Vanessa después de cinco horrendos años de vivir en casa de su tía; Martha, ha decidido mudarse a la ciudad de Ábsit junto a su pequeña hermana; Sofía de tan solo 10 años de edad, desde la muerte de sus padres, a Vanessa le ha tocado cuidar de su hermana. Le ha tocado trabajar para la odiosa de su tía como su sirvienta con tal de tener un techo en donde dormir y que vieran por su hermana, además de tener que trabajar por fuera para llevarle más dinero a su tía, después de ahorrar el dinero suficiente Vanessa, ha tomado el coraje de irse lejos en un viaje sin retorno, a casa de su amiga de infancia Paola, será un largo viaje para Vanessa y su hermana, pero cualquier lugar será mejor que aquel infierno en el que vivió.
Mientras Vanessa viajaba junto su hermana hacía su nueva vida, en la empresa Borní todo está de cabeza, más con un jefe que amanece de pésimo humor cada que una de sus secretarias deja el empleo sin explicación alguna y le toca buscar a una en la última hora.
―Me has conseguido una nueva secretaria, necesito una m*****a nueva secretaria, las anteriores han sido de lo peor, no me han servido para nada, solamente para satisfacer mis necesidades, así que será mejor que me consigas una nueva empleada pronto o de lo contrario serás tú la despedida ―habló Elías molesto.
―He conseguido una, pero tardará una hora en estar aquí ya que como mi llamada ha sido a última hora estaba en otro sitio ―respondió Fátima dejando unos documentos sobre el escritorio, saliendo de ahí.
― ¡Elías! ¡Elías! Desde cuando te has vuelto así ―bufó Richard, mientras cerraba la puerta.
―Si has venido aquí a decirme tus estúpidos consejos vete por el mismo lugar por el que has venido Richard, no quiero ver ni escuchar tu patética vos ―soltó Elías.
―Lo haré me marcharé, pero te diré algo, aunque no quieras escucharlo, un día las mujeres se cansaran de tus atributos y de que te diviertas con ellas y aquí estaré yo, burlándome de tus estupideces que has hecho; como el mejor amigo que soy ―respondió cerrando la puerta de golpe.
Elías tomó su agenda de la mesa y la aventó contra la puerta, pues las palabras de su amigo le habían dado en ese punto que le dolía y le ardían las verdades de su amigo, después de todo eso eran, eran verdades de parte de su amigo Richard, para él que solamente quería una secretaria para satisfacer a su amigo que siempre estaba deseoso por ser tocado por alguna bella mujer.
―Señor Elías, su nueva secretaria ha llegado ―habló Fátima dos horas más tarde desde el otro lado de la puerta dando tres golpecitos.
―Está bien Fátima, déjala pasar ―respondió Elías mientras acomodaba su saco y corbata
― ¡Buenas tardes, señor Elías! Soy Paola Münch, he venido para la entrevista de trabajo ―habló.
Elías la miró de pies a cabeza, pues Paola era una joven bellísima, sus ojos azules, cabello rojizo y tez clara la hacían ver perfecta ante los ojos de Elías, más con esa ropa que a pesar de que no mostraba nada a diferencia de sus secretarias anteriores, remarcaba los atributos de la joven, que al ver que Elías no apartaba su mirada de ella empezó a sonrojarse.
―No se diga más ¡Estás contratada! ―sonrió de manera picara.
―Pero ¿si ni siquiera me ha preguntado nada y ya estoy contratada? Es una locura ―remarcó Paola lo último sin entender nada.
―Sí, a como lo has escuchado, estás contratada empiezas desde ya, así que empieza a trabajar, debes de mantener al día todos y cada uno de estos papeles que están sobre mi escritorio, en orden alfabético y sin una pisca de suciedad ―señaló Elías la columna de documentos que estaban sobre su escritorio.
Paola empezaba a entender porque no le duraban mucho las secretarias a Elías, era un completo quisquilloso y pervertido jefe, trataría de resistir trabajar el tiempo que fuera necesario mientras conseguía un empleo mejor con un jefe que le diera su lugar, pero lo que más deseaba en esos momentos era tener la fuerza interior suficiente para no caer ante la belleza y coqueteo de aquel hombre, pues debía de recordar que era su jefe.
