Romma fue a Monterrey ese día a recoger sus cosas personales en su oficina. No tenía gran cosa, porque no era su naturaleza hacer un nido de ese lugar y ya sin sus portafolios de trabajo, robados por Leo, no había mucho por llevar. Por supuesto, sus memorias portátiles con la música de Queen eran una prioridad para ella junto a algunas fotografías de su familia. Puso en una caja algunas cosas y cuando dio la última mirada al lugar, llamó a su chofer, quien esperaba fuera de la oficina para que se la llevara. Cuando se encontraba ante el escritorio de Mina dejando sus llaves, apareció Leo con su sonrisa de serpiente en el rostro. — ¿Por qué no pude irme sin tener que ver tu asqueroso rostro, Leo? Era tan fácil que no aparecieras por aquí. No esperaba una fiesta de despedida, pero al menos la cortesía de no tener que verte bastaba. —Rommita, te sientes muy poderosa ahora que eres una Dolciani, pero ni eso te va a conseguir sacar del agujero donde te voy a enterrar. Creo que quizás pod
El gran día de ROMMA había llegado. Esa noche se develaría el anuncio en la fachada del edificio delante de todos los invitados que acudirían a la cita misteriosa a la que se les había convocado mediante lujosas tarjetas, sin mayor información que la promesa de un evento exclusivo en la dirección y fecha anunciados. Ya muchos de los invitados recibían atención del personal en la entrada del lugar y se preguntaban de qué se trataba todo eso. Cuando ya la mayoría se había reunido puntualmente como se les había pedido, Romma junto a Alessandro y Nicky acompañados de todo el personal de la empresa, se presentaron ante ellos y aquel locutor famoso encargado de dirigir el evento los anunció, tras un breve discurso de bienvenida. Romma, se presentó ante ellos con un precioso vestido dorado estilo griego que dejaba un hombro descubierto y se ajustaba en un drapeado que acentuaba la esbelta figura y las curvas de la alta joven. El traje que llegaba hasta sus sandalias de delgadísimas tiras d
Ya había transcurrido más una semana desde el lanzamiento de ROMMA y los medios de comunicación no paraban de hablar del acontecimiento. Todos alababan el talento de la joven y bella diseñadora Romma Estévez y le auguraban un gran éxito en el mercado de la moda. La agenda de citas estaba llena por varios meses, porque las celebridades y personalidades de la alta sociedad querían ser de los primeros en recibir los servicios de la nueva casa de modas que prometía un concepto novedoso y elegante, de acuerdo con los gustos de sus clientes. Romma observaba el éxito que estaba teniendo y no podía dejar de pensar en que nunca habría podido hacer eso sin Sandro. Creía en su talento, por supuesto, pero la inversión que hizo su esposo hizo posible que el lanzamiento fuera apoteósico y el apellido Dolciani, sin duda, fue algo que pesó mucho ante los estándares de su clientela. El desfile seguía siendo el tema de moda en los medios de comunicación y en las redes sociales, todo el mundo estaba rea
La mañana llegó y Romma pudo ver que Sandro no llegó a dormir. Nunca había ocurrido antes pero tras la discusión entre ellos, supuso que él había preferido mantenerse lejos hasta que se le pasara la rabieta y decidió que cuando él quisiera, lo discutirían con más calma. Se fue a su oficina y se dedicó a su trabajo por horas, hasta que llegada la hora de la reunión que tenían pautada con los abogados para terminar con algunas cuestiones legales de ROMMA, se dio cuenta de que Sandro aún no la llamaba. Marcó su número varias veces, pero no le respondía y pensó que probablemente se le habría olvidado o estaría ocupado en otra cosa, así que se puso en marcha para llegar a la reunión en la empresa de Sandro, donde habían acordado hacerlo y seguramente, su esposo estaría en el Consorcio. Llegó al lugar y fue directamente a la oficina de Sandro y la recibió Celina con un saludo profesional pero a todas luces, sin el menor agrado de verla. —Buenas tarde, Celina. ¿Se encuentra mi esposo? —No
