Una presión excesivamente grande descansaba ahora sobre los hombros de Rossie. No solo tenía que asegurar un guion sólido para la serie, sino que este debía romperla, de todas las formas posibles.–Haré lo mejor que pueda –se dijo a sí misma, la mañana del lunes 29 de julio de año en curso, apenas tras levantarse a las seis y treinta y mirando su cara demacrada frente al espejo–. Haré lo mejor que pueda, con los recursos que posea.Y mientras se bañaba, o se vestía, o tomaba su litro de agua tibia matutino, o bajaba a desayunar al restaurante del Park South, a pie, porque no le gustaba utilizar el ascensor –y menos en aquellas circunstancias tan apremiantes–, Rossie se hablaba, en voz alta, porque había leído por ahí que el sonido de la propia voz potenciaba la fuerza de sus afirmaciones.–No te estreses más de la cuenta, Rossie. Un día a la vez.Alguien la esperaba en la puerta interior del restaurante, como si conociera de memoria su rutina. Y, en efecto, así era: Jared.–¡Qué sorp
Extracto de la entrevista realizada a Olivia Armstrong, fotógrafa oficial de The Boyz in the Band (1991-1992); Toby Dammer, líder de The Boyz in the Band (1984-presente); y Jared Cavalier, lead singer de The Boyz in the Band (1988-presente).Fecha de la entrevista: 29 de julio del año en curso.Rossie: Damos inicio a la grabación, del día 29 de julio del año en curso, a las diez de la mañana, en la oficina de la productora ejecutiva de la serie de The Boyz, ubicada en el piso 4.[Olivia suspira y tuerce apenas los ojos].Rossie: Bien, antes que nada, es necesario que tengamos claras las reglas del juego.Olivia: Por favor.Rossie: La primera regla es no interrumpir. Quien fungirá de moderadora seré yo.Toby: Buena suerte con eso, linda.Jared: ¿Acaso no la oíste, bro?Toby: Linda, solo te advierto que, con Olivia en la tertulia, no vas a poder moderar un carajo.Olivia: Ya de entrada estás parcializando esta conversación, Tobías. ¿No es verdad, Rossie?Toby: Te agradecería que me llav
Era la gala del MET de 1992. En aquel año no hubo una temática especial para la fiesta de beneficencia que anualmente realizaba con religiosidad el Museo Metropolitano de Nueva York.Como las fanáticas de The Boyz in the Band más versadas en temas de moda posiblemente lo sepan, aquel año, cumbre de la fama de la agrupación, la organización de la Gala invitó a dos de los Boyz, considerados entre los mejor vestidos y fashionistas del año: el uno era, cómo no, Niko Bass; y el otro, por supuesto, se trataba de Jared Cavalier.Ni a Kaoh ni a Toby les iba ni les venía aquel fastuoso evento de la moda. Porque a ninguno de los dos les interesaba el tema en lo más mínimo. Pero tampoco dejaron de sentirse un tanto resentidos por la omisión de sus nombres en las fastuosas invitaciones extendidas al Quietboy y al Goodboy, respectivamente.Se supone que los dos compañeros de grupo irían juntos, pero, a última hora, Jared informó a Niko que tendría compañía. Y que, en consecuencia, él se vería obli
Jared observaba al vacío mientras Toby contaba la historia. Simplemente era incapaz de mirar a la cara a la mujer que lo había humillado de esa manera. Había dejado de amarla hace rato, por cierto. Como Tauro que era, un tipo de golpe de esa naturaleza no se perdonaba jamás.Otra cosa había sido con la jovencísima Ali Milá. La noche en que ella lo humilló, él ni siquiera la conocía. Además, ya se había encargado de… torturarla –por decirlo de algún modo– como por quince años, para desquitarse de ella.Olivia Armstrong, sin embargo, era un caso aparte: pertenecía a la facción de las imperdonables. De hecho, era la única mujer que formaba parte de ese ominoso grupo.–¿Y qué pasó después? –preguntó Rossie a Toby o a Jared, no lo sabemos, porque, por su parte, Olivia escuchaba con un altivo desdén el desahogo del Badboy.–No estaba en mis cabales, linda –respondió Toby–. Sabía que, si me quedaba al lado de Jared, bien podía cometer alguna estupidez. Me conozco, así que, aquella noche, me