―Paola, ve a traerme una taza de café amargo ―habló Elías.
Elías no despegaba la mirada de Paola, pues en su mente solo estaba pensando en cómo hacerla suya, tenía muy en claro que ninguna mujer se resistía a sus encantos y ella no sería la excepción. Paola se levantó de su asiento caminando hacía la cafetería que si no mal recordaba la había visto en el segundo piso de la empresa, pues ese era el lugar de relajación de todos los trabajadores en su tiempo libre y le agradecían a Elías por haber hecho una cafetería.
― ¿Eres la nueva trabajadora de Elías? ―preguntó uno de los trabajadores.
―Sí, así es, soy Paola, la nueva secretaria del señor Elías ―respondió.
―Entonces ya debes de saber la fama que tienen sus secretarias ―comentó tomando un sorbo de café.
― ¿La fama? ―cuestiono confundida.
―Si, se dice que todas las secretarias que han trabajado para él han pasado por él, por cierto, soy Richard Black el mejor amigo de Elías―sonrió marchándose de ahí.
Las palabras de Richard habían sacado de lugar a Paola olvidándosele por completo que su jefe le había pedido un café amargo; echándole azúcar de más. Mientras iba de camino a la oficina de su jefe no podía sacarse de su cabeza lo que había dicho Richard, eso le dio un impulso más para no caer en la trampa de su jefe y recordar que era su jefe.
―Te has tardado demasiado, si sigues así de lenta no darás la talla en este trabajo, debes de ser rápida para todo ―remarcó Elías lo último ― ¿Qué m****a es esto? Te pedí un maldito café amargo y me has traído un café que me subirá aún más el azúcar ―gritó después de tomar un sorbo de café.
―Lo siento, no volverá a suceder, iré a traerle otro café ―se disculpó limpiando el escritorio de Elías.
―No, no me traigas nada se me ha quitado las ganas del café, saldré un momento, si alguien viene a buscarme atiéndelo ―ordenó Elías cerrando la puerta de golpe.
Aquel día de trabajo para Paola había sido un calvario, desde empresarios importantes hasta las que fueron las secretarias de Elías habían llegado a buscarlo esa tarde y él no aparecía por ningún sitio, Paola agradecía que al llegar a casa tendría con quien compartir esos pésimos días al igual que los buenos.
Mientras tanto Vanessa había llegado a su destino al momento en que un taxi se detuvo frente a una enorme casa.
―Creo que esta es la dirección que me ha dado Paola, aquí trataremos de ser felices Sofía, eso te lo aseguro ―sonrió Vanessa dándole abrazo a su hermana después de tan largo viaje.
"No me esperes temprano en casa, las llaves están en lo que más te gusta, hay comida para ti y Sofía, dale un beso de mi parte, acomódense y descansen "
Era la nota que estaba pegada en la entrada de la puerta de Paola, pues ella conocía muy bien los gustos de Vanessa y sabía lo inteligente que era su amiga como para averiguar donde había dejado las llaves pues no era nada del otro mundo, más si tenía una macetera de margaritas; sus flores favoritas, Vanessa puso ambas maletas en el suelo junto a su hermana, para mover con sumo cuidado aquella macetera y retirar las llaves de debajo, las tomó; colocó la macetera en su lugar introdujo la llave en el cerrojo y al abrir la puerta quedo boquiabierta, la sala de recibimiento era inmensa, Sofía fue la primera en entrar y luego Vanessa con las maletas, al entrar las recibió un exquisito aroma a lavanda y un pequeño cachorro que no dudo en lanzarse sobre los pies de Sofía, para ser acariciado, al cerrar la puerta y prender a luz Vanessa tuvo mejor visibilidad de aquel sitio, un pequeño espejo se encontraba al lado derecho, para que las personas que entraran se acomodaran el cabello debido a los fuertes vientos que habían por la época, Vanessa se sobre saltó un poco al verse lo desaliñada que lucía pues aquel viaje no había sido nada fácil, exactamente todo un día, había sido de vuelo y solamente como dos horas de descanso, Sofía y Vanessa venían muertas del cansancio, siguieron caminando hacía las escaleras donde estaba otra nota que había dejado Paola.
