Frederick El crupier se entregó de forma inexorable a tarea de contar las fichas y comprobar que las barajas estuviesen selladas. Jugaríamos póker abierto de siete cartas, sin comodines. «Póker duro y puro como se juega en Brooklyn, pero con atención de cinco estrellas». Dijo Dogo bastante orgulloso y todos los demás en la mesa rieron, menos yo, que estaba bastante tenso, no quería perder los cien mil dólares que llevaba para obtener la información que quería.Ellos jugaban con un límite de apuesta de ciento cincuenta mil dólares y las partidas continuaban hasta que uno de los jugadores fuera completamente barrido, de verdad esperaba no ser yo, en caso de que ninguno fuese desplumado, la partida duraría veinticuatro horas.Una vez que las reglas fueron impuestas nos dimos las manos como un grupo de distinguidos diplomáticos y ocupamos nuestros lugares.El crupier, nos entregó las fichas de las apuestas iniciales y el juego comenzó.Las primeras partidas fueron espectaculares, sentí q
FrederickCuando por fin salí de la sala de apuestas privadas fui directamente a la barra principal donde estaba Catriona con un Cosmopolitan frente a ella, mientras tamborileaba la reluciente madera con sus cuidadísimas uñas al ritmo de la música. Ya eran las ocho de la mañana, pero aun así todavía estaba abarrotado de personas. Me senté junto a ella en una de las banquetas vacías y le hice una seña al camarero sacudiendo el vaso en el aire.Frente a nosotros se encontraban un par de ejecutivos que no paraban de lanzarle sonrisitas, intentando llamar su atención. Sin embargo, ella se encontraba con la mirada perdida hasta que se dio cuenta de mi presencia.—Podría sentir tu perfume en una habitación cerrada con cien hombres dentro, no conozco a nadie que le siente el Fahrenheit como a ti. —Dijo sin voltear a mirarme.—Es un clásico. —Sonreí.—Debemos tomar el avión para regresar a casa a las doce, necesito dormir un poco antes de la despedida de soltera. —El camarero se acercó con un
FrederickParpadee un par de veces, posando mi mirada en el hombre que estaba intentando vulnerar la puerta de seguridad de mi habitación, para luego notar que eran dos, llevaban trajes negros, al menos me sacaban una cabeza de diferencia y doblaban mi tamaño. Me llevó solo una fracción de segundos entender con claridad lo que ocurría; los enviaba Dogo.Mi instinto me grito: ¡Huye!«¡Huye! Te están buscando a ti». Eso era bastante posible, aunque probablemente también estuviesen allí por su dinero.En todo caso, no le hice caso a la advertencia, me quedé paralizado un instante, algo que me estaba a punto de costar muy caro. Mi corazón comenzó a martillear como loco, no obstante mis músculos se sintieron agarrotados ante la sorpresa.Ellos ni siquiera habían notado mi presencia cuando la puerta de mi habitación se abrió en un clic suave—Ábrete Sésamo… —Susurró uno de ellos cuando la puerta se entreabrió lentamente. —Tomemos el dinero y luego vamos por el cabrón que cree que puede acor
LeahCatriona había conseguido que nos apartaran el ático de una de las mejores discotecas de la ciudad, teníamos dos barras con todo lo que pudiésemos tomar, un Dj que pinchaba pop, house, hip hop y R&B. Junto a las paredes de cristal que dejaban ver una vista impresionante de la ciudad se encontraban sillones de cuero italiano para tres personas donde ya muchos de los invitados intoxicados por el alcohol y la música se encontraban metiéndose mano, antes de pasar a tercera base en alguno de los hoteles cercanos.Las camareras pasaban con las bandejas repletas de chupitos, mientras los cuerpos se pegaban en el centro del ático al ritmo de la mezcla de hip hop y electrónica que sonaba envolviendo todo el lugar, llevando a los invitados al delirio con los cambios y las luces centellantes de colores que lograban que todos estuviesen cada vez más eufóricos.Era una gran fiesta, sí que lo era, sin embargo no la estaba disfrutando.Para empezar quien la había organizado, mi mejor amiga, q
