta que uno de los jugadores fuera completamente barrido, de verdad esperaba no ser yo, en caso de que ninguno fuese desplumado, la partida duraría veinticuatro horas.Una vez que las reglas fueron impuestas nos dimos las manos como un grupo de distinguidos diplomáticos y ocupamos nuestros lugares.El crupier, nos entregó las fichas de las apuestas iniciales y el juego comenzó.Las primeras partidas fueron espectaculares, sentí q
FrederickCuando por fin salí de la sala de apuestas privadas fui directamente a la barra principal donde estaba Catriona con un Cosmopolitan frente a ella, mientras tamborileaba la reluciente madera con sus cuidadísimas uñas al ritmo de la música. Ya eran las ocho de la mañana, pero aun así todavía estaba abarrotado de personas. Me senté junto a ella en una de las banquetas vacías y le hice una seña al camarero sacudiendo el vaso en el aire.Frente a nosotros se encontraban un par de ejecutivos que no paraban de lanzarle sonrisitas, intentando llamar su atención. Sin embargo, ella se encontraba con la mirada perdida hasta que se dio cuenta de mi presencia.—Podría sentir tu perfume en una habitación cerrada con cien hombres dentro, no conozco a nadie que le siente el Fahrenheit como a ti. —Dijo sin voltear a mirarme.—Es un clásico. —Sonreí.—Debemos tomar el avión para regresar a casa a las doce, necesito dormir un poco antes de la despedida de soltera. —El camarero se acercó con un
FrederickParpadee un par de veces, posando mi mirada en el hombre que estaba intentando vulnerar la puerta de seguridad de mi habitación, para luego notar que eran dos, llevaban trajes negros, al menos me sacaban una cabeza de diferencia y doblaban mi tamaño. Me llevó solo una fracción de segundos entender con claridad lo que ocurría; los enviaba Dogo.Mi instinto me grito: ¡Huye!«¡Huye! Te están buscando a ti». Eso era bastante posible, aunque probablemente también estuviesen allí por su dinero.En todo caso, no le hice caso a la advertencia, me quedé paralizado un instante, algo que me estaba a punto de costar muy caro. Mi corazón comenzó a martillear como loco, no obstante mis músculos se sintieron agarrotados ante la sorpresa.Ellos ni siquiera habían notado mi presencia cuando la puerta de mi habitación se abrió en un clic suave—Ábrete Sésamo… —Susurró uno de ellos cuando la puerta se entreabrió lentamente. —Tomemos el dinero y luego vamos por el cabrón que cree que puede acor
LeahCatriona había conseguido que nos apartaran el ático de una de las mejores discotecas de la ciudad, teníamos dos barras con todo lo que pudiésemos tomar, un Dj que pinchaba pop, house, hip hop y R&B. Junto a las paredes de cristal que dejaban ver una vista impresionante de la ciudad se encontraban sillones de cuero italiano para tres personas donde ya muchos de los invitados intoxicados por el alcohol y la música se encontraban metiéndose mano, antes de pasar a tercera base en alguno de los hoteles cercanos.Las camareras pasaban con las bandejas repletas de chupitos, mientras los cuerpos se pegaban en el centro del ático al ritmo de la mezcla de hip hop y electrónica que sonaba envolviendo todo el lugar, llevando a los invitados al delirio con los cambios y las luces centellantes de colores que lograban que todos estuviesen cada vez más eufóricos.Era una gran fiesta, sí que lo era, sin embargo no la estaba disfrutando.Para empezar quien la había organizado, mi mejor amiga, q
LeahEl coche se detuvo frente al Caesars Palace y me dispuse a bajar con la sensación de tener un nudo en el estómago, me sentía realmente abrumada. Ni siquiera estaba segura de por qué había tomado aún avión privado a mitad de la noche para ir a buscar a Frederick.Respiré profundamente cuando el chofer me abrió la puerta del auto y me señaló con la mano la entrada del lujoso hotel. La imponente fachada me dejó completamente boquiabierta. A pesar de lo que me había dicho Catriona, dudaba mucho que Frederick estuviese en verdadero peligro en un lugar tan espectacular como aquel. Entonces, ¿Por qué estaba allí?Quería creer que era porque deseaba asegurarme de que el padre de mis hijos estuviese bien, pero no era eso. Durante el viaje a la ciudad de las luces lo había pensado mucho, mucho en realidad. La idea de perderlo para siempre me hacía temblar, solo imaginarlo con otra mujer me provocaba nauseas. Entonces, comprendí que por mucho que lo negase, seguía completamente enamorada de
FrederickLa calidez se extendió desde la punta de mis pies hasta mi pecho, si hasta ese momento no había tenido una sola esperanza, las cosas acababan de cambiar.Leah me quería, todavía sentía algo por mí. No. No solo sentía algo por mí, me amaba. No había otra explicación, ella tenía que estar en su despedida de soltera, disfrutando o preparándose para su boda, sin embargo había ido a buscarme. Intentaba salvarme. Pero eso no era todo, estaba delirando de celos cuando me vio con otra mujer.Me habían obligado a montar toda esa escena o iban a dejar de ser amables conmigo y mi familia, no estaba muy seguro de hasta donde llegaba el alcance de Dogo, pero me quedaba claro que era mucho. Durante las horas que había estado cautivo cientos de personas llegaban a rendir dinero o esperando conseguir algún favor.Cada vez encajaba más en el rompecabezas que necesitaban a Koch Tecnología para lavar dinero en gran escala.Sin embargo el miedo paralizante que me estaba invadiendo hasta ese m