"Toma la habitación que está al final del pasillo la he amueblado para ustedes dos, no te preocupes si es un poco grande a diferencia de las demás quiero que tengas la mejor vida que deseaste para Sofía y para ti, después de todo para eso somos amigas "Vanessa se alegró al leer aquella nota, unas lágrimas recorrieron su mejilla, pero las limpio rápidamente para que su hermana no las mirara.―Esta casa es enorme, Vane ¿dónde dormiremos? ―preguntó Sofía con su voz dulce y tierna que alegraba el corazón de cualquiera.―Ya lo veremos, según esta nota que nos ha dejado Paola, queda al final del pasillo, ayúdame con tu pequeño bolso mientras yo subo las maletas y por favor no corras mientras subes las escaleras, Sofía ―recordó Vanessa, a su hermana quién estaba muy emocionada.― ¡Te gane, te gane! ―gritó Sofía haciendo pequeñas muecas que soltaron una carcajada a Vanessa.―Está bien, ahora espérame ahí, subir las escaleras con dos maletas es lo más difícil ―resoplo.Por fin había terminado
Paola agradecía aquel gesto, lo subieron al asiento trasero del coche, sacó las llaves del bolsillo de Elías para conducir hasta la dirección que le habían dado, al llegar a la casa de Elías los portones fueron abiertos, sin saber si era él el que venía en el coche.«Qué gente más confiada» pensó Paola.Estacionó el coche frente a la puerta y caminó hasta la entrada de la casa de la casa, saliendo Richard a recibirlo.―Elías qué bueno que has llegado ―habló Richard ―Tú no eres Elías ―añadió con un gesto de disgusto.―No Richard, tu amigo, Elías, está en el asiento trasero ebrio, vine a dejarlo y avisar para que alguien lo sacara de ahí, ahora si me disculpas debo de irme ―habló Paola marchándose de ahí.Después de tomar un taxi había llegado a su casa, su pequeño cachorro había llegado a recibirla, lo cargó entre sus brazos, poniendo su bolso sobre la mesa, subió escaleras llevando los tacones en la mano, pues había sido un día cansado para ella, se dirigió a la habitación que había
―Lo siento Vanessa, por hacerte recordar todo eso en un día como hoy, perdón, ahora vamos a la sala, tengo una sorpresa para ti ―sonrió Paola llevando a Vanessa guiñada del brazo hasta la cocina ―Taran, es tu pastel de cumpleaños ¡Felices 27! Pero no creas que este es tu único regalo, no, no es así habrá más regalos, pero luego, ahora desayunaremos para probar después ese rico pastel que de solo verlo se me hace agua la boca ―añadió Paola.Mientras Paola, buscaba la cara de sorpresa de su amiga, se encontró con el rostro de Vanessa hecho un mar de lágrimas, las mejillas de Vane se habían vuelto rojas por llorar, la punta de su nariz estaba igual de roja que su rostro Vanessa, cayó de rodillas llorando, pero no se sabía si de felicidad o de tristeza.―La última vez que celebré un cumpleaños mío, fue hace 11 años atrás ―soltó Vanessa―Lo siento, no sabía que te afectaría de esa manera, no era mi intensión que esto te pusiera tan mal, en serio, lo siento Vanessa ―habló Paola tratando de
―Sofía, escúchame bien por favor, saldré esta noche con Paola, debes de quedarte aquí sola, ya sabes lo que pienso de las niñeras, te dejare la comida preparada y caliente para que comas, Ludy se quedara contigo, duérmete temprano y no quedes viendo la televisión toda la noche o no crecerás ―sonrió al decir lo último pues aquello era una mentira que Sofia había creído desde siempre.Paola se encontraba en su habitación, con las ventanas cerradas y las luces apagadas, todo el cuarto estaba completamente oscuro mientras estaba bajo las sabanas llorando, su mente estaba confusa, no sabía qué hacer, las pesadillas de su pasado habían regresado nuevamente, pues lo que había vivido de pequeña le afecto mucho a tal punto que tuvieron que mudarse de lugar. Caminó entre la oscuridad hacia la puerta del baño lleno la bañera y se introdujo en ella, quería olvidarse de todo lo que le había sucedido, pero a veces le era casi imposible.La hora de la cena había llegado, Vanessa se encontraba lista