Capítulo 30 Tras comer algo, Sandro y Romma volvieron al hospital. La chica llamó a su oficina para informar que no iría ese día y que reprogramaran todas sus citas, hasta que pudiera volver. Tenía toda la intención de permanecer allí hasta que pudiera ver a Nicky. Hasta tanto supiera que estaba fuera de peligro, ningún poder humano la apartaría de su lado. Aún no había información nueva sobre su estado, pero le permitieron verlo desde lejos a través del cristal de la unidad de cuidados intensivos. Verlo allí, cubierto de vendajes, y con todos esos aparatos unidos a su cuerpo, tan frágil, tan desvalido, tan vulnerable, le destrozó el corazón. Jamás podría perdonarse que por su culpa Nicky estuviera en esa situación. Las horas pasaban y a mediodía Sandro tuvo que obligarla a acompañarlo a comer en un lugar cercano y volvieron de inmediato. Más tarde, ese día les informaron que se manifestaba una evolución positiva en la salud de Nicky y su cerebro comenzaba amostrar actividad casi n
Capítulo 31 Nicky había sido trasladado a una habitación en el ala privada del hospital, donde podría estar protegido de los paparazzi que buscaban información sobre su accidente. Siendo un modelo reconocido, había mucha curiosidad sobre lo que le había ocurrido. Romma contrató vigilancia privada para su habitación y nadie, aparte de los autorizados, podría ingresar. El personal había sido avisado de que debían mantener a todo el mundo alejado de él y que con cualquier información que ofrecieran de su estado, incurrirían en la violación a su privacidad. Romma permanecía sentada al lado de su amigo, y le hablaba todo el tiempo, esperando el momento en que Nicky abriera los ojos. Su estado ya era estable, y le habían suspendido los sedantes. Esperarían a que despertara por sí mismo para conocer los efectos del accidente. Sus fracturas sanaban satisfactoriamente, la inflamación de su cerebro cedía y su estado actual permitía pensar que ya estaba fuera de peligro. La chica apenas se mo
La vida de Romma se estaba complicando demasiado con todo lo que cada día descubrían en sus intentos de averiguar más sobre Leo. Con lo que habían podido recopilar, tenían suficiente para hundir a Leo, pero seguía sin ninguna prueba contra sus otros enemigos. Y si estaban embarrados en el atentado contra Nicky, tendrían que caer igual que su exjefe. Ya Nicky había sido dado de alta para continuar su recuperación en casa y Oliver lo atendía con esmero, lo que hacía que Nicky cada día estuviera más seguro de que “ahí sí era” como lo expresaba el joven en sus charlas con Romma. Cuando el trabajo de Oliver lo obligaba a ausentarse, una enfermera lo atendía y Romma procuraba pasar todo el tiempo que su empresa le permitía junto a su amigo. Ese tiempo lo ocupaban haciendo llamadas a personas de interés en lo que estaban armando contra Leo. Romma se entrevistó con mucha gente tratando de mantener el más bajo perfil en todo. No podía permitir que nada de eso llegara a los oídos de Leo. Tenía
Para Romma fue una gran satisfacción llegar al piso de Nicky y ver a éste dando sus primeros pasos sin ayuda del terapeuta. Las heridas de su cuerpo sanaban pero su corazón estaba muy lastimado, aún tenía pesadillas en las que trataban de matarlo y aunque intentaba ser el locuaz joven de antes, en su expresión había tristeza y a veces, miedo. Por más que Oliver y Romma procuraban alegrarlo, lo sucedido había dejado en él una marca indeleble, que iba mucho más allá de las cicatrices que los cirujanos no habían podido borrar aún; eso sólo podrían hacerlo cuando su recuperación estuviera completada. —¡Mi Nicky, me encanta verte de pie de nuevo! ¡Qué alegría siento de verte recuperado! —la chica se abrazó a su amigo por un rato, que resultó demasiado largo para el chico que apenas se ponía de pie. —Gracias, Tridente, pero no aprietes tan fuerte porque me vas a desarmar de nuevo y mejor deja que me siente un poco o tendrás que llevarme en brazos a la cama, ¡las piernas me tiemblan! —se qu