Aquella noche de 1992, en el trailer de Olivia Armstrong, cambiaría todo para Toby y para Jared. Y también para The Boyz in the Band. Aunque no por las mismas razones. The Commander se recostó sobre Olivia, como si de saciar su sed de ella se tratara. La besó toda, mientras Jared observaba, estupefacto, sin saber qué sentir en realidad. Tal vez los celos no eran lo único que lo cooptaba aquella noche, sino también el miedo: de perderla, de tener que compartirla, otra vez. Pero, tal como iba pintando la cosa, al parecer, así tendría que ser… en el presente y el futuro. Jared tendría que resignarse, de nuevo, a que Olivia nunca fuera totalmente suya. –Mi corazón tiene muchas moradas –le había dicho una vez la mujer, mientras que él, recostado en su vientre, respiraba los últimos vapores de su enésimo orgasmo junto a ella–. Pero tú siempre tendrás un lugar importante dentro de él. Y Olivia le rascaba la cabeza mientras lo decía. Todo esto, mientras que a El Emperador se le partía e
–No necesito decirte lo que pasó después, ¿verdad, linda? –ese era Toby, en el momento exacto en el que detuvo su relato–. Supongo que los detalles específicos… y anatómicos, sobran.Jared se tapaba la cara con solo una mano. No sabemos si estaba consternado, avergonzado, o ambos.Olivia los miraba a ambos con un dejo de falsa compasión.–No se atrevan a sugerir que fui yo quien les forcé a hacerlo –les recordó, como si de una madre indignada se tratara–. Si mal no recuerdo, lo gozaron tanto como yo disfruté contemplándolos.Jared retiró su mano de su rostro compungido, solo para ver a Olivia por una fracción de segundo, y suspirar.–Yo no dije nunca que fuera algo obligado –puntualizó el Badboy–. Al contrario, creo que solo nos dejamos llevar por el fragor del momento.Olivia soltó una pequeña onomatopeya para “Bah”.–Querido –suspiró e hizo una pausa dramática para encender su segundo Marlboro Light de la tarde–. Aquello entre los dos, duró mucho más que un momento, si se me permite
–Y bien, pals –dijo Toby Dammer, una vez que la Bruja Infernal abandonara la oficina de Rossie, levantando polvo y con cara de ningún amigo–. ¿Qué vamos a hacer al respecto? –Nada –respondió Jared, mirando hacia el vacío, como siempre–. Hasta no saber que esa mujer va en serio. Recuerda que ella habla el triple de lo que cumple. –No podemos arriesgarnos, de cualquier forma –recordó Rossie, desde su silla ergonómica de la Gran Jefa–. Una demanda podría suponernos la bancarrota o, lo que es peor, la cancelación prematura de la serie. Los tres permanecieron en silencio por un período de tiempo que pareció una eternidad para los involucrados. Al fin, quien se atrevió a hablar fue Toby, como siempre: –Siempre hay una manera de librarnos del problema –les dijo, mientras se levantaba de su puesto y se paseaba por la minúscula habitación. No dio ni cinco pasos, por cierto–. Y creo que los tres sabemos muy bien cuál es la solución. Rossie miró para todos lados, incómoda. Jared, por su par
Fiel a su promesa, el Badboy acudió al día siguiente a la oficina de Rossie para contarle los pormenores de su escabrosa relación con Olivia Armstrong y el triángulo amoroso al que se vio obligado a participar junto con su pal de casi toda la vida, Jared Cavalier. Hablar sobre los detalles específicos de aquella relación sería de gusto cuestionable. Pero, vamos, que Toby Dammer no se trataba, precisamente, de un tipo muy sofisticado que digamos. Ni siquiera por vivir en Park Avenue. En este capítulo, sin embargo, nos referiremos a los pormenores que desencadenaron la ruptura de The Boyz in the Band y, en donde, por supuesto, Olivia Armstrong tuvo un papel mucho más protagónico del que ella jamás se hubiera atrevido a admitir. Extracto de la tercera entrevista realizada a Toby Dammer, líder y miembro fundador de The Boyz in the Band (1984-presente) Fecha de la entrevista: 30 de julio del año en curso PRIMERA PARTE “Hasta que la vida nos vuelva a encontrar”. ¿Te lo puedes imaginar,
