LeahNos casaríamos en el 620 Loft and Garden una azotea preciosa que estaba ubicada en el Rockefeller Plaza, por lo que tomamos una Suite cercana a la terraza la noche anterior para poder prepararme para el gran día. No me había implicado demasiado en los preparativos de la boda. La realidad era que Daniel trabajó duro junto a la coordinadora para que todo saliese perfecto.Eso me hacía sentir terrible, ya que él era un hombre maravilloso que realmente merecía que lo amase, era comprensivo, atento, dulce y sobre todo debía agradecerle que no me presionaba. No nos habíamos acostado nunca, pero eso no parecía molestarle, todo el tiempo repetía que tendríamos todo el tiempo del mundo.—¿Estabas llorando de nuevo? —Me dijo cuándo salí del baño la mañana de nuestra boda.—No, es solo que me duele mucho la cabeza. —Mentí.—¿Otra vez? —Inquirió con la ceja alzada.No pude responderle. ¿Qué diría? ¿Una nueva mentira para justificar que estaba completamente desbordada? Me sentía terrible cada
LeahLos gritos comenzaron a desgarrar el aire y presa de la confusión di dos pasos hacia atrás cuando Daniel tomó a Catriona en andas para llevarla fuera de la azotea, pero ella logró darle un rodillazo en la entrepierna, por lo que él la soltó antes de inclinarse hacia delante presa del dolor. Intentó volver sobre sus pasos, aunque Daniel se incorporó para tomarla del brazo e increparla.Antes de que pudiese parpadear todo se volvió un completo caos de rasguños, gritos y empujones.Los dos habían comenzado a gritar y no llegaba a entender lo que decían, a quien hasta hacia unas horas había considerado mi mejor amiga, estaba desquiciada. Agitaba la carpeta en la mano, le daba empujones a Daniel y golpes por todo el cuerpo, por lo que él le respondía con aullidos de protesta con los ojos encendidos por un odio primitivo. De ser por él estaba segura de que le habría arrancado la cabeza de cuajo. Corrí hacia ellos cuando logré reaccionar para intentar detenerlos, aunque mis pies parec
Daniel me arrastró a través del corredor, sosteniendo mi cabello con una de sus manos, mientras que con la otra llevaba del brazo a mi amiga. Cuando llegamos a la puerta de la suite, la empujó con fuerza hacia ella. Había jurado hacer una llamada para que terminar con Frederick, sacar a la luz el fraude y las deudas que aun acarreábamos.Ella tampoco deseaba poner en peligro a nadie por lo que nos vimos obligadas a obedecer.—Abre la puerta. —Le ordenó con voz áspera ofreciéndole la tarjeta de la suite. Ella me miró con desesperación, como si esperase una señal sobre que debía hacer. —¡No quiero tener que volver a repetirlo! —Le ordenó y la vi temblar. —Dogo atrapó a tu héroe en el aeropuerto, así que, si no hacen exactamente lo que digo, va a ser él quien page las consecuencias.Tiró de mi cabello hacia atrás para que inclinase la cabeza, y con parsimonia arrastró sus dedos a través de mi mentón. Ella dio un paso hacia adelante con los puños cerrados, sin embargo menee ligeramente la
LeahMi madre colocó mi cabello sobre mi hombro y observó mi rostro a través del reflejo que nos devolvía el espejo, apoyo la mano sobre el hombro desnudo con ternura. Su calidez me hizo sentir ligeramente aliviada.—Estas temblando… —Me sonrió con ternura. —No debes estar nerviosa porque todo saldrá de maravilla. Sé que hemos tenidos nuestros desacuerdos con respecto a esta boba, porque me parece apresurada, pero no lo sé, puede que sean mis prejuicios o que yo creía firmemente en que tu destino era otro —. Acaricié el anillo con el diamante rojo que me había dado Frederick, me lo había colocado antes de que llegasen a maquillarme y peinarme como si eso fuese a traerlo de vuelta conmigo, luego me llevé la mano al corazón como si eso fuese a evitar que se rompiese. Me lo quité lentamente, debía remplazarlo por el que me había regalado Daniel o si veía que no lo llevaba enfurecería. —Casi lo olvido. —Dijo con tristeza, sacando un dije del clutch. —Algo prestado…No queremos que el novio
