–Muchas gracias por recibirnos con tan poco tiempo de anticipación, señor Moon –dijo Rossie, una vez que soltó su mano por el saludo de rigor.
Jared, por su parte, esperó en vano a que Oscar le ofreciera un abrazo que no tenía, ni estaba dispuesto a dar. Se limitó, entonces, a saludarlo de mano, como correspondía a dos viejos colegas sin mayor vínculo afectivo.
–Me alegra volver a verte, Oscar –le dijo el Goodboy.
–Ojalá pudiera decir lo mismo –dijo The Big Boss, tan bajo que fue prácticamente inaudible para sus dos interlocutores.
Jared lo vio no sin cierto extrañamiento. Y por un segundo, se vio
Extracto de la segunda entrevista realizada a Oscar Moon, exproductor de The Boyz in the Band (1984-1993) Fecha de la entrevista: 9 de agosto del año en curso Bien, esta conversación no será fácil. En especial, porque tendré que confesarlo todo en la cara de Jared. ¿Estás cool con eso, bro? Perfecto, porque esto va a doler. Bah, tampoco se trata de una gran revelación. Digo, nada que no se haya sospechado ya, right? Siempre lo supieron y yo nunca lo negué, porque, en primer lugar, jamás me lo preguntaron. Pero, por si acaso, pongo a ambos sobre aviso. Por supuesto que no me iba a quedar de brazos cruzados luego de que me apartaran de su camino. ¿Con quién creían que estaban tratando? Soy Oscar Moon, for God’s sake! Nadie iba a salir ileso de esa, y Tob lo sabía de sobra. El hijo de perra se arriesgó en serio al hacer semejante movida. Se ve que La Bruja Infernal me lo tenía bien lavado el cerebro. Sep, yo también la llamo así. Lo escuché de ustedes en una entrevista y me apropié d
Jared Cavalier escuchaba con atención, silencio y la mirada fija en Oscar Moon, mientras este, en un inconfesable acceso de honestidad, lo soltaba todo. Rossana Regiés, por su parte, apenas si podía creérsela. Oscar Moon le había dado –en bandeja de plata– la pieza faltante de su rompecabezas para llenar los vacíos de la historia de la temporada 4 y hasta de la 5. Ya no había pretexto alguno para padecer bloqueo de escritora, a partir de entonces. –No tienes idea del daño que tus acusaciones le hicieron a mi autoestima –dijo Jared, con tono neutral y sin quitarle la vista de encima a su interlocutor estrella, mientras suspiraba–. Pero, creo que sí tienes plena conciencia de lo que le hiciste a mi carrera. –En lo que a mí respecta –contestó Oscar, al cabo de unos instantes–, estaríamos a mano, de no ser porque se les ocurrió retomar su aventurilla de popstars otoñales en 2007. Quid pro quo, dirían los romanos. –Hay cosas que son para
“Pequeña, mi amor: Me he propuesto escribirte una carta cada día, para que veas que no te he olvidado. Hay ocasiones, incluso, en las que son más de una. Necesito preguntarte: ¿llegaste bien a La Capital? Dime que arribaste sin novedad, y que no estás enojada conmigo. Ya vas a ver cómo estos meses pasan volando. Mientras, ¿te inscribirás en la carrera de Comunicación? Espero que sí, pequeña. Se te da tan bien ser periodista y las cámaras te adoran. Tanto o más que a mí. Geez. Te amo, pequeña mía. Resiste, que te veré muy pronto en el GoodGirl, otra vez. Kisses and hugs, Jared Cavalier”. Este era tan solo un extracto de la primera de las cartas que la señora Nora Cavalier interceptó cuando la asistente de su hijo pretendía llevarla a DHL para su entrega inmediata. Al menos, la madre de Jared había tenido la deferencia de no abrirlas. Pero el nombre de la destinataria estaba muy claro, y su dire
Rossie decidió tomar una ducha y cambiarse de ropa, mientras se preguntaba “¿Qué carajos quiere Jared? ¿Qué carajos quiere Jared?”, una y otra vez, luego de su baño, durante su cotidiano ritual de belleza, mientras elegía un outfit sencillo que la hiciera lucir, al mismo tiempo, despampanante. Y, también, mientras se secaba el cabello. Jared la esperaba en la mejor mesa para dos que el Covina le pudo ofrecer: adosada a la pared, y con suficiente privacidad para cumplir a cabalidad con sus propósitos. El Goodboy pudo sentir su perfume a lo lejos. El olor a mujer recién bañada y acicalada no podía pasar desapercibido para él y, por unos instantes, El Emperador lamentó no haber ido a su casa a cambiarse. –Estás muy hermosa –le dijo, mientras acariciaba el rostro recién maquillado de Ro. Jared apretó ligeramente el cachete izquierdo de su amada, y ella, en un tierno gesto de vuelta, alcanzó a besar esa misma mano, en la que quedó impregnado part