Extracto de la tercera entrevista realizada a Toby Dammer, líder y miembro fundador de The Boyz in the Band (1984-presente) Fecha de la entrevista: 30 de julio del año en curso SEGUNDA PARTE En fin, Rossie. No sé si lo recuerdas, pero la gira internacional de The Boyz in the Band tuvo que retrasarse hasta que Jared se recuperara. Y vaya que lo hizo. Mi pal posee una fortaleza interior que siempre he admirado mucho. Yo más bien suelo ser del tipo duro por dentro, pero un marshmallow por fuera. Jared, en cambio, es todo lo contrario. Supongo que en el Paradigm lloró lo que tenía que llorar –que era muy poco, por cierto, porque aquella mujer nunca lo valió– y regresó bastante fortalecido para enfrentar el siguiente gran reto de nuestras carreras. Él y yo nos hicimos una promesa: no volver a enamorarnos nunca de la misma mujer. Y, para ello, planeamos una estúpida estrategia: nos echaríamos a suertes a las chicas, para evitar la competencia. Como ves, no se trataba de un capricho de
Extracto de la tercera entrevista realizada a Toby Dammer, líder y miembro fundador de The Boyz in the Band (1984-presente) Fecha de la entrevista: 30 de julio del año en curso TERCERA PARTE Mea culpa, Rossie. No tengo nada más que decir al respecto. Yo fui, en parte, responsable. Pero todo fue porque Olivia implantó en mí la semilla del mal. Ella siempre fue una mujer ambiciosa, y le interesaba convertirse en nuestra manager, conmigo como productor. Ese fue, desde siempre, el plan. Ahora, el cómo era la gran pregunta. Oscar Moon es un hombre de influencias y de mucho, pero mucho poder. De modo que la cosa no sería nada fácil para ninguno de los dos. Olivia me persuadió para organizar una reunión de los cuatro Boyz en su casa de Park Avenue. No me preguntes cómo una simple fotógrafa podía permitirse vivir en aquel
Enero de 1993. Es el final de la gira internacional de The Boyz in the Band. Los muchachos llevan ya una semana de descanso, luego de la que fue, quizás, la jornada más exhaustiva de su carrera. Todos descansan en Manhattan con sus respectivas familias. Oscar se encuentra en su casa de los Hamptons. La había comprado recientemente y disfrutaba de ella junto con su esposa y sus tres pequeñas hijas. Suena el timbre de la elegante propiedad que colinda con una playa privada. Abre una muchacha de servicio y recibe, con sorpresa, a los cuatro Boyz. Jamás habían ido a la casa de su jefe sin invitación previa. Pero, al parecer, esta es una excepción a esa consabida regla no escrita. Por supuesto, Toby Dammer se encuentra a la cabeza. Seguro de sí mismo, como siempre, solicita una audiencia con el Big Boss. La muchacha, dubitativa, sube las escaleras para participarle la noticia al jefe de familia, pero les advierte que a Oscar Moon no le agradan las visita
Acomodados todos en la sala principal de la casa de Oscar Moon, los cuatro jovencísimos Boyz, de por entonces veinticinco años el mayor y veintiuno el menor, recibieron la descarga consabida de su futuro exjefe, quien había vivido lo suficiente –y visto lo suficiente– durante su vida, como para darse cuenta de que aquella no se trataba de una visita amistosa. –Sé para lo que han venido aquí –disparó Moon, dejándose caer en el sillón unipersonal de cuero virado grisáceo, para su uso exclusivo–. Y no piensen ni por un segundo que se las voy a dejar fácil. Los cuatro chicos de la banda se quedaron atónitos. Eran, por entonces, tan ingenuos que no se lo esperaban. No, solo los tres. Porque, por instrucciones de Olivia Armstrong, Toby Dammer había previsto ya que Oscar Moon se les adelantaría. –Te queremos, bro –le dijo Toby. Y le hubiera gustado tenerlo más cerca en aquellos momentos, para darle una palmada en la espalda, o algo–. Debes saber qu