LeahEl coche se detuvo frente al Caesars Palace y me dispuse a bajar con la sensación de tener un nudo en el estómago, me sentía realmente abrumada. Ni siquiera estaba segura de por qué había tomado aún avión privado a mitad de la noche para ir a buscar a Frederick.Respiré profundamente cuando el chofer me abrió la puerta del auto y me señaló con la mano la entrada del lujoso hotel. La imponente fachada me dejó completamente boquiabierta. A pesar de lo que me había dicho Catriona, dudaba mucho que Frederick estuviese en verdadero peligro en un lugar tan espectacular como aquel. Entonces, ¿Por qué estaba allí?Quería creer que era porque deseaba asegurarme de que el padre de mis hijos estuviese bien, pero no era eso. Durante el viaje a la ciudad de las luces lo había pensado mucho, mucho en realidad. La idea de perderlo para siempre me hacía temblar, solo imaginarlo con otra mujer me provocaba nauseas. Entonces, comprendí que por mucho que lo negase, seguía completamente enamorada de
FrederickLa calidez se extendió desde la punta de mis pies hasta mi pecho, si hasta ese momento no había tenido una sola esperanza, las cosas acababan de cambiar.Leah me quería, todavía sentía algo por mí. No. No solo sentía algo por mí, me amaba. No había otra explicación, ella tenía que estar en su despedida de soltera, disfrutando o preparándose para su boda, sin embargo había ido a buscarme. Intentaba salvarme. Pero eso no era todo, estaba delirando de celos cuando me vio con otra mujer.Me habían obligado a montar toda esa escena o iban a dejar de ser amables conmigo y mi familia, no estaba muy seguro de hasta donde llegaba el alcance de Dogo, pero me quedaba claro que era mucho. Durante las horas que había estado cautivo cientos de personas llegaban a rendir dinero o esperando conseguir algún favor.Cada vez encajaba más en el rompecabezas que necesitaban a Koch Tecnología para lavar dinero en gran escala.Sin embargo el miedo paralizante que me estaba invadiendo hasta ese m
LeahNos casaríamos en el 620 Loft and Garden una azotea preciosa que estaba ubicada en el Rockefeller Plaza, por lo que tomamos una Suite cercana a la terraza la noche anterior para poder prepararme para el gran día. No me había implicado demasiado en los preparativos de la boda. La realidad era que Daniel trabajó duro junto a la coordinadora para que todo saliese perfecto.Eso me hacía sentir terrible, ya que él era un hombre maravilloso que realmente merecía que lo amase, era comprensivo, atento, dulce y sobre todo debía agradecerle que no me presionaba. No nos habíamos acostado nunca, pero eso no parecía molestarle, todo el tiempo repetía que tendríamos todo el tiempo del mundo.—¿Estabas llorando de nuevo? —Me dijo cuándo salí del baño la mañana de nuestra boda.—No, es solo que me duele mucho la cabeza. —Mentí.—¿Otra vez? —Inquirió con la ceja alzada.No pude responderle. ¿Qué diría? ¿Una nueva mentira para justificar que estaba completamente desbordada? Me sentía terrible cada
LeahLos gritos comenzaron a desgarrar el aire y presa de la confusión di dos pasos hacia atrás cuando Daniel tomó a Catriona en andas para llevarla fuera de la azotea, pero ella logró darle un rodillazo en la entrepierna, por lo que él la soltó antes de inclinarse hacia delante presa del dolor. Intentó volver sobre sus pasos, aunque Daniel se incorporó para tomarla del brazo e increparla.Antes de que pudiese parpadear todo se volvió un completo caos de rasguños, gritos y empujones.Los dos habían comenzado a gritar y no llegaba a entender lo que decían, a quien hasta hacia unas horas había considerado mi mejor amiga, estaba desquiciada. Agitaba la carpeta en la mano, le daba empujones a Daniel y golpes por todo el cuerpo, por lo que él le respondía con aullidos de protesta con los ojos encendidos por un odio primitivo. De ser por él estaba segura de que le habría arrancado la cabeza de cuajo. Corrí hacia ellos cuando logré reaccionar para intentar detenerlos, aunque mis pies parec