Es el jueves, 10 de octubre del año en curso. Una fecha más que importante para todo el staff de la serie de The Boyz in the Band. Porque esa noche, a las 22h00, se estrenará el primer capítulo de la segunda temporada. Y de su éxito dependerá la continuidad de la serie, los salarios de The Boyz y los honorarios de Rossie. Sin contar con la reputación, el prestigio y el buen nombre de absolutamente todos los involucrados. Rossana Regiés lo sabe de sobra: una responsabilidad enorme ha caído sobre sus hombros. Mejor dicho, ella misma se puso aquel fardo tan pesado, el día en que decidió que la carrera de su hijo no se construiría sola, a punta de las malas decisiones de Marcel y sus actitudes impulsivas. Mucha agua había corrido bajo el río desde entonces. Su reencuentro con Jared Cavalier y las azarosas consecuencias que este había tenido sobre sus vidas no era cosa menor. Ambos habían sufrido ya lo suficiente como para darse
Porque un poco de adulación nunca está de más Fecha de la entrada: 12 de octubre del año en curso Por Jimmy de Jail, para el New York Times No podía esperarse otra cosa de mí. Fui invitado y acepté y, aunque sé de sobra que ninguno de los Boyz me quiere bien –ni yo a ellos–, estoy muy consciente de que me necesitan tanto como yo a los impuestos. Miento, nuestra existencia es tan simbiótica como imprescindible. Y no diré más al respecto. Confieso que tengo informantes dentro del staff de la serie. Pero eso no es ningún delito, ¿verdad? Un periodista necesita de sus fuentes como del aire que respira. Y un tipo como yo no es la excepción. Se me sopló que mi personaje formaría parte del primer capítulo de la serie, y no podía hacer otra cosa que asistir, expectante, a la premiere de la segunda temporada del show que me dejó a medias en su
Rossie llegó a su exdepartamento en la Octava Avenida con un elegante retraso de diez minutos. Encontró a un Jared Cavalier despeinado, intentando emular una receta de champiñones rellenos extraída de YouTube sin demasiado éxito. –Huele muy rico, querido –le dijo, mientras lo besaba en la mejilla–, pero, honestamente, no se ve muy bien. –¿Has venido a salvarme o a criticarme? –bromeó el Goodboy, mientras se lo decía al oído y posaba su mano en la mejilla de su pequeña. –Yo venía a cenar –le dijo Rossie–, pero veo que habrá un discreto cambio de planes. Ambos rieron y se abrazaron mutuamente. Jared besó los cabellos lisos de la coronilla de Rossie, mientras aspiraba con discreción ese tan conocido aroma a shampoo de diseñador que tanto le recordaba a ella… a sus días juntos en el departamento. –Regresa, mi vida –le dijo Jared a Rossie–. Que la vida ya es demasiado corta y demasiado dura para que la vivas aislada en el Park Sou
La cena estuvo lista a las nueve y cuarto de la noche. La melancolía de Rossie, debido a su desacuerdo con Marcel, fue compensada con creces, a través de una deliciosa cena italiana al estilo de la Toscana: champiñones rellenos y horneados con sabor mediterráneo, acompañados por el mejor Merlot que la isla de Manhattan podía ofrecer.–La elección de ingredientes, la cena, el vino, la atmósfera, la compañía –enumeraba Rossie, como si no hubiera un mañana–, todo sería tan perfecto, si tan solo Marcel estuviera aquí.Jared la miró desde el asiento opuesto de su comedor blanco hueso, que rara vez utilizaba cuando no tenía invitados de honor.–No nos digamos mentiras, pequeña –y el Goodboy levantó su copa en señal de triunfo–. Esta cena siempre fue para dos, desde el principio.Rossie le sonr