Raphael no se apresuró. Cada paso le pesaba, le dolía en alguna parte, lo enojaba. En cambio, su mente iba trabajando a toda velocidad. ¿Qué le iba a decir cuando la viera?
Aquello tenía que ser una broma, una de muy mal gusto, y en cuanto viera el cielo le mandaría la vulgaridad más verde y apestosa que se supiera.
Llegó hasta la habitación de Samantha Jones, y tomó el pomo de la puerta, con miedo a girarlo. Aquella era una prueba a la que jamás esperó enfrentarse, pero una prueba que tenía que pasar. Si era este el modo en que se iban a separar, él no iba a desperdiciar la oportunidad de verla una última vez, de hablar con ella.
Llegado a ese punto,
—Je ne regrette rien –susurró Samantha, y era verdad. Esta vez era verdad.Raphael había buscado la letra de esa canción, y ahora la conocía, sabía lo que decía. Sonrió al recordar que ella la había dicho dormida la primera vez que hicieron el amor. Ahora sabía a qué se refería.Samantha cerró sus ojos, sabiendo que se llevaría este instante a la eternidad. No importaba si ella no era una bella jovencita, no importaba si no era guapa y, al contrario: no sólo nunca lo había sido, sino que ahora además estaba vieja y enferma, su cuerpo marchito; no importaba, porque estaba allí, en los brazos del hombre que ella amaba, aspirando su perfume, escuchando su voz, y éste la sostenía como si fuera un tesoro, algo muy val
Hubo mucha gente en el funeral.Estaban los vecinos, Brenda, Keren, Higgs, Tess y sus dos hijos mayores. También estaban varios del hospital, y familiares de niños a los que Samantha había ayudado en sus etapas críticas con el cáncer. Algunos de sus antiguos y actuales estudiantes que se enteraron de su estado de salud acudieron a darle el último adiós a la anciana.Muchos de ellos ignoraban que la noche de su muerte Samantha había escapado del hospital y golpeado a una joven en la cabeza con intención de matarla. Todos los allí presentes sólo sabían que había sido una mujer buena, dedicada a ayudar a los demás, que ponía armonía donde había disensión, amistad donde había rencor.
—Han pasado dos semanas desde el accidente, y no has ido a visitar a mi hija al hospital. ¿Por qué, Tess? –preguntó Georgina, en el umbral de su puerta, y Tess no supo qué decir; había pedido a Phillip que le consiguiera la dirección de Tess para ir a reclamarle, y allí estaba—. Eras su amiga, ¿no? ¿O era todo mentira?—Georgina…—No, no. Sé clara, dime si tienes problemas con los hospitales, que, aunque fuera esa la explicación, nada te excusaría por dejar de ir a ver a tu amiga, a la que todo el tiempo hablaba de ti, de tus hijos, y no hacía sino buscar formas de ayudarte.Tess se mordió el interior de la mejilla sin saber qué decir. Si fuera Samantha la que estuvier
Tess salió a los pocos minutos de su habitación para abrirle la puerta a Keren, la adolescente que siempre se quedaba con sus hijos en los casos en que necesitaba salir. Luego de hacerles las debidas recomendaciones a los niños, las dos mujeres salieron del edificio.Tess iba sintiéndose un poco culpable. Georgina tenía razón, ella debió haberla visitado, pero como la muerte de Samantha aún la tenía en shock, se sentía sin fuerzas para afrontar otra prueba difícil, y realmente, casi ni se había acordado de que el cuerpo de Heather estaba vivo y lo más lógico era que su amiga fuera a verla, aunque fuera una vez.Se habían pasado dos semanas lentas y tristes para ella. Había sido demasiado hor
Samantha no dejaba de llorar. Estaba sentada en el suelo, y lloraba con la cabeza enterrada entre sus rodillas, y lloraba, y lloraba. Dejar a Raphael le estaba costando la vida, pero seguía viva. Sentía como si le arrancaran del pecho el corazón, pero éste seguía allí.Lloraba, y ser consciente de su propio llanto la hacía llorar más. Al parecer, iba a recordar para siempre, en el más allá, estuviera donde estuviese, su tragedia.Era el peor castigo que cualquier dios griego ofendido se pudiese idear.Había estado allí, había seguido en la habitación un par de segundos después de que su alma se separara de su cuerpo. Había visto cómo él frotaba sus brazos y su espalda para infundirles
Phillip esperaba fuera de las oficinas de Raphael Branagan, llevaba en sus manos una carpeta con documentos, fotografías, y evidencias.Se había presentado allí sin anunciarse, sin contarle nada a Georgina para no preocuparla más. Sabía que Raphael estaba en una reunión, y por eso esperaba. No había querido ir a Richard a ponerle la queja del comportamiento de su hijo, venía directamente a él para obtener respuestas, pues no sólo no había ido a ver a Heather al hospital, sino que también habían empezado rumores donde se decía que Raphael se devolvía a Londres indefinidamente.O él estaba dando por sentado que Heather nunca despertaría, o simplemente no le importaba lo que fuera de ella en el futuro, y no sólo estaría incumpl
— ¿Georgina? –saludó Phillip a su mujer contestando a su teléfono.— ¡Ha despertado, Phillip! –Exclamó Georgina en cuanto escuchó la voz de su marido— ¡Heather ha despertado! —Phillip se quedó quieto en los pasillos de Branagan Enterprises. No dijo nada por espacio de un minuto, y Georgina lo que hizo fue explicar lo sucedido—. Hice que Tess viniera a verla, le pedí que le hablara, y no llevaba ni diez minutos dentro cuando salió para avisar a los médicos. También Adam lo vio, dice que abrió los ojos y le habló.— ¿Le habló? –Dijo por fin Phillip—. ¿Qué le dijo?—Le&h
Phillip miraba a Georgina sostenerle la mano a Heather, quien permanecía dormida. Los doctores aseguraban que en cualquier momento despertaría, y ellos estaban allí esperando.Había sido difícil ver a su esposa tan angustiada por su hija, todos los días preguntándose si despertaría algún día. A veces les parecía que habían estado allí toda la eternidad, esperando a que su hija reaccionara; la espera se hacía demasiado larga.Esa mañana no era diferente, pero ahora había una esperanza: ella había despertado ayer en la tarde, y según Adam Ellington, incluso había hablado con él.—¿Crees que no te haya reconocido? –Le había preguntado Georgina&mdas