–Muy bien –dijo Olivia, luego de contar la anécdota que dejó con la boca abierta a Rossana Regiés, aquella mañana en la que la señorita Armstrong se presentó a las puertas de su oficina con el propósito de joder la vida tanto al Badboy como al Goodboy–. Mi silencio les va a costar. –¿Cuánto? –saltó Jared Cavalier, quien no se resignaba, todavía, a que se revelase del todo aquel capítulo de su vida. –Ni siquiera lo sueñes como una posibilidad –le interrumpió The Commander–. El capítulo va porque va. –Estoy de acuerdo –acotó Rossie–. Este episodio asegurará nuestra segunda tanda de Emmy’s, por lo menos. –Se ve que ya has soñado con el primero –dijo, con una sonrisa sardónica, Olivia. –A ese ya lo tengo más que resuelto –respondió Ro, con seguridad. Y a Jared le gustó aquel comportamiento por parte de su pequeña. Le pareció inevitablemente sensual. Luego, regresó a la realidad. –Pero, igual, no me convence –dijo el Goodboy, pensativo–. No nos podemos exponer así, tan gratuitamente
El año en cuestión: 1992. Solo un par de meses antes de que Jared Cavalier conociera en La Capital a Rossana Regiés. Antes de embarcarse en su gira mundial, The Boyz in the Band hizo una pausa para grabar el nuevo single de su remix LP, titulado Don’t Mess with Us. Esta grabación no estaba planeada, pero se hizo. Alguien convenció a Oscar Moon de que era una buena idea que los muchachos cambiaran de imagen. Que demostraran su transición de niños a hombres. Después de todo, ya no había menores de edad entre la nómina. Ese alguien se trataba, por supuesto, de Olivia Armstrong. Por entonces, la reputada fotógrafa había alcanzado, a punta de trabajo, encanto e inteligencia, una influencia más que preocupante sobre la mayoría del staff de la banda. Esto no hacía gracia al mandamás, quien dejó de ver con buenos ojos a la susodicha, porque, entre otras cosas, se dio cuenta de que comenzaba a perder influencia sobre los chicos. Sin embargo, así como para darle un poco de cuerda, Oscar Moo
Aquella noche de 1992, en el trailer de Olivia Armstrong, cambiaría todo para Toby y para Jared. Y también para The Boyz in the Band. Aunque no por las mismas razones. The Commander se recostó sobre Olivia, como si de saciar su sed de ella se tratara. La besó toda, mientras Jared observaba, estupefacto, sin saber qué sentir en realidad. Tal vez los celos no eran lo único que lo cooptaba aquella noche, sino también el miedo: de perderla, de tener que compartirla, otra vez. Pero, tal como iba pintando la cosa, al parecer, así tendría que ser… en el presente y el futuro. Jared tendría que resignarse, de nuevo, a que Olivia nunca fuera totalmente suya. –Mi corazón tiene muchas moradas –le había dicho una vez la mujer, mientras que él, recostado en su vientre, respiraba los últimos vapores de su enésimo orgasmo junto a ella–. Pero tú siempre tendrás un lugar importante dentro de él. Y Olivia le rascaba la cabeza mientras lo decía. Todo esto, mientras que a El Emperador se le partía e
–No necesito decirte lo que pasó después, ¿verdad, linda? –ese era Toby, en el momento exacto en el que detuvo su relato–. Supongo que los detalles específicos… y anatómicos, sobran.Jared se tapaba la cara con solo una mano. No sabemos si estaba consternado, avergonzado, o ambos.Olivia los miraba a ambos con un dejo de falsa compasión.–No se atrevan a sugerir que fui yo quien les forcé a hacerlo –les recordó, como si de una madre indignada se tratara–. Si mal no recuerdo, lo gozaron tanto como yo disfruté contemplándolos.Jared retiró su mano de su rostro compungido, solo para ver a Olivia por una fracción de segundo, y suspirar.–Yo no dije nunca que fuera algo obligado –puntualizó el Badboy–. Al contrario, creo que solo nos dejamos llevar por el fragor del momento.Olivia soltó una pequeña onomatopeya para “Bah”.–Querido –suspiró e hizo una pausa dramática para encender su segundo Marlboro Light de la tarde–. Aquello entre los dos, duró mucho más que un momento, si se me permite