Jared observaba al vacío mientras Toby contaba la historia. Simplemente era incapaz de mirar a la cara a la mujer que lo había humillado de esa manera. Había dejado de amarla hace rato, por cierto. Como Tauro que era, un tipo de golpe de esa naturaleza no se perdonaba jamás.Otra cosa había sido con la jovencísima Ali Milá. La noche en que ella lo humilló, él ni siquiera la conocía. Además, ya se había encargado de… torturarla –por decirlo de algún modo– como por quince años, para desquitarse de ella.Olivia Armstrong, sin embargo, era un caso aparte: pertenecía a la facción de las imperdonables. De hecho, era la única mujer que formaba parte de ese ominoso grupo.–¿Y qué pasó después? –preguntó Rossie a Toby o a Jared, no lo sabemos, porque, por su parte, Olivia escuchaba con un altivo desdén el desahogo del Badboy.–No estaba en mis cabales, linda –respondió Toby–. Sabía que, si me quedaba al lado de Jared, bien podía cometer alguna estupidez. Me conozco, así que, aquella noche, me
–Muy bien –dijo Olivia, luego de contar la anécdota que dejó con la boca abierta a Rossana Regiés, aquella mañana en la que la señorita Armstrong se presentó a las puertas de su oficina con el propósito de joder la vida tanto al Badboy como al Goodboy–. Mi silencio les va a costar. –¿Cuánto? –saltó Jared Cavalier, quien no se resignaba, todavía, a que se revelase del todo aquel capítulo de su vida. –Ni siquiera lo sueñes como una posibilidad –le interrumpió The Commander–. El capítulo va porque va. –Estoy de acuerdo –acotó Rossie–. Este episodio asegurará nuestra segunda tanda de Emmy’s, por lo menos. –Se ve que ya has soñado con el primero –dijo, con una sonrisa sardónica, Olivia. –A ese ya lo tengo más que resuelto –respondió Ro, con seguridad. Y a Jared le gustó aquel comportamiento por parte de su pequeña. Le pareció inevitablemente sensual. Luego, regresó a la realidad. –Pero, igual, no me convence –dijo el Goodboy, pensativo–. No nos podemos exponer así, tan gratuitamente
El año en cuestión: 1992. Solo un par de meses antes de que Jared Cavalier conociera en La Capital a Rossana Regiés. Antes de embarcarse en su gira mundial, The Boyz in the Band hizo una pausa para grabar el nuevo single de su remix LP, titulado Don’t Mess with Us. Esta grabación no estaba planeada, pero se hizo. Alguien convenció a Oscar Moon de que era una buena idea que los muchachos cambiaran de imagen. Que demostraran su transición de niños a hombres. Después de todo, ya no había menores de edad entre la nómina. Ese alguien se trataba, por supuesto, de Olivia Armstrong. Por entonces, la reputada fotógrafa había alcanzado, a punta de trabajo, encanto e inteligencia, una influencia más que preocupante sobre la mayoría del staff de la banda. Esto no hacía gracia al mandamás, quien dejó de ver con buenos ojos a la susodicha, porque, entre otras cosas, se dio cuenta de que comenzaba a perder influencia sobre los chicos. Sin embargo, así como para darle un poco de cuerda, Oscar Moo
Aquella noche de 1992, en el trailer de Olivia Armstrong, cambiaría todo para Toby y para Jared. Y también para The Boyz in the Band. Aunque no por las mismas razones. The Commander se recostó sobre Olivia, como si de saciar su sed de ella se tratara. La besó toda, mientras Jared observaba, estupefacto, sin saber qué sentir en realidad. Tal vez los celos no eran lo único que lo cooptaba aquella noche, sino también el miedo: de perderla, de tener que compartirla, otra vez. Pero, tal como iba pintando la cosa, al parecer, así tendría que ser… en el presente y el futuro. Jared tendría que resignarse, de nuevo, a que Olivia nunca fuera totalmente suya. –Mi corazón tiene muchas moradas –le había dicho una vez la mujer, mientras que él, recostado en su vientre, respiraba los últimos vapores de su enésimo orgasmo junto a ella–. Pero tú siempre tendrás un lugar importante dentro de él. Y Olivia le rascaba la cabeza mientras lo decía. Todo esto, mientras que a El Emperador se le partía e
