capítulo 29 Es la vida que me tocó

Subió a la habitación, en el camino se iba aflojando la corbata y sacándose el saco.

Entró buscándola como un animal en celo, escuchó correr el agua de la ducha.

A través de del Vidriado, el vió a su esposa desnuda bajo la cascada de agua que caía sobre su cuerpo desnudo, era perfecta.

Se sacó rápidamente su ropa y se metió. La abrazó de atrás y comenzó a acariciar sus senos, por inercia ella se arqueó contra él, quien le besaba el cuello.

La giró y la besó largamente, la levantó y la llevó hasta una especie de mueble con la que contaba el espacio, allí la apoyó y le abrió las piernas.

Ella gemía, totalmente entregada al placer deseando que el no dejara de tocarla así nunca.

apoyó sus brazos en el mueble tiró su cabeza para atrás en señal de sujeción a él, quién la tomó de la cintura y la penetró sin mucho preámbulo.

La humedad caliente que ella despedía facilitó que el pudiera moverse sin problemas, la muchacha aún estaba dolorida por el día anterior pero el placer era más grande.

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