Frederick Habíamos entrado a un edificio descascarado de Brooklyn, me habían atrapado en cuanto puse un pie en el aeropuerto. Mi plan al llegar allí era bastante simple, pensaba pedirle ayuda a la policía, ¿Qué otra cosa podía hacer? No tenía móvil, ni pasta, ni mi billetera. Aunque las cosas no salieron como esperaba o puede que debí contemplar la idea de que enseguida saldrían en mi búsqueda. Como fuese, tres hombres de Dogo me esperaban apostados en la entrada, esperando que llegase y lo hice, claro que lo hice. Intenté correr, escapar, sin embargo había un gran grupo buscándome por lo que por más que corrí de nuevo a la parada de taxis me interceptaron. Para mi desgracia conocía bastante bien a uno de ellos, tenía el rostro desfigurado de nuestro anterior encuentro por lo que no perdió la oportunidad de desquitarse antes de montarme a un avión privado que iba directo a Nueva York. No conocía sus planes, pero era seguro que los planes habían cambiado. Era una suerte que le hub
Leah Los suspiros y murmullos de admiración aumentanon en la azotea cuando salí a través de la mampara de cristal. Sin embargo, a duras penas podía distinguir lo que decían, solo lograba escuchar el rugir de mi sangre en mis oídos y el martilleo de mi corazón, aquello ahogaba completamente cualquier otro sonido. Entonces vi a Williams sentado en la primera fila, a su lado habían tres sillas vacías donde estarían los niños, llevaba un traje hecho a la medida con una pajarita. Él me sonrío apenas curvando las comisuras de los labios en una mueca extraña, sabían que no quería a Daniel o al menos eso pude intuir cuando había ido unos días antes para interceder por su hermano, tampoco a él lo escuché, a pesar de que sabía que Williams era completamente imparcial. Sentí el peso de mis actos, de todo lo que me había llevado hasta allí me aplastó como un bloque de cemento. Realmente me casaría con ese hombre, ese farsante que juró hacerme lo que se le antojase la noche de bodas. Mi cuerpo
Frederick Dicen que todos en algún momento sueñan con una boda inolvidable y creo que eso era exactamente lo que le estaba a punto de dar a Travis, una boda que nunca iba olvidar, ya que no solo me iba a robar a la novia, si no que iba disfrutar de que lo aprendiesen frente a todo el mundo. Creo que mi regreso a Manhattan podía considerarse por todo lo alto, literalmente. Estaba allí quitándome con cuidado el arnés ante la mirada atónita de los invitados que no daban crédito a lo que veían. Uno de los agentes que había tomado mi denuncia estuvo encantado de ayudarme en aquel loco plan que tenía para recuperar a la mujer que amaba y mi familia. Para mi sorpresa llevaban una investigación contra ese par desde hacía años, pero ellos podían ser muchas cosas, aunque no eran idiotas y eran bastante buenos cubriendo sus huellas. Esa fue mi carta a favor para que se mostraran muy receptivos a un trato que dejase a Arthur fuera del radar, él no era un delincuente, solo había cometido un erro
Frederick Le tendí mi mano a Leah para ayudarla correr por el pasillo hasta el elevador sin que sus pies se enredasen con la larga cola del vestido y ella la aceptó sin dudas, lo que me hizo sentir que estaba tocando el cielo con las manos. No podía contenerme, la atraje hacia mí de un tirón ajustando su cintura con mis manos para apretarla contra mí. Hasta que estuvimos tan cerca que podía sentir su aliento acariciando la piel de mi cuello. Con la nariz roce suavemente el lóbulo de su oreja, la línea que dibujaba su mandíbula, hasta llegar a sus labios, entonces cerré los ojos y le dejé un beso casto en la comisura de sus labios. Ella se aferró de mi pecho como si necesitase sostenerse. La sujeté de la nuca mirándola a los ojos con intensidad y sin poder soportar los milímetros que nos separaban ni un segundo más, cubrí sus labios con los míos. Hundí mi lengua en su boca, mordí su labio inferior y mis manos tomaron su rostro para inclinar su cabeza ligeramente. Me pegué más a su c