–No necesito decirte lo que pasó después, ¿verdad, linda? –ese era Toby, en el momento exacto en el que detuvo su relato–. Supongo que los detalles específicos… y anatómicos, sobran.Jared se tapaba la cara con solo una mano. No sabemos si estaba consternado, avergonzado, o ambos.Olivia los miraba a ambos con un dejo de falsa compasión.–No se atrevan a sugerir que fui yo quien les forcé a hacerlo –les recordó, como si de una madre indignada se tratara–. Si mal no recuerdo, lo gozaron tanto como yo disfruté contemplándolos.Jared retiró su mano de su rostro compungido, solo para ver a Olivia por una fracción de segundo, y suspirar.–Yo no dije nunca que fuera algo obligado –puntualizó el Badboy–. Al contrario, creo que solo nos dejamos llevar por el fragor del momento.Olivia soltó una pequeña onomatopeya para “Bah”.–Querido –suspiró e hizo una pausa dramática para encender su segundo Marlboro Light de la tarde–. Aquello entre los dos, duró mucho más que un momento, si se me permite
–Y bien, pals –dijo Toby Dammer, una vez que la Bruja Infernal abandonara la oficina de Rossie, levantando polvo y con cara de ningún amigo–. ¿Qué vamos a hacer al respecto? –Nada –respondió Jared, mirando hacia el vacío, como siempre–. Hasta no saber que esa mujer va en serio. Recuerda que ella habla el triple de lo que cumple. –No podemos arriesgarnos, de cualquier forma –recordó Rossie, desde su silla ergonómica de la Gran Jefa–. Una demanda podría suponernos la bancarrota o, lo que es peor, la cancelación prematura de la serie. Los tres permanecieron en silencio por un período de tiempo que pareció una eternidad para los involucrados. Al fin, quien se atrevió a hablar fue Toby, como siempre: –Siempre hay una manera de librarnos del problema –les dijo, mientras se levantaba de su puesto y se paseaba por la minúscula habitación. No dio ni cinco pasos, por cierto–. Y creo que los tres sabemos muy bien cuál es la solución. Rossie miró para todos lados, incómoda. Jared, por su par
Fiel a su promesa, el Badboy acudió al día siguiente a la oficina de Rossie para contarle los pormenores de su escabrosa relación con Olivia Armstrong y el triángulo amoroso al que se vio obligado a participar junto con su pal de casi toda la vida, Jared Cavalier. Hablar sobre los detalles específicos de aquella relación sería de gusto cuestionable. Pero, vamos, que Toby Dammer no se trataba, precisamente, de un tipo muy sofisticado que digamos. Ni siquiera por vivir en Park Avenue. En este capítulo, sin embargo, nos referiremos a los pormenores que desencadenaron la ruptura de The Boyz in the Band y, en donde, por supuesto, Olivia Armstrong tuvo un papel mucho más protagónico del que ella jamás se hubiera atrevido a admitir. Extracto de la tercera entrevista realizada a Toby Dammer, líder y miembro fundador de The Boyz in the Band (1984-presente) Fecha de la entrevista: 30 de julio del año en curso PRIMERA PARTE “Hasta que la vida nos vuelva a encontrar”. ¿Te lo puedes imaginar,
Extracto de la tercera entrevista realizada a Toby Dammer, líder y miembro fundador de The Boyz in the Band (1984-presente) Fecha de la entrevista: 30 de julio del año en curso SEGUNDA PARTE En fin, Rossie. No sé si lo recuerdas, pero la gira internacional de The Boyz in the Band tuvo que retrasarse hasta que Jared se recuperara. Y vaya que lo hizo. Mi pal posee una fortaleza interior que siempre he admirado mucho. Yo más bien suelo ser del tipo duro por dentro, pero un marshmallow por fuera. Jared, en cambio, es todo lo contrario. Supongo que en el Paradigm lloró lo que tenía que llorar –que era muy poco, por cierto, porque aquella mujer nunca lo valió– y regresó bastante fortalecido para enfrentar el siguiente gran reto de nuestras carreras. Él y yo nos hicimos una promesa: no volver a enamorarnos nunca de la misma mujer. Y, para ello, planeamos una estúpida estrategia: nos echaríamos a suertes a las chicas, para evitar la competencia. Como ves, no se trataba de un capricho de