Capítulo 80. Maldición.

Birgrem tomó su oso y empezó a caminar, con cada paso de su oso el suelo temblaba y el castillo reconstruido titilaba intercambiando con las ruinas reales, Birgrem estaba realmente molesto, su hogar, alguien había invadido su hogar y estaba intentando convertir sus restos en una broma, una burla de lo que un día fue.

El oso pardo empezó a gruñir mientras avanzaba buscando al intruso, la voz vieja y rasposa seguía llamándolo.

¿Por qué no me respondes?

¿Dónde estás?

¿No quieres verme, aún estás molesto?

Birgrem, vuelve, vuelve.

Un escalofrío le recorrió la columna cuando aquella criatura dijo su nombre, había sido muy familiar en la forma en la que su nombre era pronunciado, en el sonido de la "R".

Birgrem soltó un rugido de rabia, toda la situación lo estaba volviendo loco, un rostro había aparecido en su memoria y no quería volver a ver ese rostro nunca, ni en sueños mucho menos en la vida real.

Sus grandes patas se hundieron un poco cuando se asentaron sobre un viejo y
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