Esa noche condujo Vanessa, pues Paola, aún estaba demasiado ebria como para hacerlo, Vanessa agradecía por haber trabajado de chófer para una señora mayor de edad, gracias a esa mujer aprendió a conducir. Llegaron a casa y Paola entro a su habitación sin decir una palabra, en cambio Vanessa camino hacia su habitación para asegurarse que Sofia estuviera bien, al entrar se encontró con una Sofia profundamente dormida y un Ludy acompañando de la niña, dormido junto a ella, apago la televisión y acomodo a su hermana en su cama y a Ludy lo dejo dormir esa noche con ella, pues pensaba que ir a dejarlo a la habitación de Paola era una pésima idea después de lo que había sucedido. En cambio, después de lo sucedido había invitado a su última secretaria para que llegara a acompañarlos, pues la noche apenas empezaba para Elías y Richard, media hora más tarde Natasha la antigua secretaria de Elías había llegado junto a una amiga.―Per0 ¿Qué diablos te ha pasado? ―preguntó Natasha.―No es nada, so
Era medio día, Paola, Vanessa y Sofia estaban lista para salir a disfrutar de aquel día, Sofia llevaba una falda short, una camiseta y deportivos, Paola y Vanessa también llevaban ropa cómoda, pues Paola tenía pensado jugar con Sofia, al saber lo ocupada que fue la vida de Vanessa en aquella ciudad que vivía, pensó que Sofia jamás había jugado y acertó, así era, Sofia jamás había salido a jugar con otros niños siempre se la pasaba encerrada en casa de su tía.―Paola ¿Adónde iremos? ―preguntó Vanessa.―Iremos a un lugar que tienen juegos para niños, en los que Sofía podrá jugar, también cuentan con un espacio para que Ludy se socialice con otros perros de su tamaño y juegue ―respondió.― ¿Un lugar para jugar? ―preguntó Sofia.―Si, es un lugar específico del restaurante en el que tienen un lugar recreativo para que juegues con otros niños, platiques, corras o les lean un cuento ―menciono Paola.―Yo jamás he jugado con ningún niño, solamente cuando Vane no tenía trabajo y se quedaba para
Tatiana se encontraba en el baño de mujeres ayudando a Vanessa a limpiar la sangre seca que tenía en su rostro.―Gracias por también defender a mi hijo, yo no tuve el valor de defenderlo hasta verte a ti como te enfrentabas a ese hombre por tu hija ―habló Tatiana.―Daría mi vida por proteger a Sofía, aunque me da lástima la vida que debe de llevar ese niño, con un animal como Héctor de padre ―respondió Vanessa.― ¿Cómo sabías que se llamaba Héctor? ―preguntó Tatiana intrigada.―A todos al llegar nos dan este ticket que pegan en nuestras camisas con nuestros nombres, por eso sé que se llama Héctor y tú eres Tatiana ―sonrió Vanessa.La mejilla de Vanessa y la nariz estaban rojas e hinchadas, pues el golpe que recibió de Héctor fue demasiado fuerte, no entendía cómo no se había desmayado después de fuerte golpe, quizás era por toda la adrenalina que aun recorría por su cuerpo.―Vanessa ¿cómo te encuentras? Déjame ver tu rostro ―interrumpió Paola.―Estoy bien, no fue nada ¿Dónde dejaste a
Lucy no podía creer que a pesar de todos los años que habían pasado Kenny aun siguiera creyendo de Paola era la culpable de la muerte de su hermana Maritza.Recuerdo de la noche de la tragediaPaola y Maritza se encontraban jugando en el balcón de la casa, a como lo hacían de costumbre después de hacer sus tareas y demás cosas que su madre Lucy les ordenaba, esa tarde Lucy se encontraba en la entrada de la casa discutiendo con Kenny, su esposo acerca de la manera en que Roger cuidaba de sus hijas cuando ellos no estaban, Kenny se confiaba de Roger ya que era su hermano mayor, pero ese fue su mayor error, una tarde en la que Lucy llego del trabajo más temprano de lo normal le pareció extraño el no mirar a sus hijas en sus habitaciones, camino sin hacer ruido hasta la habitación de huéspedes, donde se encontró con la horrible imagen de Roger con una de sus hijas, se trataba de Maritza la mayor, a la par de ella se encontraba Paola que estaba igual o peor que Maritza, Lucy enloqueció al