Fecha de la entrevista: 30 de julio del año en curso
TERCERA PARTE
Mea culpa, Rossie. No tengo nada más que decir al respecto. Yo fui, en parte, responsable. Pero todo fue porque Olivia implantó en mí la semilla del mal. Ella siempre fue una mujer ambiciosa, y le interesaba convertirse en nuestra manager, conmigo como productor.
Ese fue, desde siempre, el plan.
Ahora, el cómo era la gran pregunta. Oscar Moon es un hombre de influencias y de mucho, pero mucho poder. De modo que la cosa no sería nada fácil para ninguno de los dos.
Olivia me persuadió para organizar una reunión de los cuatro Boyz en su casa de Park Avenue. No me preguntes cómo una simple fotógrafa podía permitirse vivir en aquel
Enero de 1993. Es el final de la gira internacional de The Boyz in the Band. Los muchachos llevan ya una semana de descanso, luego de la que fue, quizás, la jornada más exhaustiva de su carrera. Todos descansan en Manhattan con sus respectivas familias. Oscar se encuentra en su casa de los Hamptons. La había comprado recientemente y disfrutaba de ella junto con su esposa y sus tres pequeñas hijas. Suena el timbre de la elegante propiedad que colinda con una playa privada. Abre una muchacha de servicio y recibe, con sorpresa, a los cuatro Boyz. Jamás habían ido a la casa de su jefe sin invitación previa. Pero, al parecer, esta es una excepción a esa consabida regla no escrita. Por supuesto, Toby Dammer se encuentra a la cabeza. Seguro de sí mismo, como siempre, solicita una audiencia con el Big Boss. La muchacha, dubitativa, sube las escaleras para participarle la noticia al jefe de familia, pero les advierte que a Oscar Moon no le agradan las visita
Acomodados todos en la sala principal de la casa de Oscar Moon, los cuatro jovencísimos Boyz, de por entonces veinticinco años el mayor y veintiuno el menor, recibieron la descarga consabida de su futuro exjefe, quien había vivido lo suficiente –y visto lo suficiente– durante su vida, como para darse cuenta de que aquella no se trataba de una visita amistosa. –Sé para lo que han venido aquí –disparó Moon, dejándose caer en el sillón unipersonal de cuero virado grisáceo, para su uso exclusivo–. Y no piensen ni por un segundo que se las voy a dejar fácil. Los cuatro chicos de la banda se quedaron atónitos. Eran, por entonces, tan ingenuos que no se lo esperaban. No, solo los tres. Porque, por instrucciones de Olivia Armstrong, Toby Dammer había previsto ya que Oscar Moon se les adelantaría. –Te queremos, bro –le dijo Toby. Y le hubiera gustado tenerlo más cerca en aquellos momentos, para darle una palmada en la espalda, o algo–. Debes saber qu
Era agosto del año en curso. Rossie avanza la escritura de la tercera temporada, que terminará, inevitablemente, con el despido de Oscar Moon. Será, probablemente, la etapa más larga de la serie y la que más trabajo tomará hacer. La segunda temporada, ya en postproducción, se estrenará en septiembre, con toda seguridad. Y el hipe de la audiencia no se ha hecho esperar. No solo las Girlz, sino también las NüGirlz esperan, expectantes, el estreno de la season 2. Marcel y el resto de NüBoyz son, por ahora, estrellas juveniles en ascenso, y Jared se ha dedicado a vigilarlos de cerca para evitar que su retoño meta la pata sistemáticamente como él lo había hecho en el pasado. Sabe, sin embargo, que la última palabra sobre qué hacer o dejar de hacer con su vida será, ciento por ciento, responsabilidad de Marcel. Y no hay nada que él pueda hacer al respecto. A Rossana Regiés, por su parte, le hace falta un testimon
Es el viernes, 9 de agosto del año en curso. El Maserati Ghibli color niebla que Jared Cavalier saca a pasear por la muerte de un judío, y que se salvó de la masacre que Adalyn propinó a todas sus pertenencias el día que lo abandonó de puro milagro (porque se encontraba a buen recaudo en su mantenimiento anual), aguarda con calma a Rossie Regiés, fuera del Park South, desde las 07h30 de la mañana.–Te espero, pequeña –escribió Jared a Rossie a la hora en que llegó–. A Oscar Moon no le gusta la gente impuntual.Por supuesto, Rossie no podía arriesgarse a que su entrevistado los recibiera de mal humor o que, en el peor de los casos, les cerrase la puerta en la cara.–Voy –fue todo lo que respondió al Goodboy.–Y no está por demás considerar el tráfico, pequeñita –acotó Jared, v&iacut
Jared y Rossie tomaron asiento, respectivamente, en cada una de las sillas que correspondían a los interlocutores del dueño de la oficina. Se trataba de una cuestión de jerarquías, por supuesto. Y Oscar Moon no iba a tomar asiento, en igualdad de condiciones con respecto a ellos, en la salita para las visitas. –Muchas gracias por recibirnos con tan poco tiempo de anticipación, señor Moon –dijo Rossie, una vez que soltó su mano por el saludo de rigor. Jared, por su parte, esperó en vano a que Oscar le ofreciera un abrazo que no tenía, ni estaba dispuesto a dar. Se limitó, entonces, a saludarlo de mano, como correspondía a dos viejos colegas sin mayor vínculo afectivo. –Me alegra volver a verte, Oscar –le dijo el Goodboy. –Ojalá pudiera decir lo mismo –dijo The Big Boss, tan bajo que fue prácticamente inaudible para sus dos interlocutores. Jared lo vio no sin cierto extrañamiento. Y por un segundo, se vio
Extracto de la segunda entrevista realizada a Oscar Moon, exproductor de The Boyz in the Band (1984-1993) Fecha de la entrevista: 9 de agosto del año en curso Bien, esta conversación no será fácil. En especial, porque tendré que confesarlo todo en la cara de Jared. ¿Estás cool con eso, bro? Perfecto, porque esto va a doler. Bah, tampoco se trata de una gran revelación. Digo, nada que no se haya sospechado ya, right? Siempre lo supieron y yo nunca lo negué, porque, en primer lugar, jamás me lo preguntaron. Pero, por si acaso, pongo a ambos sobre aviso. Por supuesto que no me iba a quedar de brazos cruzados luego de que me apartaran de su camino. ¿Con quién creían que estaban tratando? Soy Oscar Moon, for God’s sake! Nadie iba a salir ileso de esa, y Tob lo sabía de sobra. El hijo de perra se arriesgó en serio al hacer semejante movida. Se ve que La Bruja Infernal me lo tenía bien lavado el cerebro. Sep, yo también la llamo así. Lo escuché de ustedes en una entrevista y me apropié d
Jared Cavalier escuchaba con atención, silencio y la mirada fija en Oscar Moon, mientras este, en un inconfesable acceso de honestidad, lo soltaba todo. Rossana Regiés, por su parte, apenas si podía creérsela. Oscar Moon le había dado –en bandeja de plata– la pieza faltante de su rompecabezas para llenar los vacíos de la historia de la temporada 4 y hasta de la 5. Ya no había pretexto alguno para padecer bloqueo de escritora, a partir de entonces. –No tienes idea del daño que tus acusaciones le hicieron a mi autoestima –dijo Jared, con tono neutral y sin quitarle la vista de encima a su interlocutor estrella, mientras suspiraba–. Pero, creo que sí tienes plena conciencia de lo que le hiciste a mi carrera. –En lo que a mí respecta –contestó Oscar, al cabo de unos instantes–, estaríamos a mano, de no ser porque se les ocurrió retomar su aventurilla de popstars otoñales en 2007. Quid pro quo, dirían los romanos. –Hay cosas que son para
“Pequeña, mi amor: Me he propuesto escribirte una carta cada día, para que veas que no te he olvidado. Hay ocasiones, incluso, en las que son más de una. Necesito preguntarte: ¿llegaste bien a La Capital? Dime que arribaste sin novedad, y que no estás enojada conmigo. Ya vas a ver cómo estos meses pasan volando. Mientras, ¿te inscribirás en la carrera de Comunicación? Espero que sí, pequeña. Se te da tan bien ser periodista y las cámaras te adoran. Tanto o más que a mí. Geez. Te amo, pequeña mía. Resiste, que te veré muy pronto en el GoodGirl, otra vez. Kisses and hugs, Jared Cavalier”. Este era tan solo un extracto de la primera de las cartas que la señora Nora Cavalier interceptó cuando la asistente de su hijo pretendía llevarla a DHL para su entrega inmediata. Al menos, la madre de Jared había tenido la deferencia de no abrirlas. Pero el nombre de la destinataria estaba muy claro, y su dire