Alfonso Valderde se estaba acomodando la corbata, se miró al espejo y sintió que la enfermedad no le estaba dando tregua. Sus bellos ojos verdes otrora despertaba atención en muchas damas, hoy estaban apagados como vencidos.

Al otro lado Victoria, como siempre le hablaba de una cosa y otra, chismes de sociedad y cosas sin importancia.

Siempre fue una mujer muy superflua y el paso del tiempo acentuó ese carácter.

_Victoria _dijo interrumpiendo a la mujer haciéndole seña con la mano._ tenemos que hablar.

La mujer lo miró sorprendida, por lo general Alfonso siempre la escuchaba o eso creía ella.

A pesar de tener más de 50 años su belleza seguía intacta, además se cuidaba muchísimo, tenía horror a envejecer.

_Que sucede Alfonso? hay algún problema con el dinero? mirá que prometí donar a la fundación de los Mendoza una generosa cantidad_ frunció el ceño.

Alfonso se mordió los labios y sonrió a la vez, esa mujer no cambiaría nunca, pero la era la madre de su único hijo por